Pablo Ibarburu Blanco (San Sebastián, 1989) es una realidad en el mundo de la comedia. Tras unos inicios en los que tuvo que labrarse un futuro en diferentes bares tanto de Estados Unidos como de Madrid, su gran oportunidad le llegó hace pocos años gracias a sus apariciones en los programas de 'El Intermedio', 'Locomundo' o 'La Resistencia'. En este último colabora desde 2019 en un formato de Late Night que ha superado cualquier expectativa inicial, teniendo una gran acogida por el público joven. Este sábado 22 de octubre visitará a partir de las 21 horas la Sala Borja de Valladolid para presentar su espectáculo 'La hora de Pablo Ibarburu' con la que lleva un año y medio recorriendo la geografía nacional.
Hábleme de sus inicios en el mundo del espectáculo, donde comenzó con shows en bares de Nueva York, ¿cómo fue esa experiencia antes de abrirse paso?
En tercero de carrera estudié en Texas -una especie de Erasmus- y en verano me fui a Nueva York a hacer unas prácticas, ahí fue donde comencé. En Donosti no hay ningún sitio para probar haciendo monólogos desde abajo. Sin embargo, Estados Unidos es mucho más complicado que en Madrid en ese sentido, porque tienes que pagar como cinco euros si quieres actuar y, en muchas ocasiones, el público está compuesto por cómicos. Quieren actuar ellos y una vez lo hacen se marchan. Como te toque el último, no actúas para nadie. Tras el último año de carrera en Pamplona, me volví a Madrid y lo compaginé durante años con trabajos de camarero, televenta, etc.
¿Qué le ha aportado su aventura americana a su carrera?
Me hace estar mucho más agradecido por poder actuar en cualquier bar de 'mierda'. Solo con que haya un público de personas normales que no sean otros cómicos, merece la pena presentar tu espectáculo.
Como comentaba regresó a Madrid y muchos dicen que cuando uno regresa a su hogar tiene una sensación extraña. ¿Fue un cambio grande teniendo en cuenta que venía de Estados Unidos?
Como te dije, terminé mi último año de carrera en Pamplona volví a la capital. Igualmente, no hay mucha diferencia, ya que yo vengo de un pueblo del norte bastante pequeño.
Sorprende que durante tres años se dedicara al teatro infantil. ¿Qué le han enseñado los más pequeños?
El público de niños está bastante guay, porque te metes en el papel de villano. Tienes que jugar con el público -lo que haces en tus monólogos-, sueltas una premisa para que la gente se ponga en tu contra y luego tienes que ganártelos de vuelta. Así, la premisa puede parecer un 'shock' y, posteriormente, les tienes que explicar qué te refieres. Con los niños hacía de malo y ellos se ponían contra ti. Poco a poco les hacía ver que el malo también es 'guay' y buscaba hacerles parecer que era bueno. Me permitió aprender para los años posteriores.
En su trayectoria, dilatada, también fue guionista en el programa de Antena 3 'Los viernes al show'. ¿A qué retos se tiene que enfrentar un humorista detrás del escenario?
Te 'raya' bastante. Escribes chistes para otra persona y a veces piensas: "Me lo podría haber guardado para mi monólogo". Te vas dando cuenta que el 'tanque' de chistes nunca se vacía; lo que escribes se lo pasas a otra persona y algo se te ocurre para ti. Cuando entras de guionista estás todo el rato pensando si 'ha tirado' mi chiste o si lo ha contado mal el compañero, etc.
Su presentación ante el gran público y el 'boom' llegó en el programa de Movistar 'LocoMundo', ¿qué le debe a Quequé y a su equipo?
La verdad es que le debo mucho. Comencé en pantalla en el programa 'Yu Vodafone' y, una vez que me llamaron de Movistar, me fui a 'LocoMundo'. Me ayudó mucho a la escritura, porque cada semana tenías que escribir sobre cosas 'loquísimas'. Por ejemplo, me encargaban un texto que era sobre el Fondo Monetario Internacional y tenías que pensar siete minutos de chistes sobre ello. Era un reto cada semana tener que sacar chistes de temas complicados. Gracias al programa aprendí que de cualquier cosa se pueden sacar chistes.
Desde 2019 es colaborador de 'La Resistencia', uno de los 'late night' de mayor audiencia. En una época en la que cada vez cuesta más hacer humor, ¿dónde están las claves de este éxito sin precedentes?
Somos muy naturales. Todo es espontáneo y no importa nada si algo sale mal. Si vas allí con unos chistes preparados y no hacen gracia, se va a hablar de que no han hecho gracia y, poco a poco, se va a encontrar un chiste. Otros programas suelen ser más encorsetados, se ensaya todo y te preguntan qué vas a hacer. David Broncano tiene mucha confianza en sí mismo y sabe que algo gracioso va a salir.
Relacionado con esto último, vemos como actualmente cada vez hay más límites en la comedia. ¿Cómo lleva Pablo Ibarburu 'este humor políticamente correcto'?
Creo que es algo cíclico y, a su vez, complejo. En la época de la dictadura era más difícil hacer comedia, luego hubo mayor libertad y así sucesivamente. Es algo recurrente. Al mismo tiempo, se han abierto oportunidades para cómicas mujeres como 'Estirando el chicle', Valeria Ros o Patricia Espejo. A veces, los cómicos hombres se quejan mucho por los chistes que no pueden hacer, pero en muchos casos es victimismo y gajes del oficio. De repente hay un chiste que no has escrito bien, pero tiras hacia adelante y ya llegará otra oportunidad.
Este próximo sábado 22 de octubre aterriza en la Sala Borja de Valladolid para presentar 'La hora de Pablo Ibarburu', su primer show en solitario. ¿Cómo lleva esa soledad?
Antes iba con Sergio Bezos o Iggy Rubin y actuábamos media hora cada uno. Ahora paso más tiempo sobre el escenario. Sin embargo, lo que hice fue dedicar mucho tiempo a prepararme. Hay mucha gente que empieza a los dos o tres años a hacer 'shows' en solitario, pero yo esperé diez para tener muy seguro que los chistes iban a funcionar. Probé en varios sitios y ahora ya viajo mucho más tranquilo sabiendo que 'La hora de Pablo Ibarburu' funciona.
Su espectáculo promete mucha diversión durante los 75 minutos que dura, ¿cómo consigue mantener la atención de los espectadores durante tanto tiempo?
Lo llamo 'La hora de Pablo Ibarburu' para que solo tenga que durar una hora y así me quito presión. Así, la gente no puede quejarse si dura 60 minutos. Mezclo anécdotas personales con chistes más banales y algún tema político. Yo creo que dando mucha variedad, la gente está más enganchada. Si a alguien no le gusta algún tipo de humor, tiene un amplio abanico.
¿Qué se va a encontrar el público que acuda a la actuación?
Sobre todo anécdotas personales absurdas sobre mi pasado religioso y mi familia numerosa. También habrá alguna imitación muy mal hecha y chistes de observación. Trataré muy poco la política, ya que me da la sensación de que con la pandemia la gente está muy aburrida de este tema.
Para finalizar, con toda esta trayectoria que hemos repasado y analizado, ¿en qué punto de su carrera se encuentra?
Noto que hay mucha gente que tiene miedo que van a hacer. Muchos cómicos se pasan a actores. En mi caso, me da la sensación de que me faltan 10 ó 15 años para ser bueno en esto. Estoy aún practicando en la profesión.