Este 9 de julio se cumplen cinco años de la sonada desaparición de Simona Camelia Melu, una joven residente en el municipio vallisoletano de Nava del Rey que fue vista por última vez en la localidad de Tordesillas.
En el momento en el que se le perdió la pista, Camelia tenía 15 años. Hoy, tiene 20. Y es que, tal y como publicaron varios medios de comunicación en su día, se dejó de tener noticias de ella desde esa misma noche, cuando después de cenar, se preparó y comunicó a su familia que se iba a dar un paseo con una amiga, como solía hacer.
Sin embargo, más tarde la familia descubrió que, al parecer, los planes de la joven para esa noche eran desplazarse hasta la localidad de Tordesillas para visitar a su novio, de 18 años, del que su entorno no tenía constancia y que también desapareció.
Esto, sumado a que, tal y como pudieron comprobar sus allegados, ese día ni siquiera llego a ver a su amiga, despertó las sospechas de fuga.
Estas se acentuaron cuando la madre fue conocedora de que un amigo le hizo el favor de llevarla hasta el puente de Tordesillas, donde supuestamente había quedado con su novio, así como que este la dejó y se volvió.
En cualquier caso, su entorno denunció su desaparición y la Guardia Civil mantuvo todas las hipótesis abiertas. Además, tal y como manifestó su madre en su momento, su hija es una chica que nunca se había ido de casa, que no era conflictiva y que nunca tuvo ningún motivo evidente para abandonar su domicilio. De hecho, la última vez que salió del mismo, se fue únicamente con su teléfono móvil, ni siquiera con dinero, ni tampoco con ropa.
Desde entonces, nadie ha vuelto a saber nada de esta joven de 1,65 metros de altura, complexión delgada, pelo castaño, largo y liso; y ojos marrones.
Hoy, cuando ya han pasado cinco años desde que se le perdió la pista, la Asociación SOS Desaparecido ha vuelto a activar la alerta, recordando los datos relativos a su descripción física, así como que el día en el que desapareció vestía con un pantalón vaquero negro, una chaqueta negra con una tira rosa fluorescente y unas zapatillas.
Por el momento, no se ha tirado la toalla. Aún quedan esperanzas de dar algún día con su paradero y de que sea localizada sana y salva.