Directo, transparente y sincero. Quizá estos sean los adjetivos que mejor definen al nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) y también arzobispo de Valladolid, Luis Javier Argüello García. Un hombre que, si por algo se caracteriza, es por decir claramente lo que piensa, independientemente de las opiniones y/o reacciones que puedan llegar a generar sus palabras.
Nacido en la localidad palentina de Meneses de Campos en mayo de 1953 y criado en Valladolid, Argüello es un abogado que, tras ejercer como profesor de Derecho Administrativo y como docente del colegio Nuestra Señora de Lourdes en el que él mismo estudió, a sus 30 años, ingresó en el Seminario Diocesano de Valladolid para cursar sus estudios eclesiásticos. En 1986 fue ordenado sacerdote y en los años siguientes logró ocupar cargos como el de rector del Seminario Diocesano de Valladolid, de 1997 a 2011; entre otros.
Sin embargo, su suerte cambió a raíz de que el papa Francisco le nombrara obispo titular Ipagro y obispo auxiliar de Valladolid el 14 de abril del 2016. Tan solo tuvo que esperar seis años más para ser nombrado arzobispo de Valladolid, siendo en 2018 cuando logró dar el salto a la Conferencia Episcopal. Desde entonces, es miembro de la Comisión Permanente y, desde 2022, miembro de la Comisión Episcopal para el Clero y los Seminarios, miembro del Consejo de Estudios y Proyectos, y miembro del Servicio de Pastoral Vocacional. Además, desde su entrada en la Conferencia Episcopal y hasta el año 2022 ha ejercido como secretario general y portavoz, siendo en marzo de este 2024 cuando ya ha sido elegido presidente de la institución.
Su nombramiento ha sonado con fuerza en todos los rincones del país. Una de las razones que explica esta realidad es el hecho de que siempre haya hablado sin rodeos sobre temas muy polémicos, por los que ha recibido críticas y halagos a partes iguales. Hoy, Luis Argüello vuelve a ocupar un primer plano con una entrevista concedida a EL ESPAÑOL – Noticias de Castilla y León, en la que ha dado respuesta a todos esos interrogantes que, en cierto modo, habían quedado en el tintero. La amnistía, la Agenda 2030, la política española, la situación actual de la Iglesia, el aborto, la Ley Trans, la Unión Europea y la Organización de Naciones Unidas (ONU) son algunos de los controvertidos asuntos sobre los que el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal ha opinado libremente, sin tapujos y sin ningún tipo de pudor.
Pregunta: ¿Cómo están siendo sus primeras semanas como presidente de la CEE?
Respuesta: Muy normales. Tengo la principal actividad aquí en Valladolid y luego participo en algunas de las reuniones y presencias que la presidencia de la CEE me pide, pero hasta ahora lo principal que estoy que haciendo es seguir ejerciendo el ministerio aquí en Valladolid. No es lo mismo que la Secretaría General que ocupé hace unos años, que sí que me pedía estar en Madrid tres o cuatro días a la semana. Ahora normalmente tengo que ir por Madrid un día a la semana.
P: ¿Se ha planteado renunciar a sus funciones en el arzobispado?
R: Sería imposible porque para ser presidente de la CEE, necesariamente hay que ser obispo titular de un sitio, entonces si yo dejase de ser obispo, tendría que dejar inmediatamente la presidencia de la CEE.
P: ¿Qué ha supuesto para usted este nombramiento?
R: Por una parte, el recibir la confianza de los obispos, y por otra, un sentido de responsabilidad, el vivir algo que no es propio de un obispo, que no solamente tiene la responsabilidad de su lugar propio. Formamos parte de un colegio y ya se nos dice desde el mismo día de la ordenación que hemos de eclesiar una solicitud por todas las iglesias. En este caso, como arzobispo, yo ya tengo una solicitud con las iglesias de la provincia eclesiástica, Ciudad Rodrigo, Salamanca, Zamora, Ávila y Segovia, pero ahora está la encomienda de cuidar la comunión y coordinación entre las 70 Diócesis españolas. Para mí es un reto, porque al final el momento actual de la vida de la iglesia lo es en el reto de la transmisión de la fe, el reto de vivir de una forma nueva nuestra manera de relacionarnos con la vida socia y el reto del cambio histórico en el que estamos.
