El aceite de oliva cuenta con muchas cualidades que resultan beneficiosas para nuestro organismo. La primera de ellas es que potencia nuestro sistema inmunológico frente a los virus. También sirve para controlar el colesterol, mejorar la circulación o favorecer la función digestiva, además de combatir el estreñimiento.
Además, este producto clave dentro de la tan conocida y famosa dieta mediterránea, es una fuente rica en vitaminas tanto A como D, E y K. Sirve para prevenir la aparición de distintos tipos de cáncer, hidrata y tonifica la piel y retrasa el envejecimiento. Son muchos los que apuntan, también, que nos puede servir para controlar la diabetes y para perder peso. Ayuda a la memoria y alivia los dolores articulares.
Sin embargo, en los últimos meses, el aceite de oliva se ha convertido en un bien de lujo que no todas las familias, sobre todo las que disponen de menos recursos, pueden comprar. La subida desorbitada en el precio de ese producto se puede apreciar, claramente, en los estantes de los diferentes supermercados de toda Castilla y León.
La inflación en nuestro país no cesa y el sector alimentario, que modera el ritmo de escalada de precios, sigue al alza. Los últimos datos que hemos conocido por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), reflejan que el coste de este alimento experimenta una variación de más del 52% con respecto al año 2022 y del 25% si miramos a lo que llevamos de año.
“El precio del aceite de oliva sube porque no hay. Se ha producido, simplemente, porque ha habido tres cosechas malas. Se ha reflejado una demanda muy superior a la oferta tras dos años muy malos y el importe se va por las nubes”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Javier Velasco Vargas, un hombre que cuenta con más de 280.000 olivos repartidos por la provincia de Valladolid (250.000) y también en Úbeda y Sierra Segura, en Jaén, donde comenzó con sus conocimientos prácticos con marcos semi intensivos, un solo pie y goteo enterrado.
En la provincia pucelana con las variedades de Arberquina y Picual en semi intensivo y con goteo de superficie. Además, la aceituna en Rueda la procesa con almazara.
Del Ejército a plantar olivos en Valladolid
“Me defino como una persona con un entusiasmo tremendo por la agricultura. Fui un buen oficial en el Ejército, porque también me gustaba, pero me considero un innovador. Traje los primeros olivos a la provincia de Valladolid, implantando el sistema por goteo, y mi vida es esto”, afirma nuestro entrevistado.
Javier Velasco Vargas nació, hace 75 años (casi 76), en la pedanía de Medina del Campo que lleva el nombre de Rodilana. Desde muy joven se interesó por el fascinante y a la vez duro y maltratado mundo de la agricultura. De hecho, estudio en Valladolid un Grado Medio en Agrónomas y se marchó hasta Córdoba para completar su formación. De ahí viene que ahora le conozcan, en la ciudad del Pisuerga, como ‘El Cordobés’. Cada 15 días venía hasta su tierra, para estar con los suyos, a pesar de los estudios.
Nuestro protagonista acumuló tiempo y tiempo en el mundo de la remolacha, del maíz y del viñedo. Pero fue entre los años 2000, 2001 y 2003, cuando trajo los olivos a Valladolid. En la actualidad cuenta con 280.000 en la provincia repartidos por los municipios de Medina del Campo, Rueda, Alaejos y Pozaldez.
“Recuerdo que, en los primeros años que comienzo a plantar olivos, tuve una gran oposición. Me hablaban de la temperatura, de que si iba a helar y demás cuando nadie sabía nada. No se estudiaba esto. Con el paso de los años, todo olivo que se ha plantado en la provincia ha sido consultado conmigo”, añade Javier.
“El mejor aceite de oliva del mundo”
Este vallisoletano afirma que sus olivas dan “el mejor aceite del mundo”. El año pasado, con la sequía, afirma que “fue complicado”. Este está siendo mejor. Las aceitunas son sensacionales, pero, en cantidad, no pasará de ser malo a ser “mediocre” en comparación con el curso 2022. Una de las causas que provocan el incremento del precio en el aceite.
“Estuve comercializando el aceite hace años. Ahora lo vendo al por mayor y lo saco con grandes marcas. Dejé de comercializar porque no puedo llevarlo yo solo. Me gustaría que este trabajo lo desempeñara mi hija, pero se encuentra en Chile. También vendo, por ejemplo, a Valdecuevas. Si me piden 50.000 o 100.000 kilos, lo hago. Ellos hacen el aceite con aceitunas que son mías”, confirma Jesús.
La calidad de su producto, entre otras razones, se debe a que conserva la riqueza del suelo sin la utilización de compuestos químicos. Él apuesta por lo ecológico. Esto, lógicamente, reduce la producción, pero aumenta el valor de un producto único
La subida del precio
“Tengo los años que tengo y debería de ir dejándolo, pero no soy capaz. No sabría que hacer. Nací con fecha de caducidad, eso sí, no exacta. Debería pensar en ir quitándome volumen de trabajo”, nos confiesa nuestro septuagenario entrevistado.
Hablando del incremento en el precio del aceite de oliva, Jesús asegura que es debido a las “malas cosechas” de los últimos años. Apunta que “el precio sube porque no hay aceite de oliva” y añade que las almazaras “están vacías”.
“Otros aceites valen menos porque vienen de Marruecos o se hacen de maíz. En otros países, como por ejemplo Portugal, venden aceite de aceituna o de oliva y después, con letra pequeña, especifican que tiene un 50% de soja. Allí está permitido”, finaliza el de Rodilana.