Faela Sainz, la descubridora de La Veneno: “Para mí aquello no fue la bomba”
La vallisoletana nos abre las puertas de su casa para conocer toda su trayectoria y cómo se gestó la historia de Cristina Ortiz Rodríguez
1 julio, 2023 07:00Fue muy sencillo lograr hablar con ella. Desde el primer momento se puso a disposición de este periódico y, con profunda amabilidad, ofreció abrir las puertas de su casa. Es una mujer con energía, siempre sonriente y tremendamente educada. Ella es Faela Sainz, una periodista vallisoletana que, por nombre, a muchos seguramente ni les suene, pero que detrás de ella hay una historia que supuso un antes y un después en la televisión de España, aunque para ella asegura que “no fue la bomba”. “Espera, que apago la radio. La tele no la tengo encendida porque nunca la veo, solo ayer para ver a Pedro Sánchez con el Motos”, esas fueron sus primeras palabras al entrar en su domicilio, que sorprendieron porque es una mujer que estuvo muy ligada al mundo televisivo gran parte de su carrera profesional. Pero esta es una cuestión que desvelaremos más adelante.
Siempre ha querido alejarse del protagonismo, no le gusta porque si nadie la conocía trabajaba mejor. Sin embargo, Javier Calvo y Javier Ambrossi – Los Javis -, la convirtieron en “inmortal”, tal y como ella misma lo define. Ellos fueron los creadores de la serie ‘Veneno’, que cuenta toda la historia de Cristina Ortiz Rodríguez, un icono que rompió todas las barreras de la comunidad trans y visibilizó a todo un colectivo que en los 90 estaba en auge, pero que aún no era bien visto por la sociedad.
Y es en esa historia donde Faela Sainz tiene mucho que ver, pues fue ella, que trabajaba bajo las órdenes de Pepe Navarro en el mítico programa ‘Esta noche cruzamos el Misissipi’, quien descubrió a La Veneno. Aunque el hito de ser la ‘madre televisiva’ de Cristina Ortiz Rodríguez es, a buen seguro, el más mediático, la reportera vallisoletana cuenta con una amplísima trayectoria llena de momentos memorables e históricos del periodismo en España.
Faela fue la periodista que tomó la mano de Dolores Vázquez para tratar de dilucidar el crimen del asesinato de Rocío Wanninkhof, que acabó con una inocente entre rejas. También fue capaz de hablar, dar a conocer y apoyar a Rosa Aragoneses, una joven que fue rociada con ácido sulfúrico por su expareja y a punto estuvo de morir el 14 de febrero de 2002. “No la he abandonado”, recalca en palabras referidas a la actualidad. También ha sido protagonista de episodios que han quedado para la posteridad, como el día que el expresidente del Gobierno Felipe González respondió a una pregunta de una extrovertida reportera sobre si alguna vez había fumado un porro. Esa reportera fue Faela Sainz. Todo en un contexto en el que esta cuestión era romper totalmente con cualquier conducta habitual de la época.
Entrevistas típicas de ‘prime time’ a personalidades como Vargas Llosa o El Buitre, cuando no daba ninguna, en programas de radio nocturnas. Un sinfín de cualidades que hicieron de Faela Sainz toda una periodista única a finales del siglo XX y comienzos del XXI. Pero fue esa noche del año 96 cuando la vallisoletana, madre primeriza siete meses antes, hizo el que, desde luego, ha sido su descubrimiento más mediático, al menos atribuido: Cristina Ortiz Rodríguez, ‘La Veneno’.
“Los travestis hacía mucho que me llamaban la atención y dije que había que hacer algo”, recuerda en palabras a este periódico. Antes del descubrimiento de Cristina, Faela ya había hecho un par de reportajes al respecto, pero su reacción al ver a quien después se convertiría en un icono televisivo en España fue como un ‘flechazo’ a primera vista: “La hostia. En el Parque del Oeste, según bajas hay una fuente, y de repente estaba allí, con aquel traje rojo que era impresionante, toda ella era impresionante, y yo lo dije, lo voy a intentar”, responde cuando es preguntada qué vio en Cristina para decidir entrevistarla.
