El hotelito está ubicado en Pesquera de Duero, a 44 kilómetros de la capital vallisoletana. Se trata de un municipio ribereño que está situado sobre un meandro en la margen derecha del río Duero. Podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que vive y también respira su elemento fundamental en esta zona del valle, como es el vino.
Esto se siente en las distintas bodegas que elaboran magníficos caldos que cohabitan en la zona, y también por los merenderos y las bodegas de los vecinos que se ubican en el cerro y que son un lugar magnífico para disfrutar, en la mejor compañía, sobre todo cuando llega el buen tiempo.
Está muy cerca de otra localidad mítica, y con amplia tradición vitivinícola también, como es Peñafiel. En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), Pesquera cuenta con un total de 428 habitantes y ofrece vestigios vacceos (en el Yacimiento de Pintia) y algún ejemplo más noble como se puede ver en sus casas con escudos o edificios religiosos de reconocido prestigio en la provincia vallisoletana como la iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVI, de una sola nave y en piedra, aunque el edificio religioso más preciado por sus vecinos es la ermita donde descansa la Virgen de Rubialejos. “El mejor rincón del mundo”, como dice José, el padre de familia.
En esta bella localidad pucelana decidieron instalarse dos hermanas. Blanca y María Repiso Acebes, de 50 y 41 años para poner en marcha, la primera semana de junio del año 2014, el Hotel Rural La Cantamora, que se ubica en la carretera de Valbuena número 12 de la localidad y que va a soplar la decena de velas en breve.
Conocemos la historia de este lugar que ofrece una gran variedad de opciones de alojamiento con habitaciones y apartamentos diseñados con un estilo especial y cuidado brindando un ambiente acogedor y confortable y, también, la de las dos hermanas que se esfuerzan por sacar adelante el negocio, día a día.
La infancia de las hermanas
“Mi hermana y yo somos muy diferentes. Podríamos decir que somos como las dos caras de la misma moneda. Pero puedo asegurar, sin miedo a equivocarme, que tuvimos una infancia feliz que estuvo marcada por la década en la que vivimos. Ella nació en los 70 y yo en los 80. Ese salto pudo influir”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León María, la pequeña de las hermanas.
Sus padres se casaron cuando tenían 23 años él, que era empleado de FASA como otros muchos por esos años, y 21 ella, ama de casa pero con grandes aspiraciones que después tendrían su fruto y se convertirían en otro de los puntos fuertes de la familia con la creación de una bodega.
“Somos una familia unida y de padres muy currantes. Vivíamos en Valladolid, pero el corazón de mis padres seguía en Pesquera, donde ambos habían nacido, así que decidieron construir una casa en Pesquera a la que íbamos todos los fines de semana. Era una escapada obligatoria el viernes para pasar allí un par de días. No me quiero olvidar de nuestro otro hermano, Diego. Los tres pasábamos grandes momentos en el pueblo que nunca olvidaremos”, añade nuestra protagonista.
El germen de lo que a la postre sería la realidad de un proyecto familiar en Pesquera de Duero comenzando por el cuidado de unas pocas hectáreas de viñedo. La elaboración de nuestros primeros vinos de la mano de mis padres y culminando con la creación, en junio de 2014, del Hotel Rural Cantamora.
“Todo a base de mucho trabajo y dedicación sobre todo por parte de mis padres y a los que se unió mi hermano en cuanto terminó su carrera de Enología”, asegura María.
El hotel rural: “Si vienes, te encantamoras”
“Mi familia podemos decir que es muy matriarcal. Mi padre, dentro de una familia tradicional, era el responsable de traer el sueldo a casa. Mi madre, Blanca también como mi hermana, siempre tuvo una mentalidad más empresarial e inversora. Con 50 años se empezó a formar y emprendió creando la Bodega Cantamora. Con el aumento del volumen de aperos y espacios para llevar a cabo las labores del campo compramos una casa con un gran patio. Lo que no sabíamos era que esa casa en el futuro se convertiría en una nueva ilusión para la familia. Nuevamente la mentalidad emprendedora de mi madre, y una serie de circunstancias personales de mi hermana, fueron el coctel perfecto para que, tras un Camino de Santiago, desde Roncesvalles, uno de esos en los que piensas de verdad y estableces prioridades en la vida, apostara firmemente por la vuelta a los orígenes, para instalarse en Pesquera y construir el hotelito que tantas alegrías nos ha dado. yo siempre le digo a mi hermana que ella es el alma y que claramente es de sobresaliente”, añade nuestra entrevistada.
Desde ese año 2009 y hasta el 2014 hicieron una gran reforma. Fueron años de mucho trabajo y ahorro. “Era una casa en la que vivían los anteriores propietarios y que nosotros transformamos totalmente para dar mayor capacidad y comodidad. En el proceso de reforma, la normativa sobre casas rurales empezó a cambiar y hubo un momento en el que tuvimos miedo de quedarnos fuera de nuestra idea original, una casa rural, pero con unas pequeñas adaptaciones nos convertimos en uno de los primeros hoteles rurales de Castilla y León. Fue un gran acierto”, apunta nuestra protagonista.
Y así echó a rodar en el 2014 Cantamora. 300 metros cuadrados divididos en tres plantas. Cuenta con un total de seis habitaciones, siendo dos de ellas apartamentos. Además, cuentan con una suite un poco más especial y, ambas hermanas, lo que buscan es dar el mejor trato a los huéspedes que hasta Pesquera de Duero se desplacen.
“Lo que nos caracteriza es la cercanía y el trato personal. Nosotros asesoramos, ayudamos a que descubran la zona. Ensalzamos ese trato cercano. Buscamos que se sientan acogidos. Además, siempre ofrecemos la habitación con desayuno porque pensamos que es lo perfecto, nada más levantarnos, disfrutar en nuestro porche cubierto de las vistas con un buen café”, indica María.
Ya cuentan con clientes habituales, con los que incluso se van a tomar un vino. El fin de semana llenan fácil. Es más complicado entre semana. “Si vienes te encantamoras”, asegura nuestra protagonista.
Una familia con tradición vitivinícola
El hotel rural pasa por ser un fuerte, un bastión sobre el que se apoya la magia del enoturismo de la Bodega Cantamora creada por su madre. “La gente pasa por el hotel y puede disfrutar de una visita con nuestra guía Julia y de un paseo por Pesquera. Terminan en nuestras instalaciones disfrutando de nuestro Tinto Moreño y Acebeño, nombre de vinos que hacen honor a nuestros padres. Moreño por Moreno, apodo por el que conocen a mi padre en Pesquera y Acebeño por Acebes el primer apellido de mi madre es un plan perfecto”, asegura María.
“Nuestros dos negocios son pequeños porque queremos hacerlo bien y con cariño. Hacemos unas 20.000 o 30.000 botellas al año que mi hermano Diego perfeccionista incansable. No para de mejorar de añada a añada. Las vendemos entre clientes habituales, círculo cercano y distribución nacional”, afirma nuestra entrevistada hablando de la bodega.
Han crecido también en lo que al número de viñedos se refiere. En el año 2014 tenían unas 14 hectáreas y ahora, casi ya en 2024, alcanzan las más de 40. Se trata de un proyecto familiar que apunta alto y no tiene techo.
“El deseo pasa por seguir mejorando, anticiparnos a las necesidades sin perder nuestra esencia y disfrutando del camino. No siempre el camino es fácil, pero estamos aquí y ahora. Nos llena lo que hacemos”, añade María.
El hotel rural Cantamora soplará velas el año próximo. 10, ni más ni menos, y lo hará brindando con un gran vino de su bodega con dos hermanas como protagonistas.