Tercera de feria. Tres cuartos de plaza en tarde calurosa. Abría cartel Diego Urdiales, de azul marino y oro con bordados en blanco, José María Manzanares de catafalco y oro con bordados en blanco, y cerraba la terna el peruano Roca Rey de perla y oro.
Se lidiaron toros de Toros de Cortés (1º) y el resto de Victoriano del Río (ambos hierros con mismo encaste y propiedad), siendo devueltos el primero de Roca Rey y el que hacía de segundo bis, por lo que saltaron a la arena un total de 8 toros. Variados de presentación y dispares de comportamiento. Al final del paseíllo como ya viene siendo habitual sonó el Himno Nacional.
Tarde en la que Urdiales estuvo en figura del torero, Manzanares, por momentos, se pareció al de otras temporadas, y en la que Roca Rey defendió su condición de figura del toreo.
Diego Urdiales
Sin duda alguna fue el triunfador de la tarde y de sus prodigiosas manos salió el toreo más caro y puro de la tarde. Cortó tres orejas el riojano, dos en el primero y una en el segundo, pero la faena a este último fue de antología.
Un toro cinqueño, de nombre Vampirito, de 509 kg, burraco, complicado, encastadito como casi toda la corrida, exigente que no permitía una duda, con el que Urdiales tragó lo indecible. No le permitió en el capote lucirse porque salió el de Victoriano dormido, sin regalar embestida alguna.
No se empleó ni en el caballo ni en la muleta guardándoselo todo, pero se encontró con un torero que tiró de bragueta y del sentido de las alturas y las distancias. Desparramaba la vista el animal y el primer muletazo de cada serie era un tirar la moneda al aire, o tú o yo, le decía el riojano al Victoriano, se le venía con la cara a media alturita, tirando de él Urdiales y sabiendo el toro lo que se dejaba atrás en cada final de muletazo.
Y así se sucedieron tandas por un pitón y por otro, exponiendo una barbaridad sobre todo cuando el de Arnedo se echó la muleta a la mano izquierda. Mató de estocada tardando en doblar el toro, lo que dio lugar a que sonara un aviso. Orejón de peso, de mucho peso, por lo firme que estuvo Diego.
En el primero de su lote, Bolero, de 576 kg en la báscula, del hierro de Toros de Cortés (que es lo mismo que Victoriano del Río), castaño, cornidelantero, Urdiales no pudo lucirse apenas con el capote. Quitó por chicuelinas rematadas con una media. Recibió un puyazo en el caballo.
Ya en la faena de muleta, que brindó a Roberto Domínguez, la actuación de Urdiales estuvo presidida por el temple y suavidad en el manejo de las telas, lo cual fue clave para que el toro no descompusiera la embestida. El toro a medida que transcurría la faena iba a más, ganando en recorrido y clase en la embestida. En la primera serie con la izquierda bajó un poco el tono de la faena, saliendo un tanto distraído del encuentro con el torero, pero en la segunda por esta misma mano alcanzó un gran nivel tirando el riojano del toro y llevándole hasta la cadera con suavidad y temple. Fue un buen toro pero nada fácil, un toro agradecido si le hacías bien las cosas, y ese fue el mérito de Urdiales, que estuvo muy centrado toda la tarde. Mató de estoconazo. Dos orejas. Ovación en el arrastre al toro.
Manzanares
Lidió en primer lugar un cinqueño de 487 kg en la romana, de nombre Manisero, castaño de capa, bajito y quizás el más terciado de la corrida junto con el lidiado en último lugar. Ya de salida metió la cara en el capote con mucha clase y recorrido por ambos pitones. Recibió un puyazo. En la faena de muleta el torero alicantino nos recordó al Manzanares de otras temporadas, al Manzanares que todos queremos ver. Valladolid siempre le espera y le recibe con mucho cariño. Aquí ha cosechado grandes triunfos y ha tenido tardes grandiosas.
Con la mano derecha dio tres tandas de muletazos con mucho poder, mando y ligazón llegando mucho al público. Se echó la muleta a la izquierda, pero el toro era “de derechas” y faena perdió intensidad. Manzanares se percató de ello, y volvió al pitón derecho pero el toro ya no tenía el fuelle y la transmisión que al principio. Mató de estocada. Oreja.
El segundo de su lote, Cantapájaros, de 551 kg, fue el toro mejor hecho del encierro, de capa negra, muy estrechito de sienes, de los que “caben en la muleta”, y el de más clase y ritmo en la embestida, y con mucho recorrido. Le recibió con verónicas Manzanares llegando mucho al público. Empujó el toro en el caballo recibiendo un puyazo.
Ya en la faena de muleta Manzanares compuso una faena en la que se sucedieron series muy dispares, unas de buen trazo y ajuste, y otras en las que se aliviaba más y no se enroscaba al astado, y la mayoría de ellas, de tres más el pecho. Alcanzó su momento cumbre en la última de ellas cuando finalizó la tanda con un cambio de mano lleno de temple y suavidad enroscándoselo, que levantaron los olés de la plaza, y uno de pecho. Mató de pinchazo, pinchazo hondo y dos descabellos. Ovación.
Roca Rey
No tuvo el peruano a la diosa Fortuna de su lado el sorteo. El primero de su lote fue devuelto, así como tercero bis. Como tercero tris, salió el que estaba anunciado el sexto de la tarde por orden expresa del matador. Carterista de nombre, cinqueño, de 573 kg, feo y basto de hechuras, y vulgar de comportamiento. No se dejó torear con el capote, y recibió un puyazo. Ya con la muleta, Roca Rey inició la faena con dos pases cambiados por la espalda, para a continuación seguir con la mano derecha. Tapó al toro y “le disfrazó” de bueno porque todo lo hizo el peruano. Hubo series de mucho mando, torería y ligazón que fueron muy jaleadas por el respetable.
Una de las virtudes de este torero es la capacidad que tiene para quedarse quieto y aguantar las embestidas de los animales, (bragueta o cojones como quieran ustedes), que unas veces lo hacen por su bravura y codicia, y otras veces por la propia inercia que trae del muletazo anterior. Es en ese momento cuando las faenas del torero peruano alcanzan un gran nivel porque tiene lugar la “ligazón” tan importante para que las tandas calen en el público. Y eso fue lo que sucedió en el primer toro. Mató de estocada. Aviso y dos orejas.
El segundo de su lote, Empanado, de 509 kg en la romana, negro, terciadito, el más lavado de cara, muy suelto y distraído de salida, fue el toro más correoso de la corrida, de los que engañan al público por su comportamiento porque parecen bravos y lo que sacan es genio, pero genio del malo. No se dejó torear con el capote. Recibió un puyazo en los terrenos del 6.
Ya en la faena de muleta, que brindó a Victoria Federica, Roca Rey estuvo muy firme de planta. Inició la faena con unos doblones por abajo para sujetar al toro y hacerle saber en este encuentro propiciado por el azar del sorteo, quien era el Rey, Roca Rey.
Tandas de mucho mérito las que recetó por lo mucho que tuvo que tragar. Mejor por el pitón derecho el de Victoriano que por el izquierdo. Faena de mando y de mandón del toreo la que llevó a cabo el peruano. Mató de estocada caída. Oreja.
En resumen, tarde bonita y de muchos matices la vivida en el centenario coso del Paseo de Zorrilla, en la que un torero, el riojano Diego Urdiales, pidió a gritos volver a esta plaza acartelado en los festejos de San Pedro Regalado (D.M.)