La noche del 18 al 19 de mayo de 2024 se tenía de verde y azul. Todo después de que un impresionante bólido cruzara los cielos de España y Portugal en forma de bola verde-azulada. Eran solo cinco segundos, pero momentos suficientes para que muchas personas disfrutaran de un espectáculo, aparentemente, poco habitual.
En nuestra Comunidad, el centro coordinador de Emergencias, 112 de Castilla y León, recibía un total de cinco llamadas entre las 00.51 y las 01.00 horas de ese día que avisaban del avistamiento desde localidad como Candeleda, en Ávila. Quintanilla del Agua y Tordueles, en Burgos, Roperuelos del Páramo, en la provincia de León, Sorihuela, en Salamanca y Valladolid.
Fue un haz de luz que provocó que, durante unos segundos, pareciera que se había hecho de día debido a una potente luz verdosa que también se pudo ver en otras provincias como Zamora.
EL ESPAÑOL de Castilla y León habla con Alberto Baños, astrofísico en el Centro Astronómico de Tiedra y técnico de Telecomunicaciones y Astrodinámica, que nos explica el porqué de este fenómeno.
Un superbólido y no el asteroide Palas
“Lo primero que hay que aclarar es que hace apenas una semana no vimos el asteroide Palas. Si no, estaríamos casi todas las especies de la tierra muertas. Probablemente se salvarían, como ocurrió hace unos 65 millones de años cuando un asteroide de unos 10 kilómetros cayó a la tierra dejando un cráter de unos 270 kilómetros en lo que hoy conocemos como el Golfo de México, pequeñas especies de roedores como topillos o ratones”, asegura Alberto Baños.
El astrofísico del Centro Astronómico de Tiedra asegura que el asteroide Palas, junto con Ceres “son los dos más grandes de una región de nuestro sistema solar comprendida entre Marte y Júpiter” y conocida como “el cinturón de asteroides”. En ella hay pequeños asteroides, un gran número, destacando Ceres y Palas como los más grandes. “Cabe destacar que estos dos asteroides suponen, casi, las tres cuartas partes de la materia del cinturón de asteroides, teniendo Ceres un diámetro de unos 970 kilómetros y Palas, algo más pequeño con un diámetro de 550 kilómetros”, añade nuestro entrevistado.
Alberto Baños afirma que, por suerte, lo que pudimos ver en la madrugada del pasado domingo fue “un superbólido” que “se debe a que la tierra es bombardeada, diariamente, con cerca de una tonelada de pequeñas rocas y polvo cósmico”.
Características de este superbólido
“El superbólido no era peligroso. Era una especie de estrella fugaz, de unos 20 a 30 centímetros de diámetro. Para los humanos fue inofensivo. Las características de dicho superbólido las sabemos gracias a la luz que emitió, cuando se fracturó la atmósfera. Despidió un color muy característico: ese verde azulado muy típico de composiciones ricas en minerales con magnesio como el olivino que se formó hace 4.600 millones de años en la nebulosa que formó nuestro sistema solar”, explica nuestro entrevistado.
Alberto se remonta a febrero de 2013 para recordar cuando la ciudad rusa de Chelíabinsk sufrió también la caída de un meteorito de entre 10 y 12 metros de diámetro y explica que este “sí que fue muy peligroso” ya que “explotó en la atmósfera” y “la gente se quedó mirando la bola de fuego”. Cuando se generó la onda expansiva de la explosión, esta provocó “cerca de 1.200 heridos”, recuerda, “dejando un pequeño cráter de 6 metros” y un “meteorito que se encuentra expuesto ene l Museo del Espacio de Rusia” con 90 centímetros de diámetro y 500 kilos de peso, ni más ni menos.
Sobre nuestro superbólido, que se dice que acabó cayendo en Portugal, nuestro astrofísico apunta que el meteoroide, que es esa piedrecita que atraviesa la atmósfera, “no cayó en la tierra, sino que se desintegró en la atmósfera”.
“Esto lo sabemos gracias a una red de cámaras del proyecto Smart, que están continuamente vigilando el cielo desde muchos puntos de España. Gracias a esas grabaciones sabemos, de manera muy precisa, su trayectoria. Fue muy rasante entorno al horizonte, su velocidad, de unos 161.000 kilómetros por hora y su brillo se extinguió en la costa norte de Portugal”, afirma Alberto Baños.
Fenómenos impredecibles
Fenómenos como este, o el de Chelíabinsk, son impredecibles ya que “son objetos oscuros”, apunta nuestro entrevistado. “Sabemos que, cuando hay lluvias de estrellas como Las Perseidas en agosto, se pueden producir este tipo de fenómenos, ya que la tierra atraviesa nubes de pequeñas rocas que dejan los cometas en sus aproximaciones al sol, pero nada más”, explica Alberto.
Nuestro entrevistado apunta que “necesitamos tener un sistema de alerta temprana muy eficiente” para “poder detectar los asteroides potencialmente peligrosos para nuestro planeta” pues “sabemos que un evento como que extinguió a los dinosaurios ocurre cada 100 millones de años”.
“Tenemos ya una misión para desviar a estos asteroides que en 2021 fue lanzada por la NASA para desviar un asteroide a 11 millones de kilómetros que, tras 10 meses de viaje, tuvo éxito. Sabemos que se puede hacer. Lo difícil es detectarlos a tiempo. En la actualidad contamos con 1.000 objetos detectados que pasarán cerca de la tierra. Para los astrónomos, pasar cerca es hacerlo a 10 millones de kilómetros. Es una de las pocas cosas en las que los distintos países del mundo estamos de acuerdo”, finaliza.