Las tiendas de barrio constituyen el ADN de las ciudades, vertebran las urbes, son auténticos lugares de encuentro y, en ellas, confluyen varias generaciones de vecinos que comparten sus alegrías, sus penas y, en definitiva, sus vidas. Su mejor baza consiste en ofrecer un servicio cercano, agradable y amable a los clientes, mucho más humano que el de las grandes superficies, y disponer de productos especiales y de mayor calidad que los que se pueden encontrar en las cadenas de supermercados.

Pero el comercio local, que refuerza indudablemente el tejido social de las ciudades y que contribuye también a potenciar la sostenibilidad, se encuentra, no obstante, en una profunda crisis desde hace al menos dos décadas. La proliferación de los supermercados y de las tiendas 24 horas en los barrios, unida al envejecimiento de las zonas obreras de las ciudades y a la falta de relevo generacional, ha provocado que muchos negocios familiares y tiendas de barrio hayan terminado viéndose obligadas a cerrar, perdiendo las urbes parte de su esencia vinculada a estos auténticos puntos de reunión. 

La ciudad de Valladolid no es ajena a esta situación, que ha afectado en mayor o menor medida a todos los territorios de España y de Castilla y León, y este mes de julio cierra sus puertas por jubilación un histórico negocio familiar que durante 55 años ha surtido de aceitunas, pimentón, bacalao y todo tipo de encurtidos a los habitantes de la ciudad y de la provincia desde su tienda del barrio obrero de Las Delicias: Hijos de Faustino Hernández.

Mari Luz Hernández y Mari Carmen Gómez en su tienda de Las Delicias

Mari Luz Hernández, de 69 años, hija del fundador, fallecido hace dos años, y su cuñada Mari Carmen Gómez, de 62, cierran la tienda por jubilación y, con ellas, y ante la falta de relevo generacional, finaliza una saga familiar estrechamente unida a las aceitunas y las conservas en la ciudad desde la década de los 40, cuando su padre surtía de producto a diferentes tiendas de la localidad, antes de montar la suya propia. Mari Luz y Mari Carmen atienden en su establecimiento de Las Delicias a EL ESPAÑOL de Castilla y León y recuerdan como empezó todo, desde aquel ya lejano año 1960 en el que llegaron a Valladolid y se establecieron en el barrio.

Faustino Hernández, un arriero "de los de antes"

"En el año 1960 nos vinimos nosotros aquí a vivir desde el pueblo de Serranillos, en la provincia de Ávila, pero mi padre, Faustino Hernández, ya estaba aquí antes de casarse, vino con 14 o 15 años con su padre", comenta Mari Luz, recordando que su progenitor, que da nombre al negocio, era un arriero "de los de antes, de los de toda la vida". "Tiró para esta zona, con su padre y sus hermanos, y luego algunos se quedaron y otros se fueron. En los pueblos no había futuro, las mujeres se quedaban solas en casa con los críos y ellos se iban a buscarse la vida por ahí", señala.

En aquellos primeros momentos, en las décadas de 1940 y 1950, su padre se quedaba, según comenta Mari Luz, en la posada del señor Sixto, ubicada en el Arco de Ladrillo. "Luego ya cuando vinimos nosotros se compró una casita aquí en la calle Sevilla, donde ahora está el Día, y aquí llevamos viviendo desde 1960", recuerda. En esa humilde vivienda, que describe como "una vieja casa baja con un corral muy grande" su padre montó el primer negocio, desde el que repartía a diferentes tiendas de la ciudad.

Mari Carmen Gómez y Mari Luz Hernández, en la puerta de la tienda de Hijos de Faustino Hernández que lleva en la calle Sevilla de Valladolid desde 1969

"Ya antes de abrir la tienda nos conocían en la ciudad porque ya vendíamos algo y venía la gente con los tazones y las cazuelas al patio de nuestra casa a por aceitunas. Era una casa vieja con un corral muy grande, se traían barricas gordas de madera de 500 kilos con aceitunas, lo vendíamos allí y luego mi padre vendía a todas las tiendas de por aquí", apunta. 

