Finalizó el ciclo iscariense con una novillada del hierro luso del Conde de Murça, de origen Domecq por la vía de Juan Pedro y Jandilla, desiguales de presentación, nobles y manejablespero de escaso juego. Todos acusaron falta de casta y entrega.
Marco Pérez
El castaño que hizo segundo fue el más chico del encierro y el que más juego dio en las telas de Marco Pérez, el novillero revelación de la temporada. Aunque de salida, el utrero cantó la gallina y huyó del piquero de turno para ser picado por el de puerta.
La faena se desarrolló prácticamente en los terrenos de chiqueros, y tomó vuelo en las cercanías donde Marco, con su desparpajo habitual, se hizo con el manso sacándole un enorme provecho. Fue meritorio lo que hizo el chiquillo ante un animal que no tenía, aparentemente, ni un pase, pero el pundonor, el orgullo y la casta torera, además de su sapiencia, hicieron de la lidia un momento cumbre.
La espada cayó un pelín trasera, pero no fue óbice para que el animal doblara enseguida ante el delirio del público que, desaforadamente, pidió las orejas que el palco concedió.
No así en el que hizo quinto, que el palco le negó la oreja pedida mayoritariamente tras la faena de porfía que el joven novillero salmantino hizo a un manso y reservón de solemnidad. Antes lo recibió con un garboso recibo capotero. Además la estocada, casi entera, tras pinchar, fue arriba, para que razón demás de haberle concedido el tercer apéndice. En fin.
Bruno Aloi
El mexicano tiene un buen concepto del toreo, sabe manejar los tiempos y tiene personalidad en la cara de los novillos. Y estuvo en novillero; es decir, se fue al platillo y, a sabiendas de que era un animal tardo, -se había mostrado así en banderillas- lo citó de lejos, aunque tuvo que acortar las distancias para iniciar la faena con la franela.
Fue un animal muy deslucido por su embestida descompuesta y además se paró. Pero Aloi no perdió la compostura en ningún momento y le pudo sacar alguna tanda al natural. Mató de estocada tras pinchar y le pidieron la oreja con fuerza que el usía negó. Dio una merecida vuelta al ruedo.
Con el novillo que hizo cuarto fue a por todas ante un animal que sólo permitía cercanías. Algún muletazo suelto pudo sacar al desabrido utrero, y en un desplante, le dio un par de espectaculares revolcones sin consecuencias.
Epilogó la faena con manoletinas de hinojos que fueron muy aplaudidos por el público. Se tiró a matar a ley consiguiendo una estocada contraria que fue premiada con una oreja pedida con fuerza. Ahora sí se concedió.
Cristian González
Cerró el festejo el novillero salmantino Cristian González, (sustituto del anunciado Andrés García) quién brindó el primero de su lote al crítico taurino y escritor Domingo