Son 20 las cofradías que integran la Semana Santa de Valladolid. Pero solo una de ellas arrastra, desde hace décadas, un curioso mote popular que la representa casi más que el nombre de la propia hermandad.
Se trata del Santo Entierro, a cuyos cofrades se les conoce comúnmente como ‘los barrenderos’. Fernando, el tesorero de la Cofradía, ha explicado a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León el motivo de esta denominación, así como la apasionante historia que acompaña a la Cofradía.
Esta nació en los años 30, a partir del deseo del entonces arzobispo de Valladolid, Gandásegui, de querer impulsar la Semana Santa de la ciudad a través del alumbramiento de un conjunto escultórico de Juan de Juni denominado ‘El entierro de Cristo’.
Fue entonces cuando una serie de socios de El Círculo de Recreo, un tanto elitistas, con alto poder adquisitivo y con ciertas inquietudes hacia la Semana Santa, decidieron asociarse y constituir una cofradía que, en honor al paso que iban a custodiar, decidieron llamar Cofradía del Santo Entierro.
Una de las primeras decisiones que tuvieron que tomar fue la relativa a la vestimenta que lucirían durante sus salidas procesionales. Entonces, tal y como ha confesado Fernando, se decantaron por un hábito de terciopelo negro, “de gala y muy caro en ese momento”. “La vestimenta iba acorde con la situación económica de los socios de la Cofradía. No hay ningún documento que diga de dónde salió el diseño del hábito exactamente, pero sabemos que está inspirado en atuendos de gala que vestían determinadas órdenes de caballeros en festividades religiosas, en abrigos militares y en las sotanas con cola, típicas de la Edad Media”, ha explicado el tesorero.
En este sentido, ha añadido que se trataba de un tejido lujoso, que supuso un gran desembolso económico para los fundadores de la Cofradía, ya que, además, esta llevaba incluida una amplia cola, precisamente, laculpable de que a los 300 cofrades aproximados que conforman la Cofradía del Santo Entierro se les conozca como ‘barrenderos’: “Cuando procesionamos vamos arrastrando la cola y esta, a su vez, arrastra también las cosas que hay tiradas en el suelo. Además, esta hace un sonido muy característico, que suena a ese arrastrar de una escoba, como dicen algunos, y por eso nos llaman cariñosamente los barrenderos", ha confesado Fernando.
Este, además, ha explicado que “lo de barrenderos es un mote compartido por la gente de Valladolid que va a ver las procesiones, y no por miembros de otras cofradías ni los expertos de la Semana Santa”. De este modo, ha reconocido que se trata de “un mote popular que nos acompaña desde hace muchísimos años”. “Yo entré en los años 80 y ya éramos los barrenderos”, ha destacado.
Retomando el tema del atuendo, el tesorero ha espetado que las túnicas de terciopelo van decoradas con un galón de hilo de oro y una cruz de flor de lis bordada en el pecho. Las mangas son anchas y cuentan con dos manguitos interiores, mientras que la medalla que cuelgan de su cuello data de 1942.
A todo ello se suma que dentro de la Cofradía del Santo Entierro existen otros dos tipos de hábitos, Por un lado, está el denominado hábito de malditos, los encargados de llevar a los reos condenados a muerte. Este consiste en un hábito de terciopelo negro, pero sin cola, ya que así es más útil para mover la imagen y trasladarla sin riesgo a sufrir tropiezos.
El otro es la vestimenta que la Junta Directiva luce en eventos fuera de las procesiones. Consiste en una capa de terciopelo negro “más moderna”, que incluye el símbolo de la Cofradía.
Como curiosidad, Fernando destaca que, dado que los socios tenían bastante poder adquisitivo, fueron los primeros en sustituir las velas por faroles con hachones eléctricos. Y es que, en palabras del tesorero, el farol fue elegido por ser un elemento “típico castellano que ilumina por las noches". "Lo llevamos todos los cofrades, los niños llevan uno más pequeño y los adultos otro un poco más grande”, ha detallado.
En cuanto a las tallas con las que cuenta la Cofradía en la actualidad, cabe destacar que esta ya no dispone del conjunto escultórico ‘El entierro de Cristo’ de Juan de Juni, sino que ahora siempre procesionan con 'El Cristo Yacente' del mítico escultor Gregorio Fernández: “Cuando llegó la Guerra Civil, se paró la Semana Santa, y cuando esta acabó, el paso de ‘El Entierro de Cristo’ estaba en malas condiciones, entonces a los socios se les ocurrió que en Santa Ana había un 'Cristo Yacente' que podían sacar en sustitución del anterior. A partir de ahí, empezó a sacarse el Cristo que actualmente sacamos”, ha revelado Fernando.
El Santo Entierro cuenta con dos procesiones titulares, más allá de que también participa en aquellas que integran diferentes cofradías, como es el caso de la Procesión General.
Así, además de procesionar el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección, sus días grandes son el Jueves Santo y el Sábado Santo. El jueves sale a las calles de Valladolid a las 23:45 horas en la Procesión del Verum Corpus. Esta comienza en su sede, la Iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, y tras recorrer céntricas calles de la ciudad como la calle Pasión, Correos, la plaza Fuente Dorada y Regalado, hace parada en la Santa Iglesia Catedral para que los cofrades realicen la Estación de Penitencia. Una vez finalizado el acto, retoman el recorrido pasando por la plaza de la Universidad, Regalado, Constitución y Zúñiga, entre otras vías, para después regresar a la Iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana.
Este es el recorrido actual de la Procesión del Verum Corpus. Si bien, en sus inicios, la Cofradía llevaba a los cofrades hasta la iglesia del barrio Girón. “Esta quedaba como a las afueras y la procesión era prácticamente al cementerio, como un cortejo fúnebre. Se salía de Santa Ana y se iba en procesión a la iglesia de Girón, donde se rezaba un miserere en la Estación al Santísimo y después se regresaba. Luego todo eso se edificó y se cambió la orientación hacia la Catedral, que es como está actualmente”, ha explicado Fernando.
A las 19:00 horas del Sábado Santo celebran la Procesión del Santo Entierro, en la que se traslada la imagen desde la Iglesia del Real Monasterio de San Joaquín y Santa Ana, “que es donde está en Semana Santa”, hasta el Monasterio, “donde se custodia el resto del año”. Esta sale de la Plaza Santa Ana y, tras recorrer las calles María de Molina, Héroes de Alcántara y Zúñiga, regresa a la plaza para celebrar un acto de reflexión y oración.
“El del Sábado Santo era un acto interno, pero al tener tanta expectación por ser el único acto procesional que había el sábado por la tarde hasta hace dos años, decidimos ampliar un poco el recorrido para que la gente pudiese verlo. La mitad de la procesión es de puertas para fuera y la otra mitad dentro del Convento, que esa parte no está abierta al público en general”, ha admitido.
Fernando destaca que el Santo Entierro es “una Cofradía muy familiar” y que se aleja, en cierto modo, del carácter elitista que tanto caracterizaba a sus creadores. Además, ha señalado que hoy en día está integrada por “niños, padres y abuelos”, lo que para él ayuda a mantener las tradiciones a los cultos, así como a su particular y distintiva manera de procesionar.