De Serranillos a Las Delicias 

En 1960, la madre de Mari Luz se trasladó con ella, cuando contaba tan solo con cinco años, y con sus hermanos, que tenían un año, desde la localidad abulense de Serranillos al barrio de Las Delicias, siguiendo los pasos de su padre, pero no sería hasta 1969, hace justo 55 años, cuando inauguraron la icónica tienda que ahora cierra sus puertas. "Cuando tenía 14 años yo no quise estudiar y pusimos la tienda y aquí hemos estado, primero mi madre y yo juntas y luego yo sola, toda la vida", afirma. 

Mari Luz recuerda que aquellos primeros años "eran muy distintos a la actualidad" y conserva un recuerdo "fenomenal". "Había colas a todas horas, había muchas tiendas pequeñas y ningún supermercado, como lo nuestro había poca cosa", señala. Mari Carmen, cuñada de Mari Luz, no empezó a trabajar en la tienda hasta hace ahora 37 años, en 1987, cuando se casó con su hermano, que también ha estado toda su vida vinculado al negocio en tareas de reparto. "Hemos tenido tres furgonetas repartiendo por la calle a restaurantes, a pueblos y a bares", comenta.

Una imagen del interior de Hijos de Faustino Hernández

Varias generaciones de clientes fieles

Mari Luz señala que, durante los 55 años de existencia de la tienda, ha tenido muchas clientas fijas "de toda la vida". "Muchas ya se han muerto pero siguen viniendo los hijos, pero ya no tiene nada que ver con lo de antes, por el auge de los supermercados en los barrios", comenta. Con todo, señala que les conocen y vienen a su establecimiento desde diferentes puntos de la ciudad y la provincia. "Muchos que vivían por aquí también se han ido a vivir a otros barrios y vuelven, vienen sobre todo en Nochebuena para el bacalao, para hacer las banderillas y los pinchos", asegura.

Mari Luz y Mari Carmen echan la vista atrás hacia la pandemia y recuerdan que, aunque fue una etapa "dura para todos", no fue una mala época para el negocio, al vender productos de primera necesidad. Un periodo en el que las tiendas de barrio aprovecharon para reinvertarse, convirtiéndose en auténticos surtidores de productos básicos a los ciudadanos en un periodo muy complicado. "Solo abríamos por la mañana y no nos podemos quejar, como había que comer la gente venía a comprar las cosas para comérselo en casa y se vendió bien", afirma.

La propietaria de Hijos de Faustino Hernández señala que, durante este más de medio siglo, ha habido "momentos buenos y malos como en todos los sitios" y destaca como el más duro cuando falleció su padre, en 2022, con 95 años. "Estuvo aquí hasta el final, estaba aquí ocho días antes de morirse. Venía todos los días a ver como estaba esto y a echar un ojo", señala.

Mari Luz Hernández y Mari Carmen Gómez, detrás de la barra de la tienda. En primer plano, la vitrina con algunos de los encurtidos que han vendido durante 55 años

La decisión de cerrar las puertas de este histórico establecimiento de Las Delicias se debe a la merecida jubilación para ambas y a la falta de relevo generacional ya que sus hijos, comenta, "unos son funcionarios y otros están bien colocados", por lo que no se plantean heredar el negocio. En cuanto a posibles compradores, señala que hay gente que lo está mirando pero que todavía no tienen nada definitivo. "Lo quería un matrimonio que está muy ilusionado, para seguir con lo mismo que teníamos, pero de momento no hay nada cerrado", afirma.

En esta nueva etapa que inician, Mari Luz y Mari Carmen esperan tener "una buena jubilación y salud". "Que no nos pongamos malas, sobre todo", comentan, destacando también que aprovecharán para "ir de vacaciones" a aquellos lugares a los que no han podido ir antes. Mari Luz se despide emocionada del negocio que inició con su madre hace 55 años, cuando contaba con tan solo 14. "Yo aquí he sido muy feliz, la tienda me ha gustado siempre muchísimo y la relación con la gente del barrio ha sido muy buena", afirma. El adiós de un histórico negocio familiar que deja huérfano al barrio de Las Delicias.