El río Esgueva ha marcado durante siglos el desarrollo urbano de Valladolid. El discurrir del río por el interior de la población ha sido uno de los aspectos fundamentales de su fisonomía, que siempre fue destacado por visitantes y viajeros. El Esgueva actuó como límite de la ciudad, progresivamente superado, y como accidente geográfico que ha terminado por determinar el trazado de ciertas calles.
La peculiar forma que tenía su cauce, bifurcado en dos ramales al acercarse al núcleo urbano, poco antes de su desembocadura en el río Pisuerga, es un elemento fundamental para la comprensión de la historia de Valladolid.
Un río unido al origen de la ciudad
El núcleo de la población inicial de la ciudad de Valladolid se originó, a mediados del siglo XI, en la confluencia de los valles del Esgueva y del Pisuerga. Este primer asentamiento se encontraba situado sobre una pequeña elevación del terreno, en torno a la actual Plaza de San Miguel, y se apoyaba en el brazo norte del Esgueva, que lo delimitaba por el sur.
El ramal meridional del río, en un principio al margen de la población, se convertiría en su nuevo límite a finales del siglo XIII, cuando se levantó la segunda cerca. La continua expansión de Valladolid acabaría por rebasarlo, pasando así también a atravesar la ciudad.
El Esgueva, río de escaso caudal, provenía del valle del mismo nombre de la zona noreste de la ciudad. Al llegar a ella, se dividía en dos ramales que iban a desembocar en el Pisuerga. El ramal norte o interior discurría entre el Prado de la Magdalena, la calle Esgueva, la Catedral, la calle Platerías, el Val y el Poniente, lugar en el que moría.
El otro ramal, el sur o exterior, entraba por la puerta de Tudela en la ciudad, avanzando por la calle Panaderos y Rastro, atravesando la calle de Santiago en su tramo final hasta llegar al Espolón, en el que se encontraba con el Pisuerga. El ramal norte se consideraba que contaba con trece puentes mientras el segundo se creía que tuvo tan solo cuatro. Pero investigaciones recientes han documentado más puentes, un total de 19 en el norte y de nueve en el sur, que se han ido descubriendo por las obras de nuevas construcciones.
La relación de los dos ramales con la ciudad fue muy estrecha ya que cualquier movimiento dentro del casco urbano se encontraba supeditado a la existencia del río, algo que no ocurría con el Pisuerga, cuyo trasvase se hacía por el Puente Mayor, lo cual facilitaba que la ciudad viviera de espaldas a la posibilidad de traspasar esa barrera.
La cloaca del Esgueva
Durante cientos de años, se consideró que el escaso caudal del Esgueva era suficiente para que funcionase como gran cloaca de Valladolid. De este modo, las basuras de toda la ciudad eran liberadas en el río, lo que producía el pestilente aspecto del afluente. Pero existían dos circunstancias de enorme importancia que habían convertido al Esgueva en un peligro real para los habitantes de la ciudad.
En primer lugar, la costumbre de utilizar el cauce del río como cloaca lo convirtió en un foco infeccioso de primer orden que exponía ante múltiples enfermedades a los ciudadanos. Por otro lado, las sucesivas inundaciones que producía, por lo traicionero de su cauce, lo convertían en mucho más peligroso para los ciudadanos que el otro río de la ciudad, el Pisuerga.
Para evitar estas problemáticas, comenzó a contemplarse la idea de cubrir su cauce, aunque sería una epidemia de cólera la que obligaría a tomar finalmente la decisión. En 1846 se declaró en Francia una epidemia de cólera morbo y la Junta de Sanidad de la ciudad aconsejó el inicio de las obras, aunque no se iniciarían hasta pasados dos años desde ese momento.
El cubrimiento del cauce
En noviembre de 1848 se iniciaron las obras por el ramal norte o interior, modificando rápidamente su aspecto la calle de las Parras, las proximidades de la iglesia de Santa María de la Antigua y de la Catedral, el Portugalete, la calle de los Tintes, la de Platerías, el Val y las inmediaciones de San Benito.
En enero de 1850, el Ayuntamiento dirigió una comunicación al Capitán General rogándole que nombrase una comisión para mejorar el cauce del Esgueva a su paso por el Puente de San Benito. En 1852 se aprueba el acuerdo para cubrir el último trozo del río desde el Puente del Val hasta San Benito y en 1853 se da luz verde a la cobertura del cauce entre el matadero de San Benito y el Puente de la Cárcel.
En 1856, se impulsa la construcción del cauce abierto para el río Esgueva, en el trozo izquierdo desde el Puente del Rastro. En 1864, poco menos de una década después, el Gobierno civil aprobó las condiciones para el encauzamiento y en 1865 se produce el remate de las obras en este sentido en el brazo exterior del Esgueva.
Sería ya al albur del siglo XX, cuando se concluiría el cerramiento de los dos ramales del Esgueva de manera definitiva, quedando mutilada su participación en la vida cotidiana de la ciudad a partir de sus desvíos. El 14 de febrero de 1900, finalmente, una comunicación real declaraba de utilidad pública el desvío del Esgueva. Cambiaba así radicalmente la historia de un río vinculado a la ciudad de Valladolid desde sus orígenes.