P: ¿Considera que ha llegado en un buen o mal momento? ¿Por qué motivo?
R: Creo que sí es el momento, porque todos los momentos, como las monedas, tienen cara y cruz, tienen posibilidades, alegrías, aspectos en los que los proyectos salen adelante y también dificultades, conflictos y resistencias. En este sentido, yo lo vivo así, tanto mi ministerio aquí en Valladolid como ahora esta novedad, es el hoy que a mí me toca vivir y en el que tengo que responder a la llamada que se me hace.
P: En su primera comparecencia tras el nombramiento dijo que aún no tenía ningún programa de Gobierno. No sé si lo tiene ya y si nos puede adelantar algo sobre este.
R: En realidad, el presidente de la CEE no tiene un programa propio, sino que es la CEE la que tiene unas líneas de orientación que están aprobadas por los obispos en la Asamblea Ordinaria y que figuran en un documento que se llama Fieles al envío misionero. Además, de alguna forma, inspira también el camino de la Iglesia en España, que por otra parte acoge a su vez la propuesta que nos hace el Papa del camino sinodal, del propiciar mucho el protagonismo de los bautizados en la comunión y misión de la Iglesia. Es decir, que el presidente de la CEE, no tiene un programa propio, sino que sirve al programa que los propios obispos han acordado en la asamblea plenaria de la CEE.
Sin embargo, si tengo varios desafíos y creo que el principal desafío que tiene en la Iglesia, no solo en España, sino seguramente en toda Europa, es la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones. Me refiero a niños, adolescentes, jóvenes y adultos de 30, 40 y 50 años. Ahí hay un desafío grande en la vida de la Iglesia, y el otro tiene que ver con que estos que forman parte de la vida de la Iglesia vivan su fe como vocación. En este sentido, la promoción de la vida como vocación, la vocación laical, la vocación al matrimonio cristiano, la vocación al ministerio ordenado y a la vida de especial consagración son un poco nuestros acentos más importantes.
"El principal desafío de la Iglesia es la transmisión de la fe a las jóvenes generaciones"
P: Llegó a afirmar que la sociedad actual y especialmente los jóvenes tienen “una pobreza afectiva y material”. ¿Por qué lo cree así, a qué cree que se debe y qué considera que hay que hacer para cambiar esta situación?
R: Lo de la pobreza material es más fácilmente descriptible, porque tiene que ver con las dificultades para encontrar trabajo, tener vivienda y este tipo de asuntos que se pueden medir desde el punto de vista económico, pero la pobreza afectiva es más complicada. Yo resumo esta pobreza afectiva en la experiencia de soledad, aunque haya muchos contactos, y creo que tiene que ver con las heridas del corazón, con los sentimientos de soledad, nostalgia y aburrimiento, y con ese fenómeno creciente también de la melancolía, lo que se llama hoy salud mental. La pobreza afectiva tiene una dimensión más profunda y es descubrir que en lo más profundo del corazón hay una presencia que nos habita, que los creyentes llamamos Dios. Entonces, en ese sentido, creo que a los jóvenes hay que hacerles este anuncio, de un Dios que los quiere, pero creo que eso tiene que pasar por una cercanía de los que formamos parte de la Iglesia, por una capacidad de escucha, para ver lo que nos están queriendo decir esos latidos profundos del corazón humano.
