Me considero una buena persona, confiada, empática, amiga de sus amigos y trabajadora. A veces demasiado. Tengo mucho temperamento, pero, al fin y al cabo, soy una persona normal”, asegura David Vian de Prado, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

David tiene 42 años y justo ayer sumó 17 como taxista en Valladolid. Le viene de vocación. Siempre le gustó y tras pasar por otros muchos trabajos, obtuvo el carné de camión con el que consiguió el antiguo BTP. Un día, en un bar, vio que en el periódico solicitaban un conductor para taxi y se lanzó a la aventura.

Una aventura que, sin embargo, le ha proporcionado una mala experiencia durante las Ferias y Fiestas de la Virgen de San Lorenzo. Fue en la madrugada del 6 al 7 de septiembre, a eso de las 6.20 horas cuando estaba esperando hacer el último servicio en la parada de la Plaza de Poniente para irse a descansar a casa tras una dura jornada.

Se subieron dos chicos jóvenes que me solicitaron ir a Parquesol, a la calle Hernando de Acuña. Durant el trayecto iban hablando de sus cosas sin intercambiar palabra conmigo”, nos explica nuestro entrevistado.

Al llegar al destino “uno de ellos preguntó al otro si pagaba” a lo que el último “respondió con un sí”. Pagaba con la tarjeta. “Al ponerle el datáfono para cobrar los 10 euros de importe del servicio me dijo que fallaba la tarjeta del teléfono por lo que me dijo que iba a pagar con tarjeta física”, explica nuestro entrevistado.

Pero tras guardar el móvil en el bolsillo “salieron corriendo del coche cruzando los dos la mediana de la calle hacia abajo hasta que se metieron no sé dónde”, explica David, que al darse cuenta de que había dejado el coche abierto, volvió a su vehículo cabreado y dio una vuelta para localizar a ambos jóvenes sin éxito.

“La Policía, en estos casos, poco puede hacer. Ya nos atiende cuando tenemos problemas con los clientes y vienen a socorrernos cuando este cliente no se va corriendo, claro”, añade el taxista, cuando le preguntamos sobre si los agentes pueden prevenir estos sucesos.

Anteriormente, nos confiesa, otro chico se fue corriendo en el Barrio del Peral después de haber hecho otro recorrido y dejando a sus otros tres amigos. También recuerda alguna “vomitona” pero, explica, “pero nada más reseñable”.

“Las fiestas han acabado muy bien. De hecho, lo he comentado con otros compañeros y pensamos que han sido muy tranquilas. Los clientes, en general, se han portado de forma correcta y adecuada, a pesar de las colas y las esperas”, afirma David.

Asegura que el día del ‘simpa’ y el siguiente “tuvo mal sabor de boca” pero afirma que “ha puesto la denuncia ante la Policía”.

 

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