Una vez hecha la primera entrevista a Cristina Ortiz, que abrió las puertas de su vida, con total sinceridad, espontaneidad y un comportamiento contra cualquier regla televisiva del momento, el cámara, el productor y el de sonido se marcharon a dar una vuelta con el piloto rojo encendido. “Fue entonces cuando se percataron -las demás travestis de la zona- y subieron para donde yo estaba. Lo que yo siempre decía, no eran mujeres, eran hombretones. Fue muy crudo, estaba yo sola y subían para matarme, pero de verdad. Encima llegó el coche con mis compañeros para recogerme y según le ven le empezaron a tirar piedras, y tienen que salir por pies mientras yo sigo allí claro”, echa la vista atrás.
Una situación en la que a la cabeza se vienen muchos pensamientos, pero para la experimentada periodista había uno que prevalecía sobre el resto, su hijo Lucas. “Eran siete meses, lo acababa de tener, yo quería ser madre y fue justo al límite en ese tiempo con 40 años, pensaba: ‘todo este esfuerzo para que me dibujen ahora en tiza en el suelo’”, afirma.
Sus compañeros tenían que volver, no quedaba otra, no iban a dejar a Faela ante esa jauría de personas enfadadas. “Cuando volvieron lo primero que hicieron fue dirigirse a ellos, sacaron la cinta de la cámara y la tiraron por allí. Yo estaba convencida de que la habían cambiado”, manifiesta con rotundidad. Y así fue, sus compañeros habían cambiado la cinta y guardado la que contenía la entrevista que supuso el descubrimiento de La Veneno.
Faela regresó a los estudios y, en verdad, su máximo deseo era no volver al Parque del Oeste, pero sabía que Pepe Navarro iba a pedirle que tenía que traer a la televisión a Cristina Ortiz. Efectivamente, eso sucedió, y a pesar de los ruegos, consciente de que no iba a evitarlo, la vallisoletana se embarcó en un taxi junto a su amiga Cusa y puso rumbo a la misma zona en busca de La Veneno. “Me bajé corriendo y me empezó a decir que le había hundido la vida, que todo el mundo la hacía fotos y que ahora nadie le cogía sus servicios”, relata de aquel segundo encuentro.
El revuelo empezó de nuevo y la periodista no dudó y metió “casi a la fuerza” a La Veneno en el taxi. “La dije: ‘si es que has triunfado, ya lo sabes, es una oportunidad de oro’”, recuerda al tiempo que aclara que en aquel momento solo había travestis con fama figuras como la de Manolita Chen o Viviana Fernández. “Todas las demás estaban metidas en rollos de prostitución y no salían de ahí. Era una vida horrible y eso era una oportunidad para salir y encima dar visibilidad”, matiza.
Desde ahí, fueron años fulgurantes para Cristina Ortiz Rodríguez en la televisión. Se convirtió en un icono de España y Faela Sainz tuvo mucho que ver en esa historia. Tras una dura vida, con desencuentros con sus padres, tener que lidiar con el hecho de sentirse no correspondida en su cuerpo, La Veneno convirtió su historia en toda una montaña rusa, donde el éxito y su carismática personalidad también le llevaron a malos momentos, como el paso por la cárcel, pero eso era algo innato.
Finalmente, acabó falleciendo en noviembre de 2016 en una situación que todavía a día de hoy genera dudas, especialmente en su familia. Una presunta caída fortuita le provocó un fuerte golpe craneoencefálico, en teoría tras consumir alcohol y pastillas, según marcaba la versión oficial. Esto le llevó a luchar por su vida mientras permaneció en coma unos días hasta que finalmente murió. Sin embargo, hipótesis hay muchas y todavía en la actualidad se habla de un posible ajuste de cuentas. “Todo puede ser. Se juntaba con muy mala gente, que iban por el dinero y siempre había peleas”, valora Faela Sainz.
La vallisoletana define a la travesti más icónica de España como una persona muy “burra”, pero con “mucha gracia y entrañable”. De no querer el destino juntar las piezas para que la periodista y Cristina se cruzasen, Faela tiene claro que La Veneno “no hubiera sido nada” entonces. “Hubiera seguido ahí, con sus novios, sus historias, su prostitución y le hubiera pasado lo mismo o parecido”, reconoce.
Su descubrimiento supuso visibilizar a un colectivo que desde el 79, cuando llegó Faela a Madrid, ya se veía mucho. “De repente te encuentras que hay otro grupo social que es de esa manera y que están excluidos totalmente”, relata. Fue un pez contracorriente que se enfrentó a cualquier estereotipo y discriminación hasta convertirse en una abanderada del movimiento. “Estaría encantada. Ni hubiera pasado por su imaginación lo que es ahora, no se sentía icono de nada, ella era lo que era y se acabó. No lo ha visto y es una pena porque ha muerto muy mal, muy deteriorada”, puntualiza la natural de la ciudad del Pisuerga.
