Quería ser policía. Le encantaban las series y las películas sobre ello. Por ello, empezó a estudiar Criminología. Fue allí, en la carrera, donde descubrió distintas salidas profesionales que le llevaron a decantarse finalmente por otra rama laboral, la de detective privado. Roberto, un nombre ficticio dado que no quiere revelar su identidad, como es lógico, es vallisoletano y atiende a este periódico para explicar cómo es su profesión, lejos de los estereotipos. "No somos James Bond ni el Inspector Gadget", bromea.
Él tenía claro que quería dedicarse a alguna rama de la Seguridad Pública, ya fuera Policía o Guardia Civil, pero durante sus estudios cursaron una asignatura sobre la seguridad privada, donde hicieron seguimientos, "obviamente falsos", en espacios abiertos y cerrados. "Desde ese momento empezó a llamarme un poco más la atención", recuerda en palabras a este periódico.
Hizo las prácticas en una agencia de un profesor de su universidad, allí conoció más el 'mundillo' y le enganchó. "Ya me había visto desenvolverme en esas situaciones y le pareció bien esa idea. La buena relación que desarrollamos y la implicación que tuve desembocó en ofrecerme sacarme el título universitario superior de detective privado y trabajar con él en su agencia", explica.
Roberto explica que no tiene una "rutina continua" y su día a día depende mucho del caso que esté realizando. "Igual en un seguimiento tienes que estar ocho horas dentro de un coche vigilando un domicilio, como en otro tienes que estar corriendo detrás de una persona que va haciendo running y se supone que está de baja laboral", relata.
Esto es una de las cosas que más le gusta, reconoce, el hecho de "no tener que estar haciendo siempre la misma tarea". "Lo principal a lo que nos dedicamos es a seguimientos y vigilancias. Después hay que realizar el informe correspondiente que, dependiendo de cada caso, habrá que defenderlo ante un juez o no será necesario", asevera el vallisoletano.
La gran pantalla ha alimentado en muchas ocasiones el estereotipo de esta profesión. Sin duda alguna el detective privado es una figura recurrente para los directores de cine, pero Roberto asegura que "obviamente" no van con la "gabardina beis y con la lupa en el bolsillo". "Pero sí que es cierto que tenemos que pasar desapercibidos ante la situación que nos aborde. Habrá casos en los que tengamos que ir en traje y otros en chándal, no hay nada fijo en este trabajo", matiza.
Aclara que los casos "no se resuelven en un día", por lo que pasar desapercibidos para que no les descubran y poder hacer un seguimiento del mismo es clave. "Cuando la gente me pregunta a qué me dedico y le digo que soy investigador privado, el 90% de la gente me dice '¿cómo en las pelis?'. El trabajo es más o menos similar, pero no somos James Bond ni el Inspector Gadget", recalca con rotundidad.
Y sí, en Valladolid también hay detectives privados. Es aquí donde Roberto desempeña sus funciones y el groso de su trabajo viene desde los despachos de abogados, que contratan a las agencias para lograr "algún tipo de información" que pueda servir de ayuda en los juicios. También los trabajos más realizados "siempre van a estar las bajas laborales". "Las empresas y las mutuas los contratan para hacer seguimientos de algún trabajador del cual sospechen que la baja pueda ser fraudulenta. Podemos añadir también modificación de medidas, tanto en el divorcio como en custodias, seguimientos de familiares a otros familiares para saber si son ludópatas, alcohólicos y algún caso de infidelidades, aunque cada vez menos, solo si están relacionados con algún caso de divorcio, pensión, etc", explica.
El vallisoletano explica que es un trabajo que está en "auge" y lejos ha quedado la época en la que era una profesión "totalmente desconocida" y la gente "pensaba que solo existía en Estados Unidos y en las películas". "En mi caso estoy muy contento con el caudal de trabajo que me ofrecen. El problema es que depende de los casos que lleguen a la agencia, por lo que no tienes un sueldo fijo", matiza.
Preguntado sobre el estereotipo que se puede tener de la figura de detective privado, el vallisoletano puntualiza que la gente se imagina que va "con el periódico agujereado" para sentarse en un banco y vigilar alguien, pero esto es algo que no es así. "Sí que es cierto que los comentarios que oigo sobre mi profesión mayormente son positivos, pero en verdad pocos llegan a imaginarse la dureza del trabajo, es muy sacrificado, no tienes horarios, tienes que soportar condiciones climatológicas que surjan, desde 45º al sol hasta los menos 5º de una madrugada de invierno, pasando por el diluvio más fuerte de cualquier tormenta de otoño", pone de manifiesto.
El principal objetivo del detective privado es dilucidar un caso sin ser descubierto. Y ese es el gran miedo, pues ser identificado es sinónimo de haber "fracasado". La Policía incluso puede ser un delator en algún momento dado, pues si acuden y van a preguntar por qué está grabando o por qué lleva seis horas sentado en un banco, Roberto explica que no le queda más remedio que identificarse con su TIP. "Debe dejarte seguir con tus funciones, pero si el investigado te descubre podría llegar incluso a demandarte", sentencia.
Y así es la vida de un detective privado en Valladolid, una profesión que hasta hace no mucho se pensaba que solo existía en Estados Unidos o llena de estereotipos infundados en la gran pantalla.