Francisco Martínez López vive ahora en paz, a sus 97 años. Nacido en Cabañas Raras, un municipio ubicado en la comarca del Bierzo con una población de más de 1.000 habitantes, reside ahora en El Campello (Alicante) pero creció y consiguió sobrevivir durante una niñez que estuvo rodeada de violencia.
Una violencia que saca ahora a la luz en su libro ‘Caminos de Resistencia’ en el que detalla su tiempo en la Segunda Agrupación del Ejército Guerrillero de León-Galicia entre los años 1947 y 1951. Las torturas y asesinatos que sufrieron sus parientes y los distintos hombres y mujeres a manos de las fuerzas falangistas durante la dictadura y los movimientos dentro del Partido Comunista. En esas páginas cuenta mucho más que nos hace ser conscientes de lo complicados que han sido sus 97 años.
Quico ha centrado su vida en recuperar la memoria de la resistencia al franquismo y a difundir toda la actividad de las guerrillas en nuestro país. Visita la provincia de Valladolid para contar toda su historia en Castronuño, este lunes 12 de diciembre, y en la ciudad del Pisuerga un día después, el 13 del mismo mes.
Una dura infancia
Nuestro entrevistado vino al mundo el 1 de octubre de 1925. Nació en un pequeño pueblo leonés situado a escasos cuatro kilómetros de Ponferrada: Cabañas Raras. Fue testigo, pero también protagonista, de los años más duros y espantosos de la historia moderna de España con la Guerra Civil y el Franquismo como protagonistas.
El comienzo de la Guerra Civil fue un trauma muy grande para la juventud y para todos ellos. Se implanta el terror, se ve el terror por las calles cuando estábamos muy ilusionados por vivir en la libertad de la República. Se instaura ese terror, los asesinatos, la muerte y las torturas”, nos explica el último guerrillero antifranquista.
Su vida la marca el golpe de Estado de los sublevados liderados por el general Franco, el 18 de julio de 1936. Explica que los rebeldes triunfan en León el 20 de julio. Los años posteriores fueron de terror y de una resistencia callada. Eran sus padres los que acogían en casa a los de izquierdas que huían y a los que los franquistas buscaban para detener, y en muchos casos, asesinar para acabar en las cunetas, en las fosas comunes. Explica además que “los jóvenes teníamos la sensación de que estábamos en clandestinidad. Con el fin de ayudar a nuestros mayores a escapar de la represión”.
Cuando finaliza la guerra, en 1939, Quico tenía 14 años. Se había acabado ya la esperanza de que la República continuara. Muchos de los jóvenes que habían ayudado a escapar a los mayores del terror franquista continuaron con esta actividad y se fueron organizando, poco a poco.
Desde joven en la resistencia armada antifranquista y herido en combate
“Estuve implicado desde los 14 años en el movimiento guerrillero. Cuando me descubre la Policía, en el año 1947, me incorporo a la Guerrilla Armada en El Bierzo. Teníamos muchas zonas y llegábamos hasta Portugal pasando por Ourense, Lugo, y parte de León y Zamora”, confiesa Francisco, echando la vista atrás.
Respecto a esta etapa de enlace con la guerrilla, siendo miembro del Servicio de Información Republicano (SIR) entre los años 1944 y 1947, confiesa que recuerda como, cuando trabajaba de ayudante en el laboratorio de la Minero-Siderúrgica de Ponferrada, se percató de que llegaba los policías preguntando por un guerrillero. Quico avisó al prófugo y se fue hacia la montaña. Se trataba de un minero que había sido anarquista y después se hizo falangista.
En septiembre de 1947, al conocerse que los agentes lo buscaban al ser enlace, nuestro entrevistado pasó a la clandestinidad como guerrillero. Se armó junto con una agrupación que estaba controlada por el Partido Comunista. La galaico-leonesa.
Quico nos confiesa que el Franquismo “acabó con unos parientes suyos”. Además, explica que su padre “tuvo que estar huido durante una temporada” y que “recuerda cuando los falangistas mataban a vecinos suyos”, sumiendo de dolor las calles.