Cada vez son menos las personas que se acercan al cristianismo y esa falta de fieles y cristianos se nota todavía más en los jóvenes. Ahí está la dificultad de la transmisión de la fe. Yo llevo unos meses visitando los colegios y tengo la oportunidad en la gran mayoría de ellos de poder dialogar con los niños de 6º de primaria, con adolescentes de 4º de la ESO y con jovencitos de 2º de Bachillerato, y lo que sí veo es que hay como una curiosidad, dentro de una cierta lejanía en la vida de la Iglesia. A diferencia de otros momentos, no hay prejuicios anti sino desconocimiento, y precisamente por eso creo que la Iglesia tiene que hacer un esfuerzo. Pero hay una dificultad especial y es que nosotros llevábamos siglos acostumbrados a que la transmisión de la fe se hacía en la familia. Esto es lo que seguramente más ha quebrado, por tanto, lo que en la familia no se hace, hay que tratar de suplirlo en parroquias o colegios.
P: Aparte de este, ¿qué otros temas sociales le tienen preocupado actualmente?
R: Creo que nuestra sociedad da muestras de como el elogio tan fuerte que se ha hecho del individuo y de su autonomía está generando cada vez más dificultades para tejer alianzas para la convivencia. Se afirman identidades parciales y no se descubre como una identidad común, y esto provoca a veces mucho enfrentamiento.
"El elogio tan fuerte que se ha hecho de la autonomía provoca a veces mucho enfrentamiento"
P: En lo que lleva como presidente de la CEE, ¿le ha dado tiempo a darse cuenta de alguna realidad de la Iglesia que no conocía y que ha podido conocer por su nuevo cargo?
R: Es verdad que llevo poco tiempo y, además, en temporada alta de la vida de las iglesias con Cuaresma y ahora la Semana Santa, y, por otra parte, que el estar en la CEE como secretario general ya me había dado ocasión del conocimiento de muchas realidades eclesiales, pero siempre hay alguna cuestión que desconoces de iniciativas, con las mismas personas que te escribes, que te felicitan o que te piden una presencia. Y en este sentido, me ha llamado especialmente la atención iniciativas que hay en pueblos diversos de España, que a la hora de tratar de expresar sus devociones populares, quieren comunicárselo al presidente de la CEE y le piden que si puede hacerse presente o partícipe. Más allá de la noticia, me sorprende y me alegra al mismo tiempo, ese deseo de querer expresar una pertenencia común a una realidad que llamamos la Iglesia en España.
P: Políticos como Alfonso Fernández Mañueco, Jesús Julio Carnero y Juan García-Gallardo celebraron su nombramiento. De hecho, Gallardo llegó a decir que estaba seguro de que usted sería “ese líder que tanto necesita la iglesia, una persona que no tenga miedo a atacar, entre otras cosas, a la Agenda 2030”. ¿Qué tiene que decir ante estas declaraciones? ¿Tiene usted miedo a atacar la Agenda 2030?
R: En general, he recibido de todo el arco político y parlamentario, tanto de los que están en el poder, como los que están en la oposición, además de la felicitación, una acogida cordial. Respecto a este asunto en concreto, aquí se produce una mezcla entre lo que son los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados por Naciones Unidas, y la Agenda, cómo se gobiernan esos objetivos, como se relacionan entre sí y quien toma las decisiones de dicha agenda, porque los organismos que toman esas decisiones no siempre son democráticos. Los objetivos de Desarrollo Sostenible se pueden aceptar, la Agenda 2030, que es la manera de organizarlos, es más complicado. Lo estamos viendo estos días con la PAC, en la que se ponen en cuestión el cuidado del medio ambiente por un lado y la producción alimentaria por otra. Lo estamos viendo en las políticas tanto de Naciones Unidas como de la Unión Europea a la hora de interpretar la salud reproductiva con una extensión de las políticas antinatalistas, dando un poco la impresión de que no hay otra manera de cumplir el primer objetivo de Desarrollo Sostenible que disminuyendo el número de comensales a la mesa para que todo el mundo coma.
Nosotros en la Iglesia tenemos una agenda propia que llamamos Agenda 2033, porque en ese año se cumplen 2.000 años precisamente de lo que celebramos estos días, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo y es ahí donde nos queremos situar. Desde esta agenda propia valoramos lo demás.
