La ganadería Equinotauro, de Raúl Nieto, ofreció hospitalidad (y sabroso yantar) a la expedición de las buenas gentes de esta modélica asociación taurina
Unas 80 personas, -un autocar lleno, más varios coches particulares- se dieron cita en la finca ganadera en una mañana fresquita, pero llena de calor a eso del mediodía; calor solar… y humano.
Raúl Nieto y sus gentes nos abrieron sus brazos llenos de hospitalidad para ofrecernos una jornada realmente espléndida, cuya junta directiva había preparado con esmero y dedicación. Podemos decir que salió todo “redondo”.
Y la alegría y el colorido que aportaron los numerosos niños y jóvenes, que fueron los auténticos protagonistas de una jornada para recordar.
El remolque atrapado en el barro y el “recorte” del ganadero
Tras el opíparo almuerzo, que jamás falta en estas excursiones, el tractor con remolque de la finca realizó unos cuantos viajes recorriendo los cercados donde pasta la vacada, en un camino encharcado por las últimas lluvias; -bendita agua- hasta el punto de que el tractor, con el propio ganadero de conductor, quedó atrapado en el barro. Pero imaginando un buen “recorte”, Raúl Nieto salió del apuro ante la incredulidad de sus viajeros. Algunos ya pedían ser rescatados…
La capea y los sustos
Luego vendría la diversión de jóvenes y mayores en la capea ante las becerras (uno de ellos, ya muy maduro, recibió un revolcón sin importancia). Y los niños disfrutando de lo lindo desde los burladeros, o subidos a las enormes ruedas en el centro de la plaza de tientas que servían de protección. La cara de Gonzalo (el hijo de Gema) o Eve (la hija de nuestra gráfica Natalia) huyendo despavoridos ante la inquieta y brava becerra era de auténtico pavor.
Incluso Natalia y su hija se atrevieron al alimón, mientras Alberto, el patriarca, las protegía… desde lejos. Lo cierto es que hubo otras dos becerras, estas más adelantadas, que hicieron las delicias de los chavalotes quiénes, emulando a los cortadores de toros y que solo se puede hacer cuando se tienen 15 o 16 años, ejercían de acróbatas burlando a las becerras con saltos inverosímiles de tres en tres.
Y los mayores observando, riendo y tomando una cervecita o un vino desde el precioso porche que da a la plaza de tientas, cobijados del sol que a esas horas apretaba. Y hacia las dos y media tocaron “arrebato”. Era la hora del condumio que, Fernando y Aldara, (“El Chiringuito de Vadillo”) habían preparado con auténtico primor.
Guiso de patatas con setas y carne de bravo
Las mesas alargadas llenaron el flamante comedor de la finca para albergar a los 80 comensales de La Empalizada, más los invitados que llegaron por parte del ganadero. Todo estaba preparado de antemano con un orden perfecto, y a la cabeza el ganadero-empresario, ayudado por amigos y personal que se suma a estas tareas, como la simpática zamorana, Henar Merchán (responsable de comunicación y redes sociales de la casa). Y es que Henar, que ayer cumplía taitantos (felicidades), como suele decirse: “sirve tanto para un roto como para un descosido”.
Espectacular el guiso comentado como plato único; nada más natural -y sencillo- que la carne de bravo en un paraje campero rodeado de animales de lidia. Hubo quién se metió dos platos entre pecho y espalda. No faltó el vino de la casa; un tinto de cosecha propia con la etiqueta de la finca, además de un verdejo de Rueda. Un flan con helado y nata, café y chupitos remataron el ágape. Y vuelta al toro.
Tentadero a cargo de Álvaro de la Calle y Alejandro González
El ganadero, había ofrecido dos vacas para una lección de toreo, como viene siendo habitual en estas excursiones de La Empalizada. Y las trajo prestadas de su amigo el ganadero de Fuentelapeña, Juan Carlos Encinas (Ganadería Santa María de los Caballeros). Nieto suele adquirir ganado de este hierro para los festejos que organiza, además de que algunas vacas y sementales de esta ganadería zamorana forman parte de la vacada actual de Equinotauro.
De la lidia se encargó el matador de toros salmantino Álvaro de la Calle y el novillero sin caballos Alejandro González, de Valdestillas. El diestro charro, que suele tentar un día sí y otro también, y está en una forma envidiable, sacó su magisterio ante una vaca cornalona, con clase y nobleza, pero muy floja, a la que cuidó con mimo sacándole varios pases con ambas manos y luciendo a la cornalona. Por su parte, el joven novillero vallisoletano mostró sus cualidades ante otra vaca, más chica, pero llena de nobleza, aunque también careció de fuerza. El estado de la plaza, tras la capea, quizás influyó.
Con otra suelta de becerras, para deleite de los chavales y mayores, finalizó esta jornada campera y taurina donde, una vez más, La Empalizada mostró su poder de convocatoria. Raúl Redondo, quiera su modestia o no, es el alma mater que, dejándose el aliento, trata siempre, doy fe, de que los miembros de esta modélica asociación disfruten al máximo en cada actividad que organizan.
Enhorabuena una vez más a la Empalizada y sus gentes. Nos vemos en febrero, en sus ya tradicionales jornadas de charlas-coloquios. La directiva: María José, Gema, Javi, Diego y Raúl, andan ya con esbozos tras tres años de sequía taurina en lo cultural.
P.D. 1: Con todos mis respetos hacia los asociados de La Empalizada, pero debo reseñar la recuperación (para las excursiones) de una pareja entrañable a los que tengo un gran aprecio y amistad: Ángeles y Cuéllar (quién fuera alcalde de Montemayor en los años 90). Vinieron acompañados de su hijo.
P.D. 2: felicidades al ganadero y a Virginia, su esposa. El domingo pasado vino al mundo la pequeña Paula (su nombre en honor del diestro jerezano Rafael de Paula) ¡Faltaría más, verdad, Raúl!