Hace tres años, el 14 de marzo de 2020, la vida de todos los castellanos y leoneses cambió por completo de la noche a la mañana. La expansión de la pandemia de la Covid-19, de la que pocas semanas antes se habían registrado los primeros casos en España, obligó al Gobierno a decretar el estado de alarma y el confinamiento de la población en sus viviendas. Una situación que se asemejaba más a una película distópica o de ciencia ficción que a la realidad y que golpeó de repente a toda la población, parándose en seco la vida normal de todos.
La pandemia trajo consigo repercusiones a nivel sanitario, social, político, económico y laboral, pero esa reclusión forzosa en las viviendas, unida al impacto de ver cómo centenares o miles de personas morían cada día a causa de una desconocida enfermedad, supuso un fuerte impacto también en la salud mental. La psicóloga Blanca Villa, que ejerce su profesión en Valladolid, asegura, tres años después del inicio del confinamiento, que los efectos de la pandemia en la salud mental han llegado "para quedarse" en la vida de los ciudadanos y apuesta por "la construcción de comunidad" para abordar esta problemática.
Pregunta.- Tres años después del inicio del confinamiento, ¿diría que supuso un antes y un después para la salud mental en España?
Respuesta.- Sin duda. Supuso un antes y un después porque desde aquel momento se empezó a conocer mucho más la salud mental, empezó a ser mucho más reconocida y se vio la necesidad de que la atención sanitaria fuese más accesible. Creo, además, que contribuyó a quitar un poco el estigma de las problemáticas mentales.
P.- ¿Ha notado durante estos tres años un incremento de personas que vienen a la consulta por temas relacionados directa o indirectamente con lo vivido aquellos meses?
R.- Sí que hay un porcentaje alto, sobre todo en lo que se refiere a las personas jóvenes. Se observa mucho que algunos no han superado ese momento de parón porque sienten que han perdido años de vida y años de disfrute. Y de alguna forma intentan recuperarlos a toda costa y no encuentran la manera.
P.- Concretamente, ¿cuáles suelen ser los problemas más habituales que presentan estas personas?
R.- Ha habido un gran aumento de problemáticas relacionadas con la ansiedad en personas que ya tenían problemas psicológicos, problemas de pareja o problemas familiares para las que la pandemia supuso un parón en el que no seguía la vida y no generaban recuerdos nuevos, con lo que sus sintomáticas aumentaban.
Mucha gente viene y te dice que desde entonces se encuentran peor, porque eso agudizó mucho todos sus problemas, al no seguir la vida normal.
P.- ¿Ese impacto de la pandemia en la salud mental ha llegado para quedarse? ¿No volveremos a ser los mismos?
R.- Sí, creo que ha llegado para quedarse, creo que nos hemos vuelto mucho más ansiosos y mucho menos tolerantes a la frustración. Nos estamos volviendo muy individualistas y es importantísima la construcción de comunidad de cara a abordar los problemas de salud mental, porque si los abordamos de forma egoísta no vamos a ayudar a nadie. Es importantísimo que el paciente tenga redes de apoyo fuera de la consulta.
La parte positiva es que como hay mucho más conocimiento sobre la salud mental eso puede ayudar a las personas más jóvenes a reconocer que es lo que les está ocurriendo.
P.- ¿Hay algún tipo de trastorno que se haya visto especialmente afectado por la pandemia?
R.- Antes de la pandemia ya se venía observando un aumento de trastornos narcisistas y psicóticos y creo que la pandemia los ha agudizado. La escasez de tiempo de calidad de muchos padres hacia sus hijos a raíz del confinamiento creo que fue un factor clave. Ese agudizamiento, además, nos indica que algo está ocurriendo a nivel social.
P.- En cuanto a rangos de edad, ¿quiénes han sido los más perjudicados por el impacto de aquella situación?
R.- En cuanto al número de personas que me han llegado a la consulta, sobre todo jóvenes, pero yo creo que nos ha afectado a todos. Esa ansiedad, esa baja tolerancia a la frustración y esa necesidad de recuperar tiempo perdido creo que ha afectado en general a la población.
Pero a los jóvenes especialmente, al ser más vulnerables y tener menos recursos y mecanismos de afrontamiento.
P.- ¿Algún otro colectivo o grupo de población que crea que se ha visto especialmente perjudicado?
R.- Hay que tener en cuenta las variables socioeconómicas porque no es lo mismo estar encerrado en un piso de 100 metros cuadrados que en uno de 50 con cuatro personas más. Y en las personas mayores también lo he notado, porque no tuvieron la estimulación cognitiva que necesitaban y eso ha podido agravar inicios de demencia o de deterioro cognitivo.
P.- En aquellos que ya contaban con patologías previas, ¿ha notado un empeoramiento significativo a raiz de la pandemia, una mejoría o no ha habido cambios reseñables?
R.- A grandes rasgos, en general, un empeoramiento. Pero hay gente que sí que te dice que la pandemia y el confinamiento le supuso un alivio, un alivio mental por un parón en su vida, por el estrés brutal al que estamos sometidos. Eso nos tendría que hacer reflexionar sobre el modelo de vida y sobre las presiones que tenemos.
Pero la parte negativa es que las personas con patologías previas, por lo general, se estancaban, al no tener experiencias nuevas y no generar recuerdos nuevos.
P.- Más allá de la pandemia, ¿cuáles son los principales retos que, a su juicio, tiene la salud mental actualmente en España?
R.- Creo que se está dando más visibilidad a la salud mental porque ahora, por ejemplo, sí que vemos noticias de índices de suicidios que antes no veíamos porque estaba vetado totalmente. El principal reto es que se haga conocida entre las personas de más edad y que se desestigmatice, que sea más accesible y que no haya tantísimas listas de espera a nivel público. Deberían incrementarse las plazas PIR y debería haber más número de psicólogos por ciudadano.
También hace falta más dinero para investigación, porque cada persona tiene un transcurrir de su sintomática distinto y unas características individuales. Falta muchísima investigación.