Hace 506 años Valladolid fue el centro neurálgico de un acontecimiento que marcaría para siempre la historia de la humanidad. El punto de partida para que fuese posible la primera vuelta al mundo, la hazaña naútica más grande de la historia del hombre, tuvo lugar un 22 de marzo de 1518 en la capital vallisoletana.
Las conocidas como Capitulaciones de Valladolid dieron el pistolezao de salida a una expedición de un total de 240 hombres –de los cuáles solo volvieron 18– durante tres años y a lo largo de 15.000 leguas, dejando tras de sí una estela de transformaciones políticas, avances científicos y descubrimientos geográficos.
El sueño de Magallanes
El origen de las Capitulaciones de Valladolid se encuentra en el sueño del navegante portugués Fernando de Magallanes. De instinto viajero y con ansias por descubrir el mundo desde su más pronta juventud, en el año 1505 ya se había embarcado a la India en la expedición del virrey Francisco de Almeido, y tomó parte después en el viaje a Sumatra y Malaca, que había impulsado Diego Lopes de Sequeira.
Después de ser herido en una expedición contra Marruecos, en el año 1513, cayó en desgracia con el rey Manuel I de Portugal y, estando en la ciudad de Oporto, en 1516, comenzó a vislumbrar la posibilidad de que las islas Molucas –que eran ricas especias, muy necesarias para preservar los alimentos en la época– se encontrasen en el hemisferio señalado a España por el Tratado de Tordesillas (1494) y pensó en la posibilidad de llegar a ellas navegando por occidente. La idea de Magallanes recibió el apoyo del cosmógrafo Rui Faleiro, que pensaba que esa nueva ruta podía ser más corta que la que habían seguido los navegantes portugueses hasta ese momento.
La idea de explorar los mares del oeste, a través del Nuevo Mundo que había descubierto solo 20 años antes el navegante genovés Cristóbal Colón, fue rechazada desde un primer momento por Manuel I de Portugal que consideraba que la empresa estaba destinada al fracaso. Con todo, el navegante portugués no cesó en su empeño y decidió poner su ingenio y su espíritu aventurero al servicio de la corona española.
El paso por Sevilla
El 20 de octubre de 1517, Magallanes llegó a Sevilla y por edio de Diego Barbosa, con cuya hija se casó, y de Juan de Aranda, que era el factor de la Casa de Contratación, logró entrevistarse con el rey Carlos I en la ciudad de Valladolid. En su estancia en la capital hispalense, el navegante había españolizado su nombre original, Fernão de Magalhaes, y su buen amigo Rui Faleiro se unió a él en diciembre en tierras españolas.
Mientras todo esto sucedía, Carlos era nombrado rey por las Cortes de Valladolid a comienzos del año 1518. Posteriormente, el 20 de enero de 1518, Magallanes y Faleiro iniciaron su viaje hacia la capital castellana para mantener un encuentro con el nuevo monarca, gracias a los contactos con los que contaba Juan de Aranda y a la mediación del obispo de Burgos, Juan Rodríguez de Fonseca. Carlos I quedó impresionado por las ideas del navegante portugués y vio en ellas una forma de dar rienda suelta a sus aspiraciones.
Las Capitulaciones de Valladolid
Después del éxito de su entrevista con Carlos I, Magallanes consiguió firmar, con el apoyo firme de Rodríguez de Fonseca, las conocidas como Capitulaciones de Valladolid el 22 de marzo de 1518, hace ahora 506 años, en las que se le nombraba, junto con Rui Faleiro, capitán general de un total de cinco naves y 240 hombres. Además, le fue adjudicado al navegante portugués el monopolio de la ruta durante 10 años, la potestad de nombrar a los gobernadores en las tierras que descubriese y un 5% de los beneficios que lograse en el viaje.
La flota capitaneada por Magallanes tenía como objetivo el de llegar a las islas de las especias a través de la ruta occidental, y por medio de mares de jurisdicción española. Para ello, el ambicioso navegante tenía la intención de descubrir un estrecho en el extremo sur de América. La expedición estaba conformada por los navíos La Trinidad, que se encontraba capitaneada por Magallanes y con 62 hombres, La Concepción, con Juan Sebastián Elcano al mando y con 44 tripulantes, San Antonio, con un total de 57, Victoria, con 45 navegantes, y Santiago, con 31 hombres, salió de la ciudad de Sevilla el 10 de agosto de 1519.
Tras atravesar Sanlúcar y Tenerife, la bahía de Río de Janeiro y el estuario del Plata, Magallanes llegó al puerto de San Julián. Allí pasaría el invierno austral de 1520, entrando en contacto con los patagones, los nativos de la zona, y perdiendo en esa costa la nave Santiago. Siguió la expedición hacia el sur y atravesó, entre los días 21 de octubre y 28 de noviembre, el largo estrecho que llevaba al Mar del Sur, que en la actualidad lleva su nombre, a pesar de que él le puso el de Todos los Santos.
Con tres naves, ya que la de San Antonio acababa de desertar, el navegante portugués atravesó en 98 días el Oceáno hasta las islas de los Ladrones, con el apoyo de alisios suaves, pero sufriendo enormemente debido a la falta de agua y de víveres y a la proliferación de la enfermedad del escorbuto. La primera isla habitada que encontró fue la de Guam, el 6 de marzo de 1521, donde los marinos repostaron e iniciaron un primer contacto con la población nativa, y el 16 de marszo llegaron a la isla de Samar, en el archipiélago de las Filipinas, que Magallanes dio el nombre de San Lázaro.
En la isla de Cebú, el 7 de abril, fueron acogidos por su monarca, que se convirtió al catolicismo y les pidió ayuda frente a un reyezuelo enemigo. Magallanes accedió a brindarles su apoyo y terminó muriendo el 27 de abril de 1521 luchando contra los indígenas. Los supervivientes incendiaron La Concepción y cargaron con gran cantidad especias La Trinidad y La Victoria. La Trinidad naufragó y La Victoria, bajo el mando de Juan Sebastián Elcano, llegó a Sevilla en el año 1522 con tan solo 18 hombres. Los supervivientes de una primera vuelta al mundo que comenzó en Valladolid.