"Los organismos que toman las decisiones de la Agenda 2030 no siempre son democráticos"
P: El vicepresidente de la Junta de Castilla y León también llegó a decir que "España necesita una Iglesia católica que vuelva a ser faro espiritual e incómoda para el poder", ¿se compromete a luchar por ello?
R: Lo que yo deseo es ser fiel, fiel al Evangelio, a la Comunión con el resto de los obispos de España, al anuncio del Evangelio, a todos y especialmente a los que más lo necesiten, pero si la fidelidad al Señor, a mis hermanos obispos y aquellos a quienes quiero anunciar el Evangelio hace que las situaciones sean incomodas para el poder, lo acepto. Por otra parte, las incomodidades del poder van por barrios, a algunos grupos políticos no les gusta nada que nosotros seamos contrarios al aborto y que no consideremos progresista interrumpir el progreso de la vida humana en el seno de una mujer, y a otros les resulta incómodo que los católicos, desde la doctrina social de la Iglesia, digamos que hay que acoger a los inmigrantes. Además, un representante eclesial, respecto a esta misma situación de los enfrentamientos políticos, sin dejar de decir lo que pensamos, tenemos que ser cauce para que pueda haber escucha y encuentro entre unos y otros. Creo que, en el actual momento político español, la Iglesia tiene que hacer lo posible por favorecer la escucha, el diálogo, el encuentro y la colaboración en los asuntos más esenciales que afectan al conjunto de los españoles.
"Si la fidelidad al Señor, a mis hermanos obispos y a aquellos a quienes quiero anunciar el Evangelio, hace que las situaciones sean incómodas para el poder, lo acepto"
P: Después de que usted cuestionase la amnistía de los líderes independentistas catalanes al considerar que “no puede ser positiva si solo sirve para unos pocos, que ampara la violencia contra las personas y que amenaza la convivencia a la que dice servir”, Óscar Puente también le pidió que se pronunciase sobre el proyecto de la construcción del centro de refugiados que el anterior equipo de Gobierno municipal impulsó y que, según él, “la derecha quiere cargarse”. ¿Qué le responde ahora usted?
R: Cuando Óscar puso ese tuit yo ya me había pronunciado a favor del centro de refugiados y me he vuelto a pronunciar después, precisamente, porque la dignidad de la vida humana vale para un asunto y para otro. Respecto a esas declaraciones, yo valoré que puede tener sentido el perdón, porque es algo que forma parte de la doctrina cristiana, pero con un conjunto de condiciones que yo veo que no se dan claramente. Cada grupo político, desde su peculiar sensibilidad o ideología, quiere extraer del baúl del Evangelio lo que está más cerca de su posición. Yo hice unas declaraciones, que, vistas en su conjunto, se ve que mi posición no es favorable, aunque sí compresiva. Entonces, seguramente Óscar se quedó con el titular e inmediatamente puso de manifiesto desde su sensibilidad social, que la Iglesia, en vez de pronunciarse sobre esto, debería pronunciarse sobre las cuestiones de inmigrantes y refugiados.
P: ¿Cómo definiría la situación actual de los españoles?
R: Creo que hay una división. Cada vez percibo más que la política se vive con distancia y con un cierto cansancio, y eso no es bueno, porque en la medida en que la sociedad va viviendo cada vez más alejada de lo que es la cuestión política y la ve como un asunto extraño o manchado, se va propiciando que el mundo político sea cada vez más endogámico y que pueda incluso tomar decisiones sabiendo que en definitiva la ciudadanía está con una cierta distancia. Pero también creo que hay otra visión, que es que cada vez más los ciudadanos nos comportamos un poco como forofos con respecto a la vida política. Cada cual somos de nuestro equipo político y uno quiere que gane siempre su equipo, aunque sea de penalti injusto y en el último minuto. Ninguna de las dos cosas favorece una presencia activa, corresponsable y crítica, que es lo que yo creo que necesitamos.
"Cada vez percibo más que la sociedad vive la política con cierto casancio y eso va propiciando que el mundo político sea cada vez más endogámico"
P: Usted insiste mucho en el respeto a la palabra y el diálogo, ¿considera que lo hay actualmente en la política española?
