Antonio de la Rosa nació hace 54 años en Íscar, en la provincia de Valladolid. En la actualidad vive en la Sierra Norte de Madrid, concretamente en Lozoyuela. Es un apasionado del deporte y de las aventuras extremas. De esas que parece que no se pueden conseguir, pero que se logran completar a base mucho sudor y esfuerzo. Y, encima, en solitario.
Ha conseguido cruzar el Atlántico a remo. También ha logrado recorrer, en una tabla de paddle surf hinchable el Círculo Polar Ártico. Ha recorrido el complicado trayecto entre San Francisco a Hawai y busca, ahora, completar una navegación desde Australia y hasta Sudáfrica, como afirma en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
El pasado sábado, 22 de abril, Ruteon, una plataforma que se centra en la aventura y que abarca a exploradores y aventureros de nuestro país, le otorgó el premio ‘Aventurero del año’, que ha supuesto “un gran orgullo” para él en un trayecto de aventuras que no ha sido, ni mucho menos, fácil.
Una persona sociable a pesar de navegar en solitario
“Me considero una persona inquieta y sociable. Aunque mis retos los haga en solitario. Soy un hombre muy resiliente. Esto creo que es vital a la hora de poder sobrevivir a estas expediciones cuando navego yo sólo”, asegura Antonio de La Rosa, en declaraciones a este periódico, cuando le pedimos que se defina.
Este auténtico héroe nace en Íscar, en la provincia de Valladolid, hace 54 años. Cuando tiene uno y medio se marcha a un pueblo cercano, a Pedrajas de San Esteban, con la familia. Con 7 primaveras marcha a Valladolid hasta que a los 18 decide partir a Madrid para dar un giro de 360º a su vida.
De pequeño era “un chico hiperactivo”, confiesa. No era buen estudiante. Se divertía dando paseos por el campo. Caminando por el monte. Con la naturaleza y, también, comenzando a practicar los deportes que posteriormente cambiaron su vida.
“Hablando de mi vida, dio un giro cuando me voy a Madrid con 18 años y apruebo la oposición de bombero en la Comunidad de Madrid. Fui uno de los más jóvenes en sacar plaza, con 19 primaveras”, nos cuenta orgulloso.
Ya en el cuerpo comienza a practicar el triatlón y el cuadratlón, que es lo mismo que la primera disciplina pero sumándole la piragua. Pero nuestro entrevistado quería más y comenzó a completar gestas increíbles.
La última gesta
En agosto del año 2019, Antonio de la Rosa se convertía en la primera persona que cruzaba el Océano Pacífico remando de pie en una embarcación de paddle surf. Empleaba para ello 76 días, 5 horas y 22 minutos. Todo para completar la travesía San Francisco, California hasta la Isla de Oahu en Hawai, con un total de 4.750 kilómetros, con una completa autosuficiencia y sin ningún tipo de apoyo externo.
El último desafío extremo que ha completado con éxito ha sido la travesía a vela y remo desde el Cabo de Hornos a la isla de Georgia del Sur, en la Antártida, sobre un recorrido de 2.380. Una aventura que dio el pistoletazo de salida el 7 de enero y que le llevó, durante 26 días sumamente duros, a atravesar las rutas más complicadas del mundo.
“Fueron días durísimos debido al frío y a las fuertes rachas de viento que traspasaban los más de 100 kilómetros por hora. Tenía que hacer un gran esfuerzo físico para conseguir combatir las fuertes corrientes que había”, asegura Antonio.
Sin embargo, y a pesar de las inundaciones que sufrió su embarcación y demás contratiempos, nuestro aventurero consiguió, el 3 de febrero, divisó la isla de Georgia del Sur para completar su hazaña, no sin contratiempos.
Sólo falta el Índico
“El único océano que se me resiste, hasta la fecha, es el Índico. He cruzado a remo el Atlántico, de Senegal a Guayana. El Pacífico de San Francisco a Hawai. El Antártico de Cabo de Hornos a Isla San Pedro o Georgia del Sur y en stand up paddle el Ártico por la costa de Groenlandia”, confiesa orgulloso nuestro entrevistado, que es embajador de la Sociedad Geográfica Española.
Un hombre de los que no quedan. Un valiente, luchador y deportista. Una persona, Antonio de la Rosa, cercana y que sabe sufrir y luchas para conseguir sus logros. Sólo, sin la ayuda de nadie, pero con una mente privilegiada para saber sortear todos los impedimentos que ante él se cruzan.
Un ejemplo que quiere conquistar a remo y en solitario, y seguro que lo consigue, los cinco océanos del planeta.