Si algo caracteriza septiembre en los campos vallisoletanos es la vendimia. La provincia se encuentra en plena campaña de recogida de las uvas de este año, una cosecha marcada por la sequía y por las olas de calor que se han sucedido a lo largo del verano. Para la realización de esta labor, son necesarias muchas manos y mucho esfuerzo. Cada septiembre, la vendimia en Valladolid y otras provincias da trabajo a numerosas personas que buscan ganar un dinero extra. Pero no todas llegan al último día de recolección, pues algunas abandonan el trabajo tras varios días. Otras aguantan hasta el final, y no solo eso, sino que regresan al año siguiente. A pesar del esfuerzo, al final todo tiene su recompensa, aunque algunos vendimiadores coinciden en que debería ser un trabajo mejor pagado.
A sus 20 años de edad, Adrián Rodríguez trabaja por primera vez en la vendimia estos días. El joven, procedente de la localidad vallisoletana de Mayorga de Campos, realiza esta labor a kilómetros de distancia, en viñedos situados en Cigales, y reconoce que "es un trabajo muy físico. Los primeros días eran más cansados, el segundo día fue matador, con dolor de espalda y agujetas, pero luego el cuerpo se acostumbra y lo vas llevando bastante bien". Y es que el esfuerzo que conlleva la vendimia es innegable.
A pesar de haberse convertido en vendimiador profesional este año, los viñedos no son un mundo ajeno para Adrián Rodríguez, pues los conoce desde pequeño "porque hace años iba con mis tíos en el pueblo", recuerda. Pero fue este año cuando decidió trabajar en la campaña de recogida de uvas para ganar un dinero extra, si bien no se lo había planteado anteriormente. Sin embargo, en esta ocasión le surgió la oportunidad porque "ya estaba con esta empresa y me lo propusieron", comenta.
Ocho horas en la viña
Durante estas jornadas, el joven de Mayorga de Campos trabaja ocho horas al día, de 08:00 a 16:00 horas, y sus días se resumen en "cortar las uvas, echarlas en un cubo y después irlo vaciando en el tractor", explica. Una rutina que se repite durante diez días, aunque podría prolongarse, "hay mucho trabajo y es posible que sigamos unos días más", añade Rodríguez.
Por cada hora de trabajo, vendimiadores como Adrián Rodríguez reciben ocho euros, lo que se traduce en 64 euros al día, 640 euros por los diez días. Un trabajo muy duro que "se podría pagar mejor, debería entrar el kilometraje", indica.
Pero la vendimia no solo es trabajar duro. También es conocer gente, entablar amistades y cooperar entre compañeros. Tal como menciona Adrián Rodríguez, "nos echamos una mano y nos ayudamos entre nosotros", apunta. En los viñedos donde trabaja, "hay entre 15 y 20 personas", cuyo esfuerzo será el primer paso para la elaboración de uno de los productos más demandados de la provincia de Valladolid, el vino, aunque el trabajo del joven de Mayorga y sus compañeros termina con el final de la recolección y no continúa en la bodega.
El joven de 20 años todavía no tiene claro si volverá a trabajar de nuevo en la vendimia el próximo 2023, "volvería si no tuviese otro trabajo, si hay otro mejor lo cambiaría", reconoce. De hecho, no todos los que empiezan la vendimia continúan hasta el final de la campaña, "un amigo se fue en cuanto lo llamaron para otro trabajo", señala.
Sea como sea, se trata de una experiencia vital más. De esas capaces de adentrar a cualquiera en lo más duro del idílico campo, pero también desconocida para quienes jamás lo han vivido, que tal vez no piensen en aquellos que han hecho posible que una botella de vino acabe en sus mesas para esas celebraciones en fechas señaladas, o tal vez para cualquier día de cena en familia.