Tres silencios sepulcrales ofrecieron los tres primeros ejemplares de Salvador Gavira García, uno de ellos, el 3º, muy protestado por su presentación, parecía un eralote. Nunca debió ser embarcado.

La corrida fue muy a modo donde destacó el cuarto con el que brilló Talavante. El quinto, de menos clase, lo aprovechó Luque. Con el que cerraba festejo, un toro que se rajó enseguida, Pablo Aguado hizo lo más barroco y pinturero de una tarde que iba cuesta abajo.

Talavante

Sí arregló la tarde con el cuarto, cuando todo parecía derrumbarse. Fue un toro con movilidad y duración, además de bravo y noble; de los que sueñan los ganaderos. El extremeño lo vio enseguida y le endilgó un farol y un ramillete de verónicas de mucha enjundia en el recibo capotero.

Luego se iría al platillo para brindar a un respetable que empezaba a tomar ánimo tras una primera parte soporífera. Sobre todo cuando Talavante echó rodilla en tierra y empezó a llegar al tendido con suma facilidad por la variedad de su repertorio. Hubo toreo caro por ambos pitones, destacando con la zurda donde el torero se gustó y gustó al tendido que jalearon con entusiasmo su toreo. Luquesinas y manoletinas fueron los finales, rematados con un espadazo. Las dos orejas fueron pedidas con fuerza. El buen toro fue ovacionado. 

De lámina preciosa, de gran clase, de nobleza franciscana y de escasa fuerza y fuelle fue el que abrió plaza, pero enseguida se apagó por la falta de carbón. Talavante, nuevo en esta plaza, no pudo rematar ni con la muleta ni con la espada a pesar de sus buenas intenciones. Todo quedó en un sepulcral silencio.

Daniel Luque

El diestro sevillano, que también salió desmonterado en el paseíllo por ser novedad en Íscar, manejó el capote con soltura. Con la franela, tras brindar a la afición, puso mucha voluntad ante un toro que sin tener calidad, le sirvió al de Gerena cuando este le encontró las teclas metiéndose entre los pitones y sacando brillo con inteligencia ante un toro que al final se paró. Las tandas de derechazos tuvieron mucho eco en el tendido. La estocada, ligeramente caída, tuvo el premio de dos orejas.

Con el segundo de la tarde, un toro soso que contagió a Luque, mostrando este su enfado, no logró lucidez alguna. Fue de esos toros imposibles de sacar partido alguno. Abrevió con un pinchazo hondo y un golpe de verduguillo. La cara de Luque era un poema tras el arrastre del animal. Otro sepulcral silencio.

Pablo Aguado

El sevillano y pinturero diestro, triunfador del pasado año, obtuvo una oreja ante el sexto de la tarde. Antes pudimos deleitarnos con un bello recibo capotero ante un animal que se rajó tras salir del piquero, dónde se había dejado las fuerzas y la escasa condición de bravura.

Sus muletazos, escasos, pero llenos de plasticidad y torería, tuvieron gran eco entre los asistentes en otra tarde más de floja entrada que no llegó ni a 1.700 espectadores. Los remates finales de Aguado fueron de gran variedad y llenos de belleza. Una estocada tras pinchar y fue premiado con una oreja.

Con el tercero de la tarde, ese que fue pitado y protestado por su nula presentación, además de carecer de todo lo que tiene que tener un toro bravo, y que nunca debió ser embarcado, Aguado solo pudo mostrar sus ganas con algunas finas pinceladas llenas de voluntad. Estocada tras pinchar y otro sepulcral silencio.

La banda de la AMI volvió a sonar, aunque solo a partir de la segunda parte, a pesar de que Luque mandó parar la música en el final de faena del cuarto toro, algo que viene siendo habitual en el sevillano. Son manías de los coletudos.   

En el palco presidencial, que ayer le tocó por turno al aficionado pedrajero Javier Fernández, estaban como invitados el alcalde iscariense, José Andrés Sanz, acompañado del vicepresidente segundo de la Diputación, Víctor Alonso Monge junto a otros políticos de la provincia.

Por otro lado, la “actuación” del vehículo municipal repasando el albero con el rastrillo está bien. Pero causó estupor cuando lo hizo dos veces seguidas. Y tal y como estaba el ambiente…

Les ofrecemos una amplia galería de fotos del gráfico y colaborador medinense Fermín Rodríguez.