El soldado que fue condenado a ejecución pública en Valladolid y sobrevivió a la horca
Ocurrió un 29 de diciembre de 1802 después de que cometiese un robo con homicidio
29 diciembre, 2023 07:00El calendario marca el 29 de diciembre de 1802, hace justo 221 años. La Plaza Mayor de Valladolid estaba abarrotada aquella mañana. Ese día, tenía lugar uno de los acontecimientos más multitudinarios en una ciudad en la época del Antiguo Régimen, que era una ejecución pública. El protagonista de ese momento, el soldado Mariano Coronado, quien logró sobrevivir a la condena de la autoridad judicial. Una historia que más de dos siglos después todavía se recuerda.
Y así está por escrito en el libro 'Tal día como hoy. Calendario Histórico de Valladolid' de Roberto Delgado. Fue el capellán del Regimiento de Voluntarios quien se encargó de reconfortar el alma del soldado, al que le esperaban sus últimos momentos de vida.
El reo, acompañado por los cofrades de la Pasión hasta el suplicio y sepultura, fue colocado ya en la Plaza bajo la bandera, mientras le leían la sentencia militar. Subió al cadalso, el verdugo le echó dos dogales y Coronado pidió esperar un poco, que tenía que hablar, según se recuerda en el libro.
Pidió que se le rezaran dos salves y un credo. Mientras el capellán se encargaba de rezar el credo, el ejecutor se encargó de aplicar la sentencia. Pasados 15 minutos, el clérigo mandó bajarle del cadalso y fue entregado a la cofradía de la Pasión, quien debía organizar el entierro.
Sin embargo, ocurrió una situación extraordinaria. El soldado había sobrevivido y así lo atestiguó la multitud de gente que allí se congregó. Fue entonces cuando la cofradía de la Pasión le metió en su Iglesia. Allí fue asistido hasta que recuperó del todo la consciencia, al mismo tiempo que se enviaron dos comisionados para notificar el hecho de lo sucedido al capitán general que estaba en La Espina.
Finalmente, Mariano Coronado consiguió el perdón. Y es que, efectivamente, había sido condenado a la horca y así había sucedido, por lo que la deuda con la justicia había sido completada. Eso sí, que saliese vivo de dicho acto no era algo que corriera por su cuenta.
Y es que después de lograr el perdón, se procesó al verdugo al ser considerado culpable de que el soldado continuase vivo, pero el juez decidió que él había hecho bien su trabajo y que, en tal caso, la culpa del "desafortunado" desenlace, dependiendo desde que versión se mire, había sido el hecho de haberlo bajado antes de tiempo del soga.
Finalmente, Mariano Coronado, condenado a la horca, fue ahorcado, saldó su deuda y él sobrevivió. Una historia que más de dos siglos después de ocurrir, todavía es recordada en la ciudad del Pisuerga, quien guarda entre sus recuerdos miles de momentos para la historia que todavía aún permanecen en la memoria de los vecinos y ciudadanos de Valladolid.
No fue hasta el 19 de mayo de 1820 cuando, los dos últimos cadalsos, aquellos tableros de madera que se fabricaban para llevar a cabo las ejecuciones públicas, se quemaron en su lugar de resguardo, la Real Cárcel de Valladolid.
Con ello, el Ayuntamiento cumplía el Decreto de las Cortes que abolía de esta manera la pena de muerte en la horca, un evento que era considerado por aquel entonces como un espectáculo y que habitualmente solía aglutinar a una multitud de gente en las plazas de las ciudades.
Quién fue Mariano Coronado
Coronado había estado sirviendo en el Regimiento de Infantería de la Corona en la urbe pucelana. Sin embargo, un día se convirtió en un homicida y ladrón. Y es que ese fue su gran error, ya que la condena que luego le fue impuesta ocurrió tras cometer un robo que acabó con la muerte de una persona.
Un desagradable suceso que desembocó en su detención y posterior condena a ejecución, aunque la suerte, como ya hemos relatado, quiso pasarse aquella mañana fría del 29 de diciembre de 1802 por la Plaza Mayor de Valladolid para ayudar a un Coronado que, tras 15 minutos con la soga al cuello, logró salir vivo de aquella situación.