R: Actualmente no hay diálogo ni respeto a la palabra en la política española y creo que hay que subrayarlo.
P: Se ha hablado mucho sobre la relación entre el Gobierno y la CEE. ¿Nos puede aclarar cómo es esta en realidad?
R: La relación entre la CEE y el Gobierno, por lo menos en la experiencia que he tenido hasta aquí, es de colaboración. Creo que hay unas reglas del juego marcadas por los llamados acuerdos Iglesia-Estado, que se tratan de cumplir por ambas partes, y, en ese sentido, no he detectado especiales problemas. Por eso, en lo que se refiere al marco global de relaciones fijado por los acuerdos Iglesia-Estado, la relación es satisfactoria. Luego otra cosa es que la Iglesia en España o la Iglesia a través de la CEE exprese sus opiniones ya en campos concretos y que esto genere tomas de postura que sean mejor o peor entendidas o recibidas. Creo que es de gente adulta saber manifestar nuestras opiniones y criterios, hacerlo con todas las consecuencias y, al mismo tiempo, saber mantener un marco de relaciones que expresen una colaboración mutua para tratar de prestar un servicio mejor a los ciudadanos.
"La relación entre la CEE y el Gobierno es de colaboración. Hay unas reglas del juego marcadas, que se tratan de cumplir por ambas partes"
P: ¿Le gustaría que la Iglesia desempeñase un papel más activo dentro de la política española?
R: Me gustaría que la Iglesia desempeñase un papel más activo dentro de la política española, pero a través de quienes son llamados a hacerlo, que son los laicos, los miembros de la Iglesia. Creo que, en España, cuando se habla de una mayor implicación de la Iglesia, se piensa en una mayor implicación de los obispos y ahora en este caso del presidente de la CEE, y no, quienes están llamados a tener una mayor implicación en la vida social y política son los laicos. Los obispos tenemos una misión más de comunión e iluminación desde el Evangelio.
"Me gustaría que la Iglesia desempeñase un papel más activo dentro de la política española, pero a través de los laicos"
P: ¿Ha tenido ocasión de hablar con Pedro Sánchez o con algún miembro del equipo de Gobierno tras su nombramiento como presidente de la CEE?
R: Me he saludado con Félix Bolaños por teléfono y hemos quedado en vernos pronto.
P: ¿Qué inquietudes y peticiones pretende trasladarle?
R: Por una parte, siempre es bueno revisar como van las cosas, y luego sí querría expresar la preocupación de la Iglesia española por el ambiente de la vida política española. Nos interesa que esta pueda entrar en unos cauces mayores de escucha, diálogo y colaboración entre unos grupos políticos y otros. No tenemos otra cosa que decir.
"Me gustaría expresar al Gobierno la preocupación de la Iglesia española por el ambiente actual de la vida política. Nos interesa que esta pueda entrar en unos cauces mayores de escucha, diálogo y colaboración"
P: ¿Ve posible llegar a acuerdos con el actual Gobierno?
R: Si, como no.
P: Se ha mostrado tajante en temas relacionados con el aborto, como cuando criticó a los que reaccionaban públicamente contra la medida del Gobierno de Castilla y León para que las mujeres que quisiesen abortar escucharan el latido del feto antes de tomar su decisión. Entiendo que usted está en contra del aborto, pero en casos excepcionales como una pésima situación económica con la que sea imposible garantizar una vida digna a un bebé o los embarazos derivados de abusos sexuales, ¿usted sigue prevaleciendo la vida?
