La localidad vallisoletana de Íscar se sitúa en el extremo sureste de la provincia. En el límite con Segovia y a mitad de camino entre Olmedo y Cuéllar. Se trata de una villa ubicada en una llanura pinariega surcada por los ríos Pirón, Eresma y Cega que posee un gran patrimonio monumental. Destaca su castillo y las Iglesias, tanto de San Miguel, como de Santa María.
En la actualidad, y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) cuenta con 6.326 habitantes. Es uno de los municipios más importantes de la provincia pucelana que ve aumentada, en gran número, su población cuando se acercan las fiestas o en temporada veraniega.
Allí, vecinos y turistas pueden disfrutar de todo tipo de servicios y también de la gastronomía del lugar con decenas de bares y establecimientos hosteleros que hacen las delicias de todos los que visitan el pueblo.
Hoy conocemos la historia de uno de esos bares que se reconvirtieron en taberna. Todo por la acción de Juan Carlos. Un apasionado de su trabajo.
La historia del Bar July en Íscar
“Me considero un buen compañero dentro de la hostelería de mi pueblo. Sumo 43 años en el mundo hostelero y llevo toda la vida viviendo en Íscar. Pase mucho tiempo en el campo, con mi padre. Teníamos algunas tierras pequeñas y él me introdujo también en el mundo de las setas. Era un gran aficionado”, asegura, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, Juan Carlos Velasco.
Nuestro entrevistado echa la vista atrás para recordar el bar que abrieron sus padres. Allá por los años 60. Lo hicieron en la calle Peguera, número 5, de la localidad vallisoletana. Un establecimiento hostelero que olía a familia y que se esmeraba, cada día, en dar el mejor servicio a sus clientes.
“Lo regentaban mis hermanas mayores hasta que la última de ellas se casó y tomé yo las riendas del negocio allá por el año 1982. De pequeño, cuando era muy joven, ayudaba a limpiar la vajilla a mi familia. Antes se hacía a mano. No había lavavajillas y costaba más”, nos explica nuestro entrevistado.
Ese año 1982 fue clave para el negocio. Nuestro protagonista, ahora con 58 años y amante del campo y de la cetrería, decidió dar un giro radical al establecimiento hostelero.
Un cambio total: del bar July a The Dolphins Tavern
“Aposté por contar con un bar que fuera polivalente. Que pudiera ser para el día, para tomar unas cervezas y unas tapas, o para echar la partida, y también para tomas unas copas o, incluso, para escuchar música en directo. Lo que más me convenció fue el crear una taberna irlandesa. Son locales muy acogedores, de madera”, añade nuestro entrevistado.
Juan Carlos llamó a su nuevo local: The Dolphins Tavern. Por aquel entonces, ya metidos en los 90, había muy pocas tabernas de estas características en la provincia de Valladolid. Nuestro protagonista asegura que “sólo existían dos”, pero contagió a muchos a abrir nuevas.
“Con el paso de los años nos hemos tenido que ir renovando. Ahora somos un local que ofrece más cosas de comer, sobre todo de temporada. También de campo, que es lo que más gusta guisar”, asegura el dueño del local.
Un bar antes y ahora taberna que, peses a la reconversión, no ha cambiado de lugar desde los años 60 que abriera como Bar July.
Platos que quitan el sentido
“Son muy famosos nuestros arroces de liebre, y también el de perdiz. Nuestra tortilla de boletus, los caracoles o las tostas para el vermú, además de los montaditos del viernes. Ahora, hemos incluido también el jamón recién cortado que es un espectáculo. Eso sí, hay que reservar para poder degustar estos manjares”, explica Juan Carlos que añade que "lo que sabe es gracias a su madre" porque "en su día también cocinaba estos suculentos guisos". Manda un recuerdo para Isabel.
El dueño de la taberna irlandesa confiesa que, a partir de la crisis de la hostelería, desde la llegada del Covid-19, van “tirando como podemos” y quiere tener una mención para los “compañeros de profesión que se han quedado por el camino”.
En cuanto al futuro, asegura que el problema “más grande que encuentra” es “el del personal de servicio” ya que “las personas no quieren trabajar el fin de semana” lo que hace “muy difícil” a los bares y restaurantes el “poder sobrevivir”.
Sin embargo, nuestro entrevistado se muestra optimista y apuesta por continuar manteniendo la taberna irlandesa The Dolphins Tavern muchos años más.
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