El Cossío nos acogió con amistad y generosidad para celebrar el cumple de la gráfica taurina Natalia Calvo (taitantos…), y la siempre agradable compañía de nuestro amigo Javi Martín. El resultado fue apoteósico, con cante flamenco dedicado incluido y excelente tarde de toros. Vamos a ello.
Cuando llegan estas fechas de cierre de temporada taurina en Mojados se nos alegra el alma…y el estómago. Porque, al margen del cierre en lo taurino, llegan los primeros boletus y setas, y ello significa un placer para los sentidos. Placeres que compartimos “los tres mosqueteros” (Natalia, Javi y el que suscribe) desde hace años.
Echamos en falta al jefe televisivo y a su gente, pero Santoyo prefirió refugiarse en su terruño para darle descanso al cuerpo tras los agotadores sanantolines palentinos. Y aquí estamos de nuevo en el Cossío, santuario taurino por excelencia y gastronómico por imperativo profesional.
¡Qué regusto tan estupendo nos quedó con esa fuente de boletus a la plancha y sus láminas de ajos!
Fue uno de esos días completos, cuando el cuerpo te pide marcha y, por una serie de circunstancias, te sale todo redondo. Y nada mejor que visitar a nuestro amigo Perico (qué llenazo el del Cossío en este domingo festero donde Mojados se vuelca para festejar a la Virgen del Rosario).
Y qué sensaciones tan agradables cuando te encuentras con conocidos que te van recordando el pasado. Mojados y Perico (Cossío) siempre están presentes desde que uno llegara a esta querida tierra. Ya teníamos preparada una mesa para tres en el salón principal del asador (el taurino), donde el resto de salas rebosaban de comensales. Rosa en la caja, y de vez en cuando atendiendo a las mesas porque este domingo había muchos conocidos y amigos. Y Perico sirviendo paellas y atendiendo a todos los lados donde era reclamado.
A nosotros nos atendieron para el bebercio por un lado y por otro las comandas. Todo con primor, como es el personal del popular asador. Javi, cervecero como él solo, Natalia con las claras y un servidor fiel a mi clarete con gas. Y de súbito aparece un plato para estimular el colesterol.
¡Que se joda el colesterol por un día!, me dije ufano. Y le metimos mano a unos torreznos que sabían a gloria bendita.
Junto a nosotros había una mesa muy taurina presidida por el Taru y su familia (Marta, su esposa, es el alma mater del negocio taurino, ya que el que fuera empresario y novillero, se ha jubilado). Compartieron mesa y mantel con el ganadero, apoderado salmantino y hombre de negocios, Agustín Trapero y su hermano.
¡Qué pedazo de novillada lidió unas horas mas tarde en el coso mojadense!
Ribera de Campocerrado se denomina el hierro, con ancestros de Andrés Ramos y goterones gracilianos.
Pero prosigamos con las delicatesen que nos fueron trayendo el personal del asador. No hubo segundos platos, acordamos ir picando y compartir hasta saciarnos, pero eso sí, de lo más selecto y de lo que, de uvas a peras, nos apetece degustar. Como por ejemplo unas gambas al ajillo (pero de las de Huelva), que en el Cossío las hacen con esmero. Uno se echó unos barquitos porque el aceite, aun hirviente, lo pedía.
No podía faltar el pulpo. En el asador lo hacen a la brasa y a la gallega; optamos por la segunda opción ya que con las patatas el plato y el cuerpo se llenan. Deliciosamente delicioso resultó el cefalópodo.
La cosa no quedó ahí. Había hambre. Y rematamos con un revuelto de gambas, champiñones y algunas gulas que nos sorprendió gratamente. Realmente una finura de plato que devoramos con auténtica fruición.
Con los postres llegarían las agradables sorpresas, sobre todo para Natalia. Ellos degustaron una porción de tarta aniversario y uno optó por una bola de helado de piñones con nata, (¡abajo el colesterol!) que realmente fue un deleite para el paladar. De pronto asomó Perico y, en la porción de tarta de Natalia, clavó una especie de tubo que, al prender, saltaron chispas multicolores mientras sonaba el cumpleaños feliz. Natalia se sonrojó por la sorpresa.
Pero eso no fue todo, porque llegaría lo más emotivo cuando Luisa, una encantadora valdestillana, amiga de Rosa y Perico, se puso delante de nuestra mesa y se arrancó con un 'cumpleaños feliz' versión flamenca. La cara de felicidad de Natalia, y de nuevo el sonrojo con lágrimas incluidas, hicieron su presencia.
Luego llegarían los cafés, la charla de sobremesa y un gintonic que se metió entre pecho y espalda nuestro entrañable Javi. Uno, por aquello de volver a la carretera y estar atento cámara en ristre, se conformó con echar una mirada envidiosa al delicioso mejunje.
Día para recordar que culminó con una buena tarde de toros. Sin duda, un cierre de temporada de lo más feliz que uno recuerda. Gracias, Perico, Rosa, Natalia, Javi. Un abrazo y hasta la próxima temporada, aunque habrá que cubrir los eventos taurinos invernales. ¡Que haberlos haylos!
P. D. De la receta culinaria, versión tarjeta, se encargó la del cumple feliz, aunque nos consta que Perico la trató de lujo. Porque el almuerzo y el trato fueron de auténtico lujazo.