Con Alberto Velasco, los adjetivos de crítica y público se quedan cortos. Pese a su juventud, en sus vitrinas ya descansan dos premios Max y otros muchos reconocimientos que, al menos, hacen que cuando su nombre aparece en un cartel, haya que apuntar en la agenda esa obra o película.

En una dilatada carrera como la suya, la primera cuestión de la charla que mantiene con El Español Noticias Castilla y León, era casi obligada: Cine o teatro, ¿con cuál se queda? La respuesta, como si tuviera sangre gallega, también. “Es muy complicado decidir, ¿a quién quieres más, a papá o a mamá?, todo se ha ido retroalimentando, puesto que ser mejor actor en cine me ha convertido en mejor actor de teatro y viceversa”, aunque Alberto se moja y se decanta por uno. “Siempre recordaré Vaca, el primer solo que hice”, sentencia.

Pero alguien tan versátil tenía que cruzar al otro lado, al de la dirección. Faceta donde se ha encontrado con dos proyectos que le han marcado. “Como director fue muy complicado ‘Danzar malditos’ -premio MAX de las Artes Escénicas al Mejor Montaje Revelación 2015-, porque era un montaje muy complejo al tratarse de un concurso en directo, los actores no sabían nada y gestionarlo no fue fácil”, y a nivel técnico “sin duda ‘Eterno’; un ballet español con el que tuve dos pases en el Calderón, era muy operístico y había que estar pendiente de muchos factores”, aunque matiza que “todo lo complicado al final te enriquece.

Ahora llegará a su Valladolid, al TAC, con la obra ‘Mover Montañas’. “Es un regalo que me he hecho a mi yo actual y a ese yo que bailaba folclore en La Cistérniga”, asegura, mientras desgrana que se trata de “un espectáculo libre lleno de encuentros, de momentos de pellizcos”, porque según Velasco “nace con la voluntad de hacerse al aire libre, como una verbena, para disfrutar”.

Alberto Velasco durante uno de sus espectáculos

Velasco admite que se ha “entregado totalmente”, al igual que hace en todos sus proyectos. Unos proyectos en los que tiene la sensación de llevar 20 años haciendo lo mismo”, aunque reconoce que no podría dejar de lado ese componente de compromiso social, de denuncia, de sinceridad que tienen sus obras porque “simplemente pongo sobre la mesa temas que me preocupan; no le puedo dar la espalda a quien soy”.

Escuchar y entender

Y quien Alberto Velasco es se lo debe a los muchos mentores que ha tenido en su carrera comoNina Reglero, Alicia Soto, Marta Carrasco, Carlota Ferrer o Daniel Écija”, enumera entre otros. “Me encanta tener costuras de todos, ser un Frankestein”, confiesa entre risas. Y con una sonrisa en la cara también enumera a esos referentes que marcan su devenir en los escenarios. Nombres de la talla de Marcos Morau, Paco Becerra o Alberto Conejero se unen a los vallisoletanos Algazara Danza, que “están haciendo cosas en nuestra tierra que a mí me hubiera gustado hacer antes de ‘exiliarme’; me dan mucha envidia”, reconoce.

Para llegar a este 2024, Alberto Velasco ha tenido que mover muchas montañas “muchísimas y las que nos quedan”, admite, porque “vivimos en una sociedad en la que el sistema ya está construido y los hay que queremos hacernos un hueco, aunque no sea fácil”, puntualiza. Una sociedad, dice en la que para llegar a esa soñada igualdad debemos “dejar atrás los egos de las personas y abrir más la mente, porque existen otras maneras de ver el mundo”.

Entre esas maneras; entre esas formas de entender el mundo está, cómo no, la de Alberto Velasco, un trasgresor que huye de las críticas personales porque “al fin y al cabo si no entran en insultos, la crítica no responde más que a patrones que la gente ha heredado”. “No hay mejor escudo que escuchar y entender”, puntualiza.

Y él escuchó y entendió al TAC, tomó perspectiva y ahora se siente “muy afortunado” de volver a su tierra y “ser profeta en mi tierra”. Porque sí, Alberto Velasco llega a esta vigesimoquinta edición como uno de los cabeza de cartel, algo que le hace pensar que tiene “suerte de estar donde estoy y que para esta fecha tan señalada me hayan llamado”.

Una llamada que cogió gustosamente, al igual que la del Teatro Romano de Mérida, donde estará a mediados de agosto compartiendo tablas con nombres tan ilustres como Anabel Alonso, Carlos Beluga o Paula Mendoza en ‘Tiresias’, su primera vez en eso foro, algo que le hace “mucha ilusión”.

Por el momento Alberto Velasco no le da al pause a su carrera, aunque reconoce que “hay que tener momentos de respiro”. Quizá, en uno de esos momentos, le veamos por Valladolid, su Valladolid, leyendo tranquilamente ‘Así que pasen cinco años’ de Federico García Lorca.