Había que empezar la primavera degustando los productos que trae la madre naturaleza: espárragos blancos de Tudela…de Duero y caracoles.

Y el sitio elegido fue el Ángela. Tiempo hacía que no visitaba este legendario restaurante pucelano. La verdad es que en mi barrio se está de maravilla y tenemos de todo, (ya me cuesta desplazarme al centro y salir de la rutina) pero cuando me escribió Juanjo, sumiller y alma  mater del Ángela, junto a su hermano Chuchi, para ofrecerme los primeros espárragos tudelanos, (los del Duero) y caracoles del terreno, (la primavera llegó) ni lo dudé.

Y mientras degustaba uno de mis claretes preferidos, (Viña Picota, del que fuera gran bodeguero de Corcos del Valle: Félix Salas) con una impresionante tapa de cecina que llevó Chuchi, uno se puso a recordar aquellos viejos tiempos, cuando uno, en 1987, llegó a Pucela a la extinta Antena 3 de Radio, ubicada en el Hotel Olid Meliá, en la Plaza de San Miguel, justo al lado del Ángela. “El pasado nunca muere en nuestra mente”.

En aquella etapa visitábamos con asiduidad el Ángela, -qué frituras más deliciosas hacía aquella mujer, doña Ángela, la matriarca de los Alejo- y qué triste que sus hijos Ángel y Santi nos dejaran tan pronto. En fin. La vida.

Espectacular la cecina con mi clarete preferido (Viña Picota)

Cuando iba de camino en el bus me llegó un mensaje de Juanjo: “No podré darte un abrazo, estoy en Lerma en los premios los Zarcillos de Oro”. No te preocupes, que Chuchi me atenderá de maravilla, le contesté.

Jesús, Chuchi para los amigos, es el tercero de la saga hostelera y, junto a Juanjo, gran sumiller y buen degustador de exquisiteces, llevan las riendas del Ángela junto a Teresa, su mujer, una catalana de nacencia pero pucelana de corazón, y guisa también como lo hacía su suegra. Por cierto, ambos, Teresa y Chuchi tienen una hija, Lucía, que ha optado por apartarse de la cocina y estudia Ciencias Políticas en Salamanca. ¡Juanjo sigue solterón y con buena vida desde siempre!

Bueno, a lo que vamos. Al condumio. Tras saborear la cecina, y dejar de mirar al pasado, trajo Chuchi unos espárragos de temporada, de la vecina Tudela de Duero, de un blanco inmaculado, a los que añadió un generoso chorro de virgen extra del terreno, (Arbequina de Pago de Valdecuevas, Rioseco) que les dio más esplendor si cabe. Templados, al punto de sal y bien pelados resultaron de un manjar exquisito. Con decirles que del Arbequina no quedó señal alguna; los “barquitos” navegaron…

Un deleite los espárragos tudelanos de temporada que, con el “oro líquido”, supieron a gloria bendita!

Lo siguiente, fue como una “corrida a puerta cerrada”, o mejor dicho “como una ganadería entera”. Unos caracoles bien condimentados hasta el punto de que al final de la “corrida”, en el fondo de plato quedaba como una especie de sopa, con el aditamento de la salsa, clara de huevo y tropezones en miniatura de jamón del bueno. Ni que decir tiene que, previsor, Chuchi, entre los cubiertos había una cuchara con la que dimos cuenta de la  "sopa caracolera", donde no faltaron un par de "barquitos". Sublime, oiga.

Los caracoles del terreno todo un manjar

Lo del postre fue espectacular; Chuchi nos ofreció una torrija, hecha al instante por Teresa, acompañada de una bola de helado y un barquillo. Espectacular la combinación.    

El postre

                

Javier Angulo (exdirector de la Seminci) y su amigo Luis García (Madison Agency), estaban en otra mesa. Y cuando nos hallábamos degustando un cremoso café, acompañado de dos pastas de hojaldre de Verdejo, se presentaron ambos en mi mesa para saludarnos y recordar viejos tiempos con el cineasta, que además es un taurino de pro.

Tras pedir la cuenta a Chuchi, (35 euros, fuimos invitados al postre y al café)  salí enormemente satisfecho por haber vuelto a pisar el Ángela, y sobre todo por volver a tener treinta y tantos. Hay que repetir.

…”qué toda la vida es sueño y los sueños, sueños son”, que diría Calderón de la Barca