La reportera agradece a Cristina todo lo que ha supuesto para su carrera, pero admite que para ella “no fue la bomba”. “En Telecinco me presentaron a Javier Bardají como la descubridora de La Veneno y yo dije ‘joder, he hecho bastantes cosas que eso’, a lo que Santi Botello respondió ‘no sabes el dinero que ha dado eso’. Ellos lo ven como negocio, pero para mí no. Para mí hay cosas como por ejemplo conocer a Dolores Vázquez, el haber estado en su caso con su madre. El haberme puesto siempre en el lado opuesto de todo el mundo, la llamaban hija de puta, mala señora, encima lesbiana… y yo desde el principio que no, que no y que no. A mí eso me supuso como periodista un galonazo”, aclara.
Nunca quiso ser protagonista, prefería el ostracismo y el anonimato. Era una periodista echada para adelante, le daba igual quien tuviera en frente, ella atacaba, hacía su trabajo, despachaba y siempre dejaba el ‘bombazo’. “Nunca daba la cara, estaba muy bien para trabajar porque si lo hacías ya te conocían. Cuando un día pregunto a Felipe González si se había fumado un porro alguna vez me dejaron porque no sabían quién era. Los periódicos se referían a una reportera. Era una forma muy tranquila de trabajar. Te permites hacer lo que te dé la gana”, reconoce.
Ese anonimato en la actualidad ha cambiado. Las redes sociales han hecho de ello una tarea casi imposible para cualquier periodista mantener su figura bajo secreto y, en ese contexto, la propia periodista reconoce que ahora no tiene “nada que ver”. Pero matiza que, de haber convivido con las redes sociales en esa época, su periodismo hubiera sido “la bomba”. “Con todas estas herramientas hubiera estado en el candelero todo el día”, añade.
Recalca que el contexto “ha cambiado mucho” y lamenta que antes el periodismo era “mucho más real”. “Las redes sociales han tenido también su protagonismo, pero yo creo que es la degeneración del periodismo en general”, puntualiza. Precisamente, echando la vista atrás, recuerda su paso como periodista de sucesos. Ahora gran parte de esa información llega a las propias redacciones bien por redes sociales, o comunicaciones oficiales, mientras que antes ese trabajo era desde cero. “Era investigarlo desde el principio, el saber que algo había ocurrido en algún sitio. Yo era una cruzadora de datos fantástica. Daba siempre con las personas, me daba lo mismo una vecina, que el mismo protagonista, lo que fuera, pero iba indagando, llamando, me presentaba en el sitio hasta que daba de verdad con la historia”, subraya.
Faela comenzó sus estudios de periodismo durante la transición española, en el año 79, pero antes había empezado derecho, aunque no le gustaba “nada”. “Yo cuando digo que me quiero ir a Madrid a hacer periodismo mis padres me dijeron que no, pero por circunstancia de la vida al final me dieron el sí. Fue una época preciosa”, echa la vista atrás.
Desde entonces, y hasta 2014, que es cuando se retiró del periodismo como tal, no del mundo laboral, el cambio fue “brutal”. Tras ello, dio el saltó al otro lado de la barrera, previo paso por la Dirección de la recién creada RTVCyL, en el departamento de comunicación de una empresa.
Faela Sainz ha pasado por todas y cada una de las vertientes del periodismo. Su relación con la televisión siempre ha sido muy viva. Ahí fue en el medio donde dio vida a la historia de La Veneno, pero tal y como se indicaba al principio, la televisión permanecía apagada e impasible en su casa. Ella misma reconocía que no le gusta. Suena raro, pero preguntada por qué, la vallisoletana es contundente: “La televisión y yo estamos reñidas. No la aguanto porque sé como se hace y ahora todo es una trampa. Antes era más periodístico y ahora es una puta mierda”, sentencia.
Carismática, echada hacia delante y una periodista de raza. Faela Sainz brilló en los 90 y a principios de los 2000, llevó a la pantalla a La Veneno y dejó innumerables momentos para la historia de España. Ahora, jubilada, vive en la tranquilidad de su Valladolid natal, donde todavía guarda recuerdos de aquella etapa y disfruta de un merecido retiro.