R: Si, yo creo que eso es algo indiscutible. Aquí la cuestión es caer en la cuenta de que en el seno de una mujer hay una vida distinta. Eso hoy no hace falta leer la Biblia para decirlo, conocemos el ADN y el genoma humano, y sabemos que hay claramente una vida distinta. A veces se grita por las calles “es mi cuerpo y yo decido sobre mi propio cuerpo”, pero eso es falso, porque en el seno de una mujer hay otro cuerpo. El asunto es que, para solucionar los problemas de la madre, ¿el único camino es eliminar una vida distinta de ella, o habrá que acoger esa vida, incluso pensando la posibilidad de darle en adopción al niño, y atender todo lo que sea posible a esta mujer en sus contextos y circunstancias? Los contextos hay que tenerlos en cuenta, pero desgraciadamente la mayor parte de las veces la práctica abortiva se convierte en un método anticonceptivo, y no deja de ser un poco tremendo que aquí nos preocupe que muere más gente de la que nace y siga habiendo casi 100.000 abortos al año. Hace 20 años había 100.000 abortos al año y ahora sigue habiendo 100.000 abortos sobre un número de embarazadas mucho menor, lo cual quiere decir que, desgraciadamente, lo que se dice de educación sexual, de reparto de píldoras anticonceptivas o preservativos para los chicos no está funcionando. Aquí hay un timbre de alarma social y por eso apelo al entendimiento desde el punto de partida, sobre todo, a antes de las opiniones, acoger los hechos. Hay un hecho porque hay una vida nueva, y sobre ese hecho tenemos que plantearnos cuáles pueden ser las soluciones, pero primero tenemos que estar de acuerdo en los hechos, y creo que eso es lo que hace falta, ponernos de acuerdo en el punto de partida.
P: También se ha pronunciado sobre la Ley Trans, al considerar que “se desprecia el vínculo con el propio cuerpo, la familia o la nación en nombre de la autonomía”. ¿Qué quiere decir con que se desprecia la nación en nombre de la autonomía?
R: En la misma declaración sobre la amnistía dije que hay corrientes culturales de fondo, porque, a la hora de hablar de una cuestión que está de actualidad en España, que es la autodeterminación, digo que hay una cultura de base favorable a la autodeterminación a la hora de decir soy hombre o soy mujer. Yo creo que la autodeterminación ha de tener en cuenta los hechos y, en este caso, hablamos de un hecho, la corporalidad masculina o femenina que se produce en todas las células de nuestro cuerpo, que tienen cromosoma XX o tienen cromosoma XY. Cuando hay una corriente en la que se defiende la autodeterminación a ultranza, incluso en aspectos tan básicos como los que afectan a la propia corporalidad, tenemos que plantearnos qué es más importante para una persona, su propio ser, su propio yo, su propio cuerpo y su propio género, o de qué Administración política depende.
"Cuando hay una corriente en la que se defiende la autodeterminación a ultranza, tenemos que plantearnos qué es más importante para una persona, su propio ser o de qué Administración política depende"
P: Además, ha llegado a afirmar que "la burocracia de la Unión Europea y la ONU favorece la relación entre lobbies, mafias y poder económico y político". ¿En qué se basa para realizar este tipo de afirmaciones? ¿No cree que esto le puede cerrar ciertas puertas que le interesa tener abiertas?
R: No lo sé, yo creo que hoy es difícil poder regular la convivencia en el mundo global y todos los tipos de relaciones económicas y políticas que se puedan dar, y que esto favorece la aparición de comportamientos mafiosos. En el caso de la inmigración es claro. También muchas decisiones del mundo global se toman por agencias de Naciones Unidas y de la Unión Europea, por la influencia de lobbies y grupos de interés, y eso genera un caldo de cultivo ante una realidad que afecta a lo grande y a lo pequeño.
"Muchas decisiones del mundo global se toman por la influencia de lobbies y grupos de interés"
P: En los últimos tiempos se ha hablado mucho de divisiones dentro de la propia Iglesia, ¿qué nos puede decir al respecto?
R: La vida humana siempre está llena de conflictos, entonces en un momento como este en el que todos somos conscientes de vivir un cambio muy grande, hay sensibilidades distintas a la hora de cómo gestionar ese cambio. Unos dicen “cuidado, no sea que, por estar viviendo este cambio, la fidelidad a nuestras tradiciones se debilite” y otros que como no avancemos en la propia transformación de la Iglesia, el mundo en el que vivimos se nos va a ir de las manos. En este sentido, hay sensibilidades distintas de cómo vivir la comunión de la Iglesia en la época en cambio, pero no creo yo que las tensiones actuales sean mayores de las que ha habido en otras épocas en las que la Iglesia también ha vivido desafíos parecidos. La Iglesia no puede ni debe organizarse como una organización política. En la Iglesia prima más la acogida de un don que recibimos y ese don es un don de comunión porque el Dios en el que nosotros creemos es comunión y amor. Si no, nuestro propio anuncio tendría poca razón de ser.
