Zaratán es un municipio vallisoletano que se ubica a escasos cinco minutos en coche de la capital pucelana. Cuenta con todos los servicios para hacer vida allí y, en la actualidad y como apunta el Instituto Nacional de Estadística (INE), suma un total de 6.342 habitantes, que disfrutan del lugar.
Son muchos los vecinos, y también los ciudadanos de Valladolid, que se desplazan hasta la localidad pucelana para disfrutar de un buen chocolate con churros en la Churrería-Cafetería Chocolat, que se ubica muy cerca de la Plaza Mayor del pueblo.
Al frente de un negocio familiar está Ángel Prado Serrador, nacido en Castrodeza y que suma 54 años, desde 1970, en el mundo de la hostelería. Hace 23 primaveras, en el 2001, decidió abrir un negocio que va viento en popa, a toda vela. Un lugar que endulza a todos los que hasta allí llegan para llevarse una gran satisfacción en su paladar.
Un trotamundos hostelero y una churrería con 23 años de historia
“Me defino como una persona sencilla, normal y trabajadora. Humilde y con ganas de hacer feliz a la gente. Quiero que todo el mundo que visite nuestra chocolatería salga con una sonrisa en la cara. En definitiva, soy un camarero de toda a vida y puede que sea uno de los que más cafés ha puesto en España”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Ángel Prado Serrador.
El de Castrodeza, un pequeño pueblo de Valladolid, disfruta en sus ratos libres con la familia y lleva, ni más ni menos, que 54 años en el mundo hostelero. Se levanta todos los días a las 6.30 de la mañana y hace muchas horas para conseguir que la Churrería-Cafetería Chocolat de Zaratán, que se ubica en la calle Nueva, 4, siga dando servicio cada jornada a todo el que hasta allí se desplace.
“Después de dedicarme toda la vida al mundo de la hostelería en Valladolid, Torremolinos o A Coruña decidí, en el año 2001, montar mi propio negocio familiar en Zaratán. Todo con el objetivo de seguir haciendo lo que mejor sé: chocolate, churros y café, entre otras cosas. También para que Zaratán tuviera un lugar en el que pudiera desayunar porque, en aquella época, todo eran mesones”, afirma nuestro entrevistado.
Recuerda su infancia como “muy dura”, apuntando que ya, desde los nueve años, tenía que salir a por remolacha o a vendimiar y nos confiesa que aterrizó en Zaratán allá por el año 1988, cuando se casó.
Un importante negocio y la harina de Renedo
Tras pasar más de media vida en la Chocolatería Gamor, en la ciudad del Pisuerga, en 2001 abre las puertas de Chocolat, hace ya 23 años, en pleno centro de la localidad pucelana, muy cerca de la Plaza Mayor. El nombre también tiene su miga: “Se llama como la película. En su día fui al cine a verla y, al salir, me daban ganas de ir a comer chocolate”, argumenta nuestro entrevistado.
Un local de 80 metros cuadrados que dispone de unas mesas en el exterior en temporada veraniega para disfrutar de un buen chocolate con churros, también de un gran café o de tostadas con tomate, además de bocadillos variados, o tortilla de patata. En definitiva, un lugar para disfrutar del mejor desayuno y de una inimitable merienda.
“De los churros que hacemos destacaría absolutamente todo. Están hechos con la mejor harina de Castilla, la de Renedo. Con aceite natural y con el mayor de los cariños”, añade orgulloso, y no es para menos, Ángel Prado.
En la actualidad, trabaja en el lugar junto a su mujer, sus dos hijas y dos camareros que forman una piña a destacar. “Yo me voy retirando poco a poco”, añade el que abrió el negocio.
Mucha vida por delante y un futuro en manos de sus hijas
“El futuro está en manos de mis hijas Rebeca y Rocío que son las que darán continuidad al negocio. El objetivo pasa por seguir trabajando con constancia, tratando de hacer las cosas bien, y manteniendo la esencia que nos caracteriza”, explica Ángel. Suerte que tiene de que la churrería tenga la continuidad asegurada.
Nuestro protagonista destaca el compañerismo que existe en la zona con el resto de negocios. Alrededor hay peluquerías, fruterías, carnicerías, panaderías, peluquerías caninas y estancos que se echan una mano cuando lo necesitan. Algo muy importante en los tiempos que corren.
“A la choco, como la llama la gente, le queda mucha guerra que dar. Dejaré el negocio en buenas manos con el objetivo de seguir dando el mejor servicio a todos los que nos visiten”, finaliza nuestro entrevistado.
Larga vida a esta singular y especial churrería.
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