Además, nos explica que en la clandestinidad tuvo varios combates. Algunos fueron favorables y otros no porque murieron compañeros, explica. La cercanía de la muerte era constante. En 1949, el 24 de febrero, en una emboscada de la Guardia Civil en Ocero, también en la comarca del Bierzo, queda patente. Asegura que le atravesaron un brazo y murieron dos de los siete compañeros que iba.
Exilio en Francia desde 1951 y hasta 1975, cuando muere Franco
En 1951, el 26 de enero, tuvieron se produjo otro enfrentamiento en la aldea de Corporales, en la comarca leonesa de La Cabrera. “Era un 24 de febrero. Solo éramos cuatro guerrilleros frente a decenas de guardias y policías que nos cercaban. Es un capítulo que está en los libros de los historiadores. Nosotros escapamos ilesos y por parte de ellos se registraron varias bajas, se habla de tres o cuatro”, explica.
Todo después de un día de enfrentamientos y de que, al entrar la noche, burlaran el cerco para escapar ilesos. Los municipios aledaños se hicieron eco de esta gesta que supuso una mínima victoria moral en un conflicto, eso sí, que acabarían perdiendo con el triunfo del Franquismo.
En 1951 tuvo que huir para exiliarse en Francia, donde consiguió ser refugiado político. No sería hasta la muerte del dictador, en el 1975, cuando volvería a España, y difundiera la memoria del movimiento guerrillero junto con otros compañeros y coincidiendo con la legalización del Partido Comunista para difundir toda la actividad de las guerrillas en nuestro país.
“Celebramos la muerte de Franco. Yo aún me encontraba en Francia. Recuerdo hacer una intervención en la televisión francesa para hablar de la muerte del dictador. Fue una gran alegría. Todas nuestras esperanzas anteriores se veían compensadas con el fallecimiento del dictador”, asegura Francisco Martínez López.
Investigar y divulgar toda una vida de aprendizaje
Desde que llegara a suelo español tras la muerte de Franco, en 1975, se dedica a divulgar e investigar la historia de la guerrilla antifascista y antifranquista y a inculcar, entre los jóvenes, un mensaje de concordia. Sigue siendo miembro del Partido Comunista, sin cargo de responsabilidad orgánica y afirma que no ha cumplido con su objetivo.
Asegura que piensa que todavía no he logrado lo que buscaba poque pasa por ser un trabajo constante de sensibilización de la sociedad. “Yo solo no puedo recuperar el verdadero equilibrio de una sociedad democrática. Tiene que ser una opción popular, de la sociedad. Solo doy ese punto de vista”, añade convencido.
Sobre la nueva Ley de Memoria Democrática, afirma que “es muy timorata y se queda en lo formal” y añade que en toda España “quedan muchos lugares con fosas comunes” y pide una condena explícita para los “criminales que asesinaron durante el Franquismo”. Llama también a que los pequeños estudien en las escuelas, con la verdad por delante, lo que ocurrió en este periodo negro de la historia española.
Visita a Castronuño y Valladolid en busca de una sociedad más democrática
Francisco Martínez estará en la provincia de Valladolid este lunes y martes. Presentará su último libro en Castronuño el día 12 de diciembre en el Salón Cultural, desde las 20.00 horas y un día más tarde en la capital vallisoletana, también desde las 20.00 horas, en la sede de Izquierda Unida que se ubica en la calle Jardines 1. En estos dos lugares, nuestro entrevistado asegura que quiere “difundir el contenido de su libro” en busca de una sociedad más democrática.
“Me gustaría que el futuro fuera como he querido toda mi vida. De libertad absoluta de las personas. Que todas tengan acceso a la cultura, sin reservas, y que sea gratuita para todos. Me gustaría tener una sociedad más equitativa, libre y democrática. También más colectiva. Que no se piense en unos pocos por encima de los demás”, finaliza.
Lo hace Quico, el último guerrillero antifranquista de 97 años que vivió el terror y sorteó a la muerte.