P: ¿Cree que la Iglesia ha hecho todo lo posible para compensar a las víctimas de abusos sexuales y para evitar que sigan produciéndose?
R: Hacer todo lo posible, casi en ningún aspecto de la vida humana lo hacemos, pero la Iglesia en su conjunto y la Iglesia española en particular, desde el año 2018, lleva un proceso de atención especial a todo este dramático asunto, tanto en la acogida de las víctimas, como en la denuncia de los casos, en la escucha, el acompañamiento y la reparación. Yo creo que en eso está, hemos ido avanzando en protocolo de atención y prevención, y ahora estamos con los de reparación. En ese sentido, creo que en los últimos seis años la Iglesia en España ha hecho una movilización muy grande en este asunto tan doloroso.
"Creo que en los últimos seis años la Iglesia en España ha hecho una movilización muy grande en contra de los abusos sexuales"
P: ¿Estaría a favor de que la mujer tuviese las mismas funciones que el hombre en la Iglesia y de permitir el matrimonio a los sacerdotes?
R: Yo creo que aquí hay dos cuestiones, una básica, que es la igualdad de todos los bautizados en la vida de la Iglesia, que yo creo que se está manifestando en montones de aspectos, y la cuestión sacramental y ministerial. La mayoría de las catequistas son mujeres, montones de mujeres participan en la liturgia y en la acción caritativa de la Iglesia, pero, respecto a la cuestión sacramental, ahí hay una cuestión previa, y es que el ministro del orden hace presente a Jesucristo encarnado como varón y en una condición de esposo de la Iglesia y pastor de su pueblo. El significado de la diferencia sexual es muy importante en la sociedad, la Iglesia lo valora y lo da un significado en la vida sacramental. Otra cosa es la participación de las mujeres en los consejos de pastoral parroquial, que ya están, y en la toma de decisiones de la vida de la Iglesia, que ahí, al igual que los hombres que no son curas, su participación debería de crecer. Pero no es una cuestión de las mujeres solo, sino de todos los bautizados.
Respecto al matrimonio de los presbíteros, en el oriente de la Iglesia católica los presbíteros pueden ser ordenados presbíteros ordenados casados, pero yo creo que precisamente en este momento, en el que se pide un ministerio con menos sacerdotes muy entregados, con una itinerancia misionera y con un ir de acá para allá, está el hacer visible a Jesucristo, que no se casó, con esta disponibilidad y querer hacer suya a la comunidad cristiana como su propia familia. Sin embargo, sí creo que el unir el celibato al ministerio ordenado es un buen invento para decir, “aunque tenga mi propia familia de sangre, mi familia es la Diócesis que se me ha encomendado y tengo esta dedicación plena hacia ellos”.
P: ¿Qué futuro vaticina para la Iglesia, con un sacerdocio cada vez más envejecido y con menos vocaciones que nunca? ¿Teme por su futuro?
R: Creo que el futuro de la Iglesia, desde la propia fe, es un futuro asegurado. Otra cosa es en cada sitio concreto. En este momento, la Iglesia crece en el conjunto del mundo, crece en África y en Asia, también en el número de las vocaciones. Sin embargo, la Iglesia pasa especiales dificultades en el mundo occidental, especialmente en Europa, y, en este sentido, no tenemos la garantía absoluta de que vaya a haber siempre Iglesia aquí. No sé si es temor, pero estoy convencido de que estamos viviendo una gran transformación y de que esta gran transformación va a hacer una Iglesia más pequeña. Yo tengo la esperanza de que está al menos sea más significativa.