Volvimos a las andadas donde César Lomas (Argales 2). Nuestro amigo Miguel Poveda -el floristero, nada que ver con el gran cantaor catalán- ha sido abuelo de una preciosa nieta de nombre Luna y había que celebrarlo. Ya lo hizo invitando al resto de la peña, pero no pude acudir y tuvo la generosidad de invitarme en esta ocasión, aunque el resto pagó a escote, como suele decirse.
Empezamos con una cazuela de gamba blanca al ajillo, de esas de toma pan y moja, seguido de dos fuentes de gamba plancha y un buey de mar relleno, tan bueno como el del jueves pasado.
Seguimos con un salpicón de marisco bien surtido y sabroso. Y todo ello degustado con un magnum de cava bien frío.
Segundos platos contundentes pero para disfrutar
César se dejó de exquisiteces marisqueras y nos plantó en la mesa uno de los platos más contundentes que he comido en todo el año: fuente de huevos fritos y otra de dados de patatas y morcilla cigaleña. Todo un lujo. Obviamente, de todo ello dimos buena cuenta.
Y por si fuera poca la fuerza la de los platos anteriores, Lomas había puesto a asar cuatro medias cabezas de lechazo que a mí me encantaron. Son platos de casquería que no todos admiten, pero a César y a uno le privan; será porque soy hijo de carnicero y siempre hubo en casa estos manjares. El resto rehusó.
Rematamos con unas mandarinas para rebajar grasas y luego los cafés, chupitos y al consabido mus. Gracias por tu invitación Pove. Nuestra bienvenida al mundo a Luna. Ya verás cómo te cambia la vida tu nieta. Son adorables.