La historia de Laumont arranca hace más de 40 años. Su fundador, Josep María Serentill, puso en marcha y asentó, una extensa red de recolectores y también de productores, tanto de trufas como de setas, que con el paso de los años se ha ido modernizando y también profesionalizando, como han asegurado fuentes de la compañía a este periódico.
En la actualidad es Jordi Serentill, el hijo de Josep María, el que dirige la empresa que cierra, al día, un total de 500 operaciones. La marca cuenta con dos centros de selección, en Tárrega y Valladolid y tiene presencia en los mercados mayoristas de Mercamadrid, Mercabarna y Mercabilbao.
Decimos tiene en la ciudad del Pisuerga, y en breve podremos apuntar que tenía, ya que la fábrica en Valladolid tiene los días contados y cerrará sus puertas “el 28-29 de febrero”, como ha asegurado, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Jordi Serentill, el actual propietario y CEO de la compañía.
“Trasladar una fábrica no es como mudarse de casa. Hay un plan a seguir. Cada semana vamos moviendo una línea. Hay algunas que se han movido ya y otras que faltan. El traslado de la fábrica de Valladolid, ubicada en la calle Plata, 74, se va a completar llegando a Tárrega, en Lérida”, explica Serentill.
El CEO de la compañía añade que “no han ido a cuchillo” y asegura que “comunicó al responsable de la planta en Valladolid el traslado hace un año”. Todo en un proceso “planificado y hablado” y matiza que “desconoce” si el responsable “se lo comunicó o no” a los empleados que trabajan en el centro pucelano.
“Esta decisión se debe a una estrategia de la compañía. Hemos reunificado todas las operaciones en un solo lugar. Tenemos varios almacenes auxiliares y, al final, duplicamos. Es algo lógico unificar todo en un centro. Además, en nuestro caso, el trabajo se desplaza, no se destruye”, asegura el propietario de Laumont.
Ocho empleos en el aire
La planta de Valladolid cuenta con un total de 8 trabajadores fijos. Con ellos están hablando para que, la mayor parte de ellos, acepten el traslado y no tengan que quedarse en el paro.
“De estos ocho empleados, con uno de ellos tenemos cerrado el traslado a la planta de Lérida. Otro más ha mostrado interés. Como los trabajadores están en huelga, hemos tenido que suspender las negociaciones y el diálogo”, añade Serentill.
El CEO añade, además, que ha planteado a estos trabajadores que “van a pagarles más de lo que marca la ley”, cuando cese la actividad en Valladolid, eso sí, “siempre que lleguemos a un acuerdo de trabajar bien, dar buen servicio y soporte al traslado hasta el final”, aunque incide en la “libertad de las personas” para que cada una tome la decisión que más le interese.
En la planta vallisoletana se recibían, almacenaban y empaquetaban todo tipo de setas con el fin de servir a cadenas o hacer bandejas que eran empleadas, fundamentalmente, en negocios de hostelería.
Los trabajadores, en huelga y a la espera
Uno de los ocho afectados y miembro de la comisión de negociación se ha puesto en contacto con este periódico para dar la versión de los empleados y asegurar que la dirección de la empresa les comunicó oficialmente el “lunes, 15 de enero, una movilidad geográfica rumbo a la fábrica nueva con cierre el 1 de marzo del centro de Valladolid”.
El empleado asegura que “se abrió una comisión de negociación” compuesta por tres personas. La planta de la ciudad cuenta con 8 empleados en la actualidad, habiendo llegado este año “hasta los 12” pero “la mala gestión en cuanto a la comunicación de la empresa de este traslado” ha provocado que “cuatro personas hayan abandonado la empresa” a consecuencia del “malestar generado”.
“Somos ocho empleados fijos, pero llevamos siendo 12 más de seis meses. El año pasado había 15 trabajadores más temporales y llegando, en periodos de campaña, en otoño y primavera, hasta los 100. La empresa se quiere trasladar a pesar de facturar 35 millones de euros y el centro de Valladolid a multiplicado por tres su facturación en los últimos 5 años”, añade nuestro entrevistado.
Añade que se trata de un desplazamiento “considerable” y que “las consecuencias son las de un despido”. Los trabajadores pidieron, en un principio, una indemnización de 33 días por año trabajado, rebajando a 31 en la negociación, mientras que la empresa ha pasado de 22 a 25 días.
“La empresa lleva 24 años en Valladolid. Una persona lleva desde el inicio, pero el resto somos gente joven y la indemnización no nos supone dinero”, finaliza el de la comisión de negociación, que añade que la compañía “se ha cerrado en banda” por lo que los empleados han comenzado con una huelga indefinida.
Mañana, en principio, se celebra la última reunión negociadora. Los trabajadores añaden que “en ningún momento se ha parado de negociar”.
Un encuentro que será este viernes, 26 de enero, a las 9.00 horas.