El municipio vallisoletano de Valdestillas se encuentra a unos 20 kilómetros de la capital pucelana. Un pueblo que está rodeado de pinares, dentro del Valle del Adaja, y que cuenta en la actualidad y según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) con un total de 1.599 habitantes.

La localidad cuenta con todos los servicios necesarios para establecer un proyecto de vida en el lugar. Servicios médicos, escuela, hay también supermercados para hacer la tan necesaria compra y cuenta con establecimientos hosteleros, tan importantes en los núcleos pequeños de población, para fomentar esa socialización.

EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con un valdestillano de los de toda la vida. José Antonio Carrión nació allí y aún conserva una vivienda en el pueblo, aunque en la actualidad vive en Valladolid capital. Todos los días acude hasta la localidad para adiestrar y dar el mayor cariño posible a sus cuatro bueyes y tres caballos.

Toda la vida a adiestrado a los caballos y lleva 12 haciéndolo también con bueyes. Deja curiosas instantáneas. Los cuatro animales han nacido, prácticamente con él, y crecen día a día mientras este hombre, de 68 años susurra al oído para que se comporten bien.

Una infancia entre animales y la pasión de adiestrarlos

“Nací entre animales, se podría decir. A los 16 años ya iba con mi tío a ferias por todos los puntos de España. De ahí viene mi afición por ellos y el hecho de que, desde una edad temprana, hemos contado con ganado en casa. Ahora, en Valdestillas, cuento con una parcela donde viven mis bueyes y mis caballos”, asegura nuestro entrevistado en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

Este agricultor, está en la actualidad jubilado a sus 68 años. Trabajó desde los 24 en FASA Renault, en Valladolid, pero la agricultura y la ganadería ha sido, a lo largo de toda su experiencia vital, su pasión. Emplear tiempo en ellos, dar un paseo con esos caballos y esos bueyes. En definitiva, cuidarlos, como él mismo confiesa.

Adiestrando bueyes llevo 12 años. Con los caballos toda la vida. Adiestro a los bueyes para el enganche. Para da paseos con ellos por la calle en el carro. Este enganche es muy difícil. Todos los días intento dar a mis animales caricias y los intento mimar lo mejor que puedo. Podría decirse que soy el hombre que susurra a los caballos y los bueyes. Ellos, cuando oyen mi voz, lo notan”, explica José Antonio Carrión.

Chocolate, Caramelo, Bombón y Botellín

Los cuatro bueyes de nuestro protagonista tienen nombre, como no podía ser de otra manera. Botellín tienes dos años y medio, Chocolate y Caramelo dos y Bombón es el más jovenzuelo, con un año. Animales dóciles gracias al adiestramiento de nuestro entrevistado.

“Quiero que la gente respete a los que trabajamos con los animales. Se piensan que los matamos a palos y no es así, sino al revés. Yo busco disfrutar y que mis caballos y bueyes lo hagan conmigo tras este adiestramiento. Los muevo a diario, salgo con ellos en el carro. Hacemos un tándem perfecto”, nos explica.

Incluso en las fiestas de Valdestillas sale con ellos ante la mirada atónita de los asistentes. “Como si fuera El Rocío que es donde empecé a ver esto cuando era pequeño y donde me surgió la idea para hacer a mí lo mismo”, explica el valdestillano.

Seguir disfrutando con sus animales en el futuro

Y mirando al futuro, José Antonio lo tiene claro. Lo único que quiere es continuar disfrutando de la vida junto a sus animales. Esos que, además, le dan vida a él mismo. Le animan a seguir, día a día. “Me levanto pensando en ir a cuidar de ellos todos los días. En desplazarme desde Valladolid hasta el pueblo para estar con ellos”, añade.

Además, este jubilado lanza un mensaje a las administraciones para “cuidar más y mejor el mundo rural”. Que lleguen “más subvenciones” para que los pueblos que forman parte del cruel concepto de la España vaciada no mueran ante la pérdida de población que sufren, año tras año. “Parece que el mundo rural está condenado. No hay gente ni relevo generacional. No hay vida en los pueblos porque no se gana dinero. Yo lo pongo, como hobby”, asegura.

Sin embargo, este duro hecho que afecta a la mayor parte de nuestro país, no le quita las ganas a José Antonio de “seguir disfrutando todo lo que pueda con mis bueyes y caballos” y apuesta por continuar, durante muchos años, “dando cariño y adiestrando a sus compañeros de viaje”.

El valdestillano es el hombre que susurraba a sus caballos… y también a sus bueyes.

 

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