La provincia de Valladolid pasa por ser un auténtico paraíso. De ello, mucha culpa tienen municipios preciosos como es el de Valbuena de Duero. Una localidad que encontramos en la margen derecha que le da parte de su nombre. La otra parte viene de “Valle Bueno”. Se encuentra a unos 43 kilómetros de la capital y goza de una posición privilegiada.

Una localidad de gran belleza, que cuenta en la actualidad con un total de 411 habitantes, según registra el Instituto Nacional de Estadística (INE). Entre su patrimonio principal nos encontramos la Iglesia de Santa María la Mayor del Castillo, que es del siglo XVIII y estilo neoclásico y otras joyas que merece la pena disfrutar.

Entre ellas, en pleno corazón de la Ribera del Duero, con el tinto como joya, llama la atención la Posada La Casona de Valbuena. Ocupa un edificio del siglo XVIII restaurado que cuenta con techos con vigas de madera impresionantes y se ubica a 50 metros del río Duero, concretamente en la calle Francisco Carrascal, 7.

EL ESPAÑOL de Castilla y León habla con José María Raya Aguado. Él es el dueño del lugar y nos cuenta todos los detalles de una construcción que se remonta al año 1784, ni más ni menos.

Terraza de la Posada La Casona de Valbuena

Un economista que llegó a este mundo “de casualidad”

“Soy economista de profesión y llegué a este mundo casi de casualidad. He estado trabajando en empresas públicas de la Junta de Castilla y León, del Estado y también en fundaciones, todas de carácter cultural. Por ejemplo, la del Tratado de Tordesillas, la Expo de Lisboa con el Pabellón de España, España Nuevo Milenio y muchas más”, nos confiesa José María Raya.

Nacido el 18 de junio de 1964 (59 años) en Valladolid capital, casado y con un hijo ya en la universidad, nuestro entrevistado también ha trabajado en la Fundación Edades del Hombre. Precisamente, ese empleo le llevó a descubrir una impresionante casona de piedra en Valbuena de Duero y, casi sin querer, se vio metido en el proyecto de la posada que, poco a poco, ha ido creciendo tanto en volumen como en servicios.

José María cogió las riendas de la Posada-Cafetería La Casona de Valbuena hace 12 años. Reside en la capital pucelana, pero todos los días se desplaza al municipio vallisoletano para atender un negocio de cuatro estrellas, con nueve habitaciones para un máximo de 25 personas y cafetería abierta al público con posibilidad para comer, cenar y celebrar eventos.

José María Raya Aguado

Un edificio de 1784 que conserva toda su esencia

“No tengo ningún tipo de vinculación familiar, ni de amistad, con el mundo de la hostelería ni con el hotelero. Realmente es el primer contacto que tengo con estos sectores. Fue, realmente, un arrebato, lo que hizo que hace 12 años cambiiara mi vida”, nos confiesa el protagonista de este escrito.

El vallisoletano abandonó la seguridad de un trabajo fijo y bien remunerado a ser autónomo, empresario y por cuenta propia. Con unas jornadas sin horarios, pero con la satisfacción de poder vivir de él junto a otros cinco trabajadores con los que cuenta.

Estoy satisfecho por el trabajo bien hecho. Por otro lado, he abandonado una vida cómoda, con descansos los fines de semana, con vacaciones en verano… a una vida normal, por este proyecto”, añade José María.

La Posada La Casona de Valbuena se ubica sobre un edificio del año 1784 que ha sido rehabilitado, siempre respetando los elementos arquitectónicos originales tales como la escalera de madera, el adobe, el suelo de cerámica, las vigas y la piedra.

Una de las habitanciones de la posada

Buena aceptación

“Siempre tuve la idea de contar con una casa rural en la Montaña Palentina. Incluso, estuve a punto de adjudicarme una estación del Tren Burra en Tierra de Campos. La oportunidad de La Casona de Valbuena me vino y la aproveché”, matiza el dueño del negocio.

La Posada con cafetería, terrazas y comedor se posiciona en pleno corazón de la Milla de Oro de la denominación Ribera de Duero, en Valbuena. Desde varias habitaciones podemos ver el Río Duero y, también, la finca Vega Sicilia, al otro lado.

La rehabilitación del edificio antiguo, como señala José María, fue “ilusionante” pero también “larga y costosa”, aunque el resultado “mereció la pena” y posibilitó la apertura de la cafetería y de nuevas habitaciones.

“La posada tiene una buena aceptación y valoración. Me considero uno más en el pueblo. Me recibieron muy bien y hago lo imposible para que ellos disfruten también de la posada. Mi objetivo pasa por consolidar el negocio y, en breve, subir de categoría a Posada Real. El futuro lo veo muy positivo porque el turismo enológico, gastronómico y de naturaleza se está consolidando y esta zona dispone de todo ello”, finaliza nuestro entrevistado.

Una posada única en un entorno mágico dentro de la provincia de Valladolid.

Escaleras de la posada

 

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