Todo, cuando en la madrugada del 30 de marzo, agentes en funciones de seguridad ciudadana, en el barrio de Pajarillos, observaron a un individuo que caminaba, de forma apresurada, por la calle. Al percatarse de la presencia policial, comenzó a huir.
Al darle el alto, los policías pudieron ver que el varón tenía la mano derecha ensangrentada y la ropa abultada, tanto en el pantalón, como en el abrigo. Le realizaron un cacheo de seguridad localizando debajo de su vestimenta varias prendas como ropa interior masculina, calcetines y pantalones de chándal que llevaban las etiquetas puestas.
Los agentes comprobaron la zona de la que huía y localizaron un escaparate fracturado y dentro del local un adoquín junto al agujero, manchando de sangre al igual que el cristal y en el exterior, junto al escaparate, un cuchillo.
El varón fue detenido y puesto a disposición judicial en la mañana del jueves. Se decretó su libertad con cargos.
A la salida del propio juzgado, el individuo cogía un patinete eléctrico que se encontraba apoyado en la fachada de la calle Torrecilla, perteneciente a los juzgados y se alejaba por Padilla.
Un vigilante de seguridad vio al varón cogiendo el patinete que no era suyo. Estaba valorado en 700 euros. Y fue, de nuevo, detenido por un delito de hurto. El arrestado fue puesto a disposición del Juzgado de Instrucción en funciones de Guardia de Valladolid que decretó su libertad con cargos.