Segunda y última de la Feria de San Pedro Regalado. Casi lleno en típica tarde primaveral vallisoletana. Se lidiaron toros Domingo Hernández y Garcigrande, de correcta presentación y de buen juego en general, destacando el corrido en segundo lugar. Su lidia y muerte correspondieron a Talavante, un tanto desdibujado toda la tarde, Emilio de Justo en figura del toreo, y Roca Rey que no se dejó comer la partida.

Alejandro Talavante

Si bien es cierto el extremeño no tuvo suerte en el sorteo y pechó con el peor lote del encierro, también los es que la imagen que ha proyectado sobre el albero del coso vallisoletano es la de un torero con falta de ilusión. Con el primero de su lote, del hierro de Domingo Hernández, 546 kg, no llegó a acoplarse con el capote Con la muleta por el pitón derecho le sacó tandas aseadas condicionado por la flojedad del animal.

En un momento parecía que la faena iba a coger vuelos con la mano izquierda, pero la condición del animal y la apatía del propio Talavante frustró lo que podía haber sido y no fue. Mató de dos pinchazos, estocada muy atravesada y siete descabellos. Pitos.

En el segundo de su lote, con el hierro de Garcigrande, de 524 kg, más de lo mismo. Muleteo a media altura con un toro que iba y venía sin demasiada clase. Nos quedamos con las ganas de ver como hubiera respondido el toro bajándole la mano.

Emilio de Justo

Se llevó el mejor lote en el sorteo, un primero de Domingo Hernández, de 578 kg, que sobresalía sobre el resto de la corrida por tamaño y tipo pero en el que el ganadero tenía mucha fe, y vaya que así fue. Se encontró a un torero maduro, en sazón y despejado de mente que viene de reventar Las Ventas. Lo cuajó de principio a fin, tanto con el capote como con la muleta.

Brindó a Roberto Domínguez. Ya desde el inicio con la franela De Justo se encontró a gusto con el toro, metiendo los riñones y el mentón hundido fue alternando series por el pitón izquierdo y por el derecho de un gusto exquisito, con cadencia, templadas y rematadas con un pase de pecho hasta el hombro contrario.

Hoy por hoy será el torero que mejor ejecuta el pase de pecho dotándole de una gran profundidad. Mató de estocada. Dos orejas. Aplausos en el arrastre al toro.

En el segundo, de 492 kg, del hierro de Garcigrande, construyó una faena de mucho mérito, poco a poco fue haciendo al toro que al principio pecaba de ser tardo, pero a base de paciencia y buena colocación, De Justo fue tirando de él aprovechando las inercias de las embestidas. Faena de torero maduro y cuajado. Por ponerle un pero, quizás demasiada larga. Las orejas también se cortan con veinte muletazos. Estocada y oreja. Aplausos al toro en el arrastre.

Roca Rey

No hace falta irse muy lejos ni estar muy inspirado para definir la tarde del peruano en Valladolid, está en su primer apellido, como una roca. Bajo la atenta mirada de Victoria Federica Roca, Rey lidió en primer lugar uno de Garcigrande, de 481 kg en la báscula, que le permitió hacer su toreo presidido por la quietud y la firmeza de plantas en el cite.

Acudía el toro a la muleta del matador galopando y metiendo la cara, desplazándose por los dos pitones, y el peruano lo aprovechó adelantando la muleta llevándoselo hasta atrás hasta que el toro bajó el ritmo y Roca se metió entre los pitones del toro con desplante incluido, provocando el delirio del público. Mató de estocada siendo volteado. Dos orejas. Aplausos en el arrastre.

En el segundo, de Domingo Hernández, de 529 kg, fue fiel a su concepto y elaboró una faena basada en la quietud y en el toreo de cercanías. Un buen toro, al igual que casi toda la corrida, con buen son, tranco y ritmo. Roca Rey le enjaretó series tanto por el pitón derecho como por el izquierdo, hasta que le citó por manoletinas. A continuación le recetó una estocada desprendida. Oreja.

Bonita tarde la vivida en el coso del Paseo de Zorrilla, con una gran afluencia de público y con mucha juventud en los tendidos y en la salida a hombros de De Justo y Roca Rey. Como diría el maestro Manzanares padre “estamos en el buen camino”.