Del conocidísimo Sol y Sombra al novedoso Pisco Pacha, pasando por un habitual de toda la vida como el ron cola. Todo esto y mucho más le ha valido a la coctelería vallisoletana de El Niño Perdido para colocarse entre una de las mejores del país y en ser la primera en recibir en nuestro país, fuera de Barcelona y Madrid, las tres estrellas 'Michelin' de la prestigiosa lista de Top Cocktail Bars. "Aparte de la alegría que nos hemos llevado es una reafirmación del trabajo bien hecho y saber que vas conquistando plazas que a priori son inaccesibles. Estamos compitiendo a nivel sin ningún tipo de complejo", señala en declaraciones a este periódico Juan Valls, barmanager del local.
Situado en la calle Esgueva número 16, en un bajo del siglo XIX y en pleno centro de Valladolid, El Niño Perdido lleva compitiendo entre los grandes de tú a tú desde "hace varios años". Esta ha sido la ratificación de esta apuesta por lo nuevo y el cuidado de todo lo que rodea la experiencia, ya que este reconocimiento no solo tiene en cuenta el producto protagonista, que es el cóctel, sino todo lo que lo rodea: servicio, ambiente, detalles, etc.
Hace 12 años que la aventura comenzó para este vanguardista negocio y estos poco más de dos lustros le han valido para situarse entre las coctelerías "principales del país". "Es conocida a nivel nacional y europeo. Hemos ganado un montón de competiciones individuales", subraya Valls, al tiempo que pone en valor las fórmulas que usan para conquistar los paladares de vallisoletanos y visitantes.
"Son muy creativas. Buscamos ingredientes con aplicación de nuevas técnicas de cocina, ya sea un trabajo con encimas, estabilización de zumos... estamos trabajando mucho con producto de temporada, poniéndolo en valor: si es época de tomates pues hacer algún tipo de destilado con él, clarificados, etc. Todo este tipo de cosas, aplicar técnicas de vanguardia en un formato muy creativo", explica el barmanager a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León.
Sin embargo, Juan Valls asevera que "por mucho que queramos hacer alardes técnicos a la hora de elaborar un trago, no tiene que dejar de ser un producto que lo primero que tiene que hacer es conquistar el paladar del cliente". En este sentido, puntualiza que, por ejemplo, si el cóctel lleva naranja, "necesitamos que notes la naranja muy evidente, muy fresca y que no te genere rechazo ni te asuste". "La idea es todo este tipo de técnicas aplicadas a un servicio de barra, que es mucho más campo de batalla que podría ser un menú de estrellas michelín", insiste, ya que el hecho de ir a tomar algo, "son impulsos o gastos mucho más accesibles a todo el mundo", por lo que los sabores y la oferta ha de ser "muy variada" para "satisfacer todo tipo de gustos".
Aunque su público objetivo son los vallisoletanos, El Niño Perdido no cierra las puertas a nadie, y por eso están "acostumbrados" a convertirse en un "local destino" de aquellos que van desde el norte al sur o que tienen fijada una visita a la ciudad. "Hacemos menús de bebida cada año, cuando sacamos la novedad sí que notamos que hay gente que hace por venir a vernos. Mexicanos, ingleses, franceses y portugueses sobre todo", añade el barmanager.
Ahora bien, Valls aclara que, aunque el gusto del vallisoletano "no" sea diferente al visitante de fuera, si admite que a su clientela fija, que tienen "mucha", hay que estimularla para que "no se aburra y se motive" a seguir acudiendo hasta esta coctelería de referencia.
Eso sí, el "rey", como lo califica el barmanager, siempre será el combinado, aunque están empezando a notar de "estos años a esta parte", en especial con un "montón de gente joven", es que esa percepción "va cambiando". "Se abren a nuevas experiencias y oportunidades sin tener que dejar el JB con cola, pero a veces te vas atreviendo de vez en cuando, entonces es un trabajo de pico y pala", destaca.
Creatividad, mimo, productos de temporada, vanguardia, un cúmulo de ingredientes que hacen de El Niño Perdido un lugar referencia en España en el mundo de los cócteles, pero que no solo se basa en eso, en el producto, ya que esta local es un cúmulo de múltiples factores.
Por eso, también trabajan lo que ha denominado Valls como "guiños". Por ejemplo, durante los meses de invierno en Valladolid, que es "muy fría", cuando entra el cliente le dan un saquito con cereales calientes para mientras piensa lo que va a pedir, así como un "montón de distracciones" para que el visitante, desde que entra hasta que sale, "se sienta atendido". "Queremos generar algún tipo de recuerdo para que no se fije solo en la bebida que no deja de ser solo una parte de la experiencia", sentencia.
En definitiva, una coctelería vallisoletana con estrellas 'michelín' que nada tiene que envidiar a las grandes y "a priori inaccesibles" de ciudades como Madrid y Barcelona. Valladolid se sitúa a la vanguardia de este sector con El Niño Perdido.