La viuda y la hija mayor del teniente coronel de la Guardia Civil, Pedro Alfonso Casado, de 54 años, asesinado en Santovenia de Pisuerga en julio de 2022 cuando participaba como jefe de la Unidad Especial de Intervención del Instituto Armado en la resolución de un secuestro, relataron hoy en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Valladolid, el “calvario” diario en el que se han convertido sus vidas desde ese fatídico día.
La hija, que desde la muerte de padre está recibiendo tratamiento psicológico, aseguró que ese día “me quitaron a la persona que más quería en el mundo”. Además de reconocer que apenas puede dormir y que son frecuentes los ataques de ansiedad que sufre, reconoció que el viaje a Valladolid para ver su padre ingresado en la UCI fue el más largo de su vida y que “hasta el último instante pensé que podía haber un milagro”.
Mientras tanto, su madre, tras recibir el pésame del abogado defensor, se dirigió al acusado y le recriminó que en todo momento quiso herir a los agentes: “Ahora no pida perdón, el único que puede perdonarle está muerto”. Además de relatar el sufrimiento diario de su familia con una entereza digna de mención, aseguró que “después de lo que he pasado, ni esta sala ni esta persona que tengo en frente me impresionan, salvo que la viera con un rifle en la mano”.
La viuda, además de confirmar que tras muerte decidió donar todos los órganos de su marido, dado que su vida siempre había estado dedicada al “servicio de los demás”, relató la vocación de Pedro Alfonso Casado por la Guardia Civil, donde acumulaba 25 años de servicio, y aseguró que a pesar de estar de servicio las 24 horas del día y de tener que interrumpir las vacaciones para participar en alguna operación, “jamás le oí quejarse. Amaba a la Guardia Civil”.
En su declaración también relató cómo se despidió de su marido antes de la operación que le llevó hasta Santovenia y contó cómo por primera vez, en veintiún años de matrimonio, “me pidió perdón por todas las llamadas intempestivas que recibía”. Además, recordó como él comentó en alguna ocasión que los terroristas eran menos peligrosos que los locos y los yonquis.
Gracias a los testimonios de la madre y la hermana, el jurado ha conocido que desde el fatal desenlace la hermana pequeña no puede expresar sus sentimientos y es incapaz de llorar por algo que no sea el recuerdo de su padre. Además, también confirmaron que la joven quiere seguir los pasos de su padre y ser también Guardia Civil.
Esta mañana también declararon dos hermanos del agente asesinado. Uno de ellos, que también es guardia civil, manifestó que desde entonces se encuentra en tratamiento psicológico y ha sido retirado del servicio de patrulla, con privación del arma reglamentaria y relegado a trabajos burocráticos en una oficina.