A medida que van pasando los años me recuerda este festival a aquel que tanta solera llegó a tener el organizado durante 50 años por los hermanos Peralta en mi querida Ciudad de los Almirantes, Medina de Rioseco. Nacho de la Viuda está poniendo año tras año los cimientos para conseguir tan magna empresa, y los resultados dan fe de ello.
Tarde grande en la localidad de La Flecha, mucha gente antes del festival por las calles aledañas y por los establecimientos hosteleros, en los que resultó tarea casi imposible degustar unas viandas antes del comienzo del mismo, y lleno en los tendidos con una gran presencia de gente joven que ha querido aportar su granito de arena a la Asociación de Esclerosis Múltiple. Amenizó el festejo de forma magistral la Sinfónica de Arroyo de la Encomienda.
Abrió el cartel el rejoneador Leonardo Hernández que trajo a La Flecha una cuadra en la que se mezclaban caballos noveles, como el que hizo el paseíllo, con otros más veteranos como el que utilizó en la suerte de banderillas a dos manos. Lidió un novillo de El Canario, bien presentado, como el resto de los que se lidiaron, que salió con muchos pies y que a base de temple y llevándolo encelado en la cola del caballo le paró.
La faena transcurrió entre la frialdad del público provocada por la condición del novillo que pecó de poca transmisión, la falta de acierto de Leonardo al clavar y la falta de rodaje de los caballos. Destacó el rejoneador cordobés en las banderillas a dos manos. Se atascó con el rejón de muerte. Ovación.
El Cordobés abría el cartel de la lidia ordinaria, recibiendo al primero de Palla por verónicas a pies juntos alternándolas con el compás abierto. Ya en la faena de muleta, tras brindar al público, dio tandas por el pitón derecho y por el izquierdo sin esa frescura a la que nos tenía acostumbrados, si bien es cierto que el novillo transmitía poco. Mató de estocada con derrame. Ovación tras petición.
El segundo lugar de la lidia ordinaria correspondía a unos de los toreros más puros que hay en el escalafón, Diego Urdiales, que llenó el coso de La Flecha de torería tanto en su recibo capotero como con la muleta. Le tocó un novillo en suerte que a lo largo de su lidia fue cambiante, igual que se paraba en un cite que en el siguiente se arrancaba con fuerza, marcándolo más a partir de las banderillas.
Estuvo muy firme con él el torero riojano, templándolo tanto con la mano derecha como con la izquierda. No era fácil estar con él, y más a estas alturas de temporada, dado que el de Palla al inicio de cada tanda te regalaba dos embestidas y en la tercera te apretaba, condición que mostró por ambos pitones. Mató de pinchazo y de estocada. Ovación tras petición de oreja.
Miguel Ángel Perera lidió el corrido en cuarto lugar, tercero de lidia ordinaria, que recibió con el capote por verónicas con mucho temple y gusto, metiendo los riñones y con el mentón hundido. No se le notó el principio de temporada al extremeño que se metió al público en el bolsillo. Torero muy poderoso con un gran sentido del temple estuvo muy por encima del novillo.
Enjaretó series de mucho mérito tanto por el pitón derecho como por el izquierdo, llevando al novillo muy cosido en la muleta pecando quizás en algún momento de acortarle en exceso las distancias. Cuando el novillo se rindió al poderío de Perera, éste aprovechó para meterse entre los pitones y desatar el entusiasmo del público. Mató de estocada, cortando dos orejas.
En quinto lugar, cuarto de la lidia ordinaria, saltó un novillo bien presentado, como todo el festival, que tocó en suerte a Daniel Luque quien tiene el mismo sitio que en la temporada pasada. Daba gusto verle, tanto en el recibo capotero como con la franela. No vamos a descubrir ahora el buen concepto que tiene el torero de Gerena, pero lo cierto es que tiene una clase, una torería y un gusto exquisito.
Ya sólo la suavidad con la que coge los engaños y como compone la figura. Alternó series con la mano derecha y con la mano izquierda llenas de enjundia, temple y gusto, con un novillo como el resto de la corrida que no llegó a romper. Terminó con luquecinas, matando de pinchazo hondo y descabello. Ovación.
José Manuel Serrano, novillero con picadores y torero de la tierra, se ocupó de la lidia del quinto de lidia ordinaria. Recibió al de Palla con verónicas rematado con una revolera llegando mucho al público.
Ya en la faena de muleta, tras brindar a sus compañeros de cartel y al público, alternó series de buen trazo tanto por el pitón derecho e izquierdo, con otras que, debido a la condición del novillo, no tuvieron ligazón. Embestida un tanto incierta e incómoda la de este novillo que no le dejó estar todo lo a gusto que le hubiera gustado. Mató de pinchazo y descabellos.
Cerraba la tarde, el novillero sin picadores salmantino, Marcos Pérez. Todo lo que este humilde cronista plasme se queda corto. Es un niño prodigio. Ya hace muchos años, después de verle torear y hablar llegué a la conclusión de que tiene el toreo en la cabeza. Es una maravilla. Será figurón del toreo. En el recibo capotero estuvo sensacional, enjaretando rodillas en tierra dos afarolados para después en pie recetar unas verónicas con el compás abierto llevándoselo hasta los medios.
Quitó por chicuelinas muy ajustadas y con sello propio provocando la locura en el público. Tras brindar la faena al respetable, estuvo sensacional con un animal de poca transmisión en el que lo tuvo que poner todo él.
Inició la faena con un pase cambiado por la espalda que le quitó el polvo de la calzona, para a continuación tirar del novillo por ambos pitones.
Hizo lo que quiso con él, siempre ayudándole y dándole la salida por donde la pedía el de Palla para que la intensidad de la faena no decayera. Es listo hasta para eso. Mató de estocada. Dos orejas y rabo más que merecidos. Sin duda, es un soplo de aire nuevo para la tauromaquia. Yo sólo pido a Dios que no se “aburra” en el camino porque al final del mismo encontrará la gloria del toreo.
Entre el público se encontraba el consejero de Cultura, Turismo y Deporte de la Junta de CyL, Gonzalo Santonja, junto a su esposa; ambos son buenos aficionados.