Nombre: Roberto Domínguez Díaz. En los carteles Roberto Domínguez. Nació en Valladolid el 21 de febrero de 1951, Domínguez tuvo el antecedente de su tío Fernando para iniciarse en el toreo.
Roberto Domínguez ha sido, con diferencia, el torero más importante que ha dado Valladolid en su historia taurina. Su tío Fernando, del que hicimos referencia en esta sección hace unas semanas, fue su espejo y mentor.
Sus primeros pasos en el toreo
La ganadería de Molero Hermanos fue como su casa; allí tentaba desde niño con su tío Fernando, hasta que este lo coloca en un festival en Segovia siendo presentado de esta forma en público. Era la llegada de un nuevo torero y la despedida de un gran diestro como su tío Fernando.
Debutó en público en Segovia en 1966
El cartel lo componían: Fernando Domínguez, Manolo Lozano (propietario del coso segoviano y el último apoderado que tuvo Roberto Domínguez), los hermanos José Luis y Gabriel de la Casa y el incipiente novillero vallisoletano. Su tío Fernando tenía 59 años y su sobrino Roberto 15.
Ese invierno y la primavera de 1967, se entrena a fondo bajo las enseñanzas de su tío. Sus padres no se oponen mientras siga estudiando en el Instituto Zorrilla. No le ocurrió como a su tío Fernando, al que su padre, Cleto el carnicero, se opuso rotundamente tras haber sufrido durante la carrera de su hijo y la probatura de su otro hijo Carlos. Su tío empieza a mover los hilos para que Roberto, una vez tomada la decisión de ser torero, inicie su carrera y pueda debutar de luces.
En Lorca debuta de luces con fracaso
De la mano de Jumillano padre (empresario de Lorca), debita de luces un 12 de marzo de 1967, es el debut que sueñan los aspirantes a novilleros, pero a Roberto le salieron mal las cosas. Fue un mano a mano con un tal Curro del Alba, quien dos años más tarde tomaría la alternativa en Alicante como Dámaso González. Los erales de Martín de Yeltes (Jumillano) no dieron el juego apetecido, o Roberto no encontró la forma de meterles mano. Lo cierto es que fue un fracaso, hasta el punto de que un aficionado le gritó: “chaval escoge otra profesión, esto no es lo tuyo”.
14 novilladas en dos temporadas
Dos años tuvo de aprendizaje en la difícil profesión que había elegido el sobrino del gran Fernando Domínguez. En ese tiempo actuó en 14 festejos sin caballos.
De mi libro 'Roberto a Secas', publicado en 1992 coincidiendo con su retirada, extracto un comentario que haría el toreo sobre sus comienzos: “Después de Lorca toreé con Zapico -un buen amigo leonés que toreó muchísimo de novillero- en Carballo, Ginzo de Limia y Aguilar de Campóo. En Burgos con Curro Vázquez. En Palencia, Corella, Medina del Campo, dos tardes en Tordesillas, Pedrajas de San Esteban, Carbonero el Mayor y Segovia”.
Son escasos los festejos en dos temporadas, pero los estudios le restan tiempo para lo que más le gusta, que es torear. Había que satisfacer a las dos partes: a su madre, Angelita, con los libros, a su padre, Félix, con el toro. Y en el centro de la pasión su tío Fernando. Eso sí, no le costó ni un duro por las gestiones de su tío. En aquella época, y en todas, los aspirantes a novilleros han tenido que pagar sus tributos por torear…
Debut con picadores en Guijuelo
La fecha fue la más taurina: 15 de agosto de 1969. A través del taurino y empresario Giráldez quien monta un mano a mano entre un tal Antonio Luis y el debutante vallisoletano, que ese día estrenó su primer vestido de torero: un verde manzana y oro costeado por sus hermanos y confeccionado por la sastra de toreros Nati.
En Azuaga se alumbraron con las luces de un circo
Dos días más tarde volvía a torear. En esta ocasión fue en la pacense Azuaga, en una novillada organizada también por el empresario Giráldez. Hizo el paseíllo con Antonio Luis y con el veterano Antonio Porras, lidiando novillos de Hijos de Juan Luis Fraile. Hubo triunfos para todos, pero la tarde se echó encima y no había luz. La cercanía de un circo con la plaza de toros permitió que los focos del circo iluminaran el coso y finalizara la novillada con total éxito.
Fueron tres novilladas y cuatro orejas en esa temporada de 1969; un escaso bagaje, pero ni había apoderado ni “caballo blanco”, sólo estaba su tío Fernando y algún que otro amigo de la familia que le echaba una mano. Se imponía en aquella época el pagar por torear, pero esto no entraba en los planes del torero ni de su familia.
Esos años se sobrepasaban en España los más de mil festejos taurinos, sin contabilizar las novilladas sin caballos. Pero la gente no llenaba las plazas de toros. Había crisis taurina. Cuando se publicó mi libro “Roberto a Secas”, en 1992, lo comentaba Ricardo Díaz Manresa en El Ruedo refiriéndose a aquellos años: “El público no va a los toros, hay que ofrecer autenticidad y cambiar las estructuras empresariales. Están desfasadas”. ¿Les suena esto?
1970: tres novilladas en Francia y cobró 100.000 pesetas
En esta segunda etapa le ayuda y representa Manolo Blázquez, matador de toros de Medina del Campo, ya fallecido, al que apodaban íntimamente como “El Sedas” por su exquisito temple a los toros. Estuvo en activo durante nueve temporadas y fue un torero digno, según figura en el Cossío. Tuvo gran cartel en Barcelona y no llegó a confirmar en Madrid a pesar de haber actuado como novillero.
Blázquez tenía buena relación con la Casa Balañá, y ello le permitió torear tres tardes casi consecutivas en tierras galas: Vichy, Lunel y Ceret. Y además cobró cien mil pesetas por las tres tardes. Fueron novillos serios como los de Huber Yonnet, Conde de Cabral, etc. pero daba igual, había que torear lo que fuera y cobrando, nada fácil en aquella época en España. Debieron saberle a gloria los veinte mil duros de Francia al torero, y se demostraba que, “sin milagros”, los novilleros podían torear sin pagar. Fueron sus compañeros de terna Germán Urueña y Pascual Mezquita. Con una novillada en las ferias de Medina del Campo finalizó Roberto su temporada de 1970. Otro bagaje corto, pero el caso es que Roberto fuera adquiriendo oficio.
Domínguez alabó esa etapa con Manolo Blázquez que duró hasta que tomó la alternativa: “Manolo Blázquez me ayudó mucho en esa época; mi tío Fernando estaba ya muy mayor y yo busqué mi independencia para afrontar una lucha que esperaba muy dura”. Y tan dura que fue etapa donde reinaban en el escalafón Galloso, Chibanga y Manzanares, un poco más abajo estaban los Capea y Robles. Todos ellos con padrinos y dispuestos a liderar el escalafón de los novilleros; había apoderados fuertes y apoyos de todas las partes.
Fuente: libro 'Roberto a secas' (1992), biografía de Roberto Domínguez por Santos García Catalán.