Con más de 1.000 años de historia, el ajedrez nunca pasa de moda. Se considera que el origen de este deporte se encuentra en La India en el siglo VI, como una forma de prepararse ante las batallas, a pesar de que existen antecedentes en el antiguo Egipto. Posteriormente, fueron los árabes quienes lo trasladaron al mundo occidental. Con el paso del tiempo, las normas del juego han ido variando hasta dar lugar al juego que hoy conocemos, aunque las piezas como el caballo, el alfil o el rey nos retrotraen inevitablemente a la épica medieval.
En la actualidad, la tecnología ha significado un paso más en este deporte y resulta útil para los ajedrecistas a la hora de entrenar o jugar partidas con amigos, con personas de cualquier parte del mundo o con el propio ordenador. Pero la presencialidad sigue siendo el modo preferido para los ajedrecistas, sobre todo para los más pequeños, que una vez que se introducen en este mundo, ya no pueden dejarlo. Así queda de manifiesto cada semana en el Club Ajedrez Promesas (CAP) de Valladolid, donde niños y niñas de todas las edades y niveles acuden a sus clases de este deporte, que han comenzado hace algunos días después de las vacaciones estivales.
Algunos de ellos aprendieron el arte del ajedrez desde muy temprana edad, a través de sus padres o de internet, y aspiran a convertirse en grandes campeones. Así, el Club Ajedrez Promesas tiene entre sus miembros a pequeños desde los cinco años de edad, aunque la organización de los grupos, "más que de la edad, depende del nivel de juego que tenga cada uno", tal como explica Carlos Rodríguez, presidente del CAP, quien destaca que este año, los más numerosos son los niños entre 12 y 14 años, y que cada vez se apuntan más niñas.
Pero el mundo del ajedrez no solo es acudir a clases para aprender a jugar y a realizar diferentes estrategias, sino que también es todo un recorrido de experiencias y emociones que van más allá del deporte. Y es que la organización de torneos en distintas ciudades les aporta una de las mejores partes de jugar al ajedrez, puesto que les permite viajar y conocer a otros pequeños ajedrecistas de cualquier zona de España. "Algunos de ellos disfrutan más fuera de los torneos que dentro", apunta Rodríguez.
En algunos casos, los niños viajan en autobús, pero otras veces acuden a los torneos con sus familias. De esta forma, el club ha participado en competiciones tanto provinciales como autonómicas y nacionales. El próximo mes de diciembre, Benidorm será su destino, en el marco del XIX Festival Internacional de Ajedrez Gran Hotel Bali. Otra de sus citas anuales es el Campeonato de España de Ajedrez por Edades, en la localidad de Salobreña (Granada), pero el ajedrez también los ha llevado a lugares como Torrevieja, Ciudad Real o Santander, que se suman a los torneos provinciales que tienen lugar en Valladolid y los que se celebran en otros enclaves castellanos y leoneses, como Salamanca.
Algunos de estos pequeños campeones comienzan su andadura en este deporte en su propia casa, gracias a sus padres. Es el caso de la vallisoletana María, de 13 años, que dedica, junto a otros niños, parte de su tiempo semanal a acudir a las clases en el CAP. O el de Enri y su hermano David, de 13 y 11 años, respectivamente, aficionados al ajedrez desde muy pequeños, cuando comenzaron jugando en casa, antes de dar con el club, y ahora incluso participan en torneos, porque "una vez que lo prueban, no pueden dejarlo", señala su madre.
Pero estos vallisoletanos no solo entrenan en clase, sino también en su propia casa. "Les motiva el juego intelectual, la estrategia, resolver problemas, y se mantienen mucho tiempo concentrados en el tablero", destacan algunas de sus madres. Actualmente, a través de las nuevas tecnologías es mucho más sencillo jugar, aunque sea contra el propio ordenador, y aunque Enri, David o María prefieren el juego presencial, poder hacerlo online les ha ayudado en momentos como la pandemia.
Sin embargo, compartir una afición con amigos es algo que no se disfruta igual de forma virtual que de manera presencial. Porque jugar al ajedrez también es para los niños conocer a otros pequeños con sus mismas inquietudes. "Son muy competitivos, pero muy deportivos y muy amigos, da igual el equipo al que pertenezcan o de qué comunidad autónoma sean", comentan sus madres.
Tal vez las posibilidades que abre internet en este deporte han influido en el hecho de que haya experimentado un auge en los últimos años, "cada vez hay más niños que se apuntan, antes era más difícil", comenta Carlos Rodríguez, y "las redes sociales dan para mucho, no es necesario moverte de casa poder jugar", añade. Internet también es una herramienta útil para los progenitores en su búsqueda de clubes o clases a las que sus hijos puedan acudir cuando notan que se han convertido en grandes aficionados al ajedrez.
Algunos de ellos descubren, con el paso del tiempo, otras inquietudes y no siempre continúan en este deporte, aunque su huella y las experiencias vividas son inolvidables. Otros, por el contrario, no lo dejan al llegar a la adolescencia o a la edad adulta, y hay quienes siguen hasta que empiezan la universidad o cuando llegan a esta etapa siguen jugando, pero compiten menos y comienzan a seleccionar los torneos en los que participan.
Pese a que cada vez hay más niñas ajedrecistas, no todas continúan con esta afición, aunque "desde el Consejo Superior de Deportes se está fomentando mucho el deporte femenino", recuerda Rodríguez.
Niñas y niños de Valladolid tienen, en definitiva, una oportunidad de desarrollar su talento en el Club Ajedrez Promesas, que nació en el año 2005. Por aquel entonces, hace ya casi 20 años, eran poco más de una docena de socios, y actualmente son un centenar, 80 de ellos federados, "aunque no es obligatorio estarlo para ser socio", puntualiza su presidente.
En Valladolid, casi 3.000 personas juegan al ajedrez de forma habitual, según la Encuesta de Hábitos Deportivos del Ministerio de Cultura y Deporte. Una cifra que podría crecer en los próximos años, gracias a estas nuevas generaciones que convierten este deporte en manera favorita de compartir experiencias, de divertirse y de ejercitar la mente.