Al lado de un monumento histórico de Valladolid, como es la Iglesia de San Benito, se ubica el Bar Esgueva. Entrar en este establecimiento hostelero es disfrutar de los mejores caracoles o de unos calamares que quitan el sentido. De hecho, son apenas las 8.00 horas de la mañana y una clienta ya disfruta de su sabor.
El establecimiento hostelero se ubica en la calle San Benito, concretamente en el número 4. Allí, Carlos va poniendo, además de esta tempranera ración de calamares, los pertinentes cafés. Uno con leche, otro solo y otro con hielo, a los clientes que hasta el lugar se acercan.
“Aquí llevamos cerca de tres años. Nosotros venimos del Bar Cajón, en la calle Zapico. Vinimos aquí por problemas de salida de humos en el anterior local. Nos tocó buscar otro local”, asegura Carlos Barros, dueño junto a su hermano Álvaro del local, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Nuestro protagonista nos habla de los platos típicos del lugar como son esos caracoles, anteriormente citados, pero también el morro, los callos, la asadurilla, oreja… todo cocinado con el mayor de los cariños y con el sabor más tradicional, característico del Bar Esgueva.
“Solo somos dos trabajadores, mi hermano y yo, de 65 años, mi hermano los cumple en mayo. Cerraremos por jubilación. Nos da pena, pero es ley de vida y ahora toca disfrutar de otras cosas, de nuestra familia”, indica.
En la puerta del local se puede leer: Bar Esgueva, desde 1965. Más de 60 años de historia de un local mítico de Valladolid que va a cerrar sus puertas pero que, tal vez, encuentre un nuevo inquilino para continuar con la actividad y que este rincón no muera.
“Había un interesado. Nosotros estamos de alquiler. Cerraremos y que el dueño decida. Esperamos que el corazón de este local no se apague y pueda continuar su actividad pese a que nosotros echemos el cierre”, añade Carlos.
La clienta que continúa saboreando sus calamares en esta fresca mañana de martes añade, con firmeza: “esperemos que no nos abran otra franquicia como en la Plaza Mayor, que está plagada”, y asegura que “le da pena” la jubilación de Carlos y Álvaro.
Es ley de vida y la jubilación dotará a los hermanos de ese asueto merecido tras toda una vida dedicada a la hostelería.