La peña de amigos, que nos venimos reuniendo periódicamente en el Argales de los Lomas, salimos “airosos” del exquisito almuerzo navideño que nos proporcionó César padre, con la ayuda de su hijo saharaui Azdmán, quien dedicó todo el esfuerzo a la mesa donde, en esta ocasión, éramos diez.
Fue todo el menú de una exquisitez extrema, era el primer día de Navidad, coincidiendo siempre con la lotería, y había que celebrarlo aunque no nos haya tocado nada, como siempre.
Pero había que “dar la cara” porque, en términos taurinos, fue un festejo de lujo donde los “toreros” -léase los comensales- vinimos dispuestos a dar cuenta de todo lo que saliera por “chiqueros”, en este caso por la cocina del Argales 2.
Y lo que salió por “toriles” fue gloria bendita en forma de productos del mar pleno. Y es que como explica el spot “El País Más Rico Del Mundo", refiriéndose a España y narrado por el chef español José Andrés, quién remata: "sienta la grandeza y la diversidad de nuestros productos”.
Pues eso sentimos nosotros en el mediodía de ayer, cuando empezamos a saborear la fresquísima y riquísima nécora gallega llena de contenido. E inmediatamente llegaron tres fuentes con sendos bueyes de mar rellenos, de un aspecto de frescura sin par, y de un mejor comer.
Luego continuamos, sin respiro alguno y entre trago y trago del frío cava, con unas cigalas de tronco (tamaño XX que diría Lomas) que fueron de un comer exquisito, No faltó la mayonesa para quien quisiera rociarlas. Tocamos a dos per cápita.
La cosa siguió a la perfección, porque cuando aún nos estábamos relamiendo de lo citado, llegaron tres fuentes de gambas blancas de Huelva (a cinco cada uno) que nos quitaron el sentido de lo frescas y bien planchadas que estaban.
Y seguimos con el guion que previamente nos había enviado César por wasap.
Tocaba el turno a los moluscos; en esta ocasión unas almejas finísimas en salsa verde y con tropezones de vieira. Realmente sensacionales porque se dejaron mojar hasta quedar limpia la cazuela. El cava volvió a ocupar su sitio y quedaba un regusto entre sorbo y sorbo inigualable.
El remate de la comilona fue con salmonetes
Enharinados levemente, sin pizca de aceite, delicados y a la vez sabrosos resultaron los salmonetes que, con tres por barba, rematamos la comilona navideña. El cava, sorbito a sorbito seguía siendo primoroso (con un sorbito de champán…que cantaban Los Brincos y el Dúo Dinámico). Otros, optaron por un tinto crianza ribereño, y algunos como un servidor por su clásico clarete con gas.
Y la sorpresa llegó cuando César nos mostró un espléndido roscón de reyes que tras trocearlo lo devoramos con fruición. Incluso hubo alguno que repitió. Cafés y a la mesa para el consabido mus. Trato exquisito de Lomas, incluso en el precio. La cosa quedó para repetir, aunque en la próxima sea con un menú del día, pero las buenas costumbres con los amigos no hay que perderlas.
¡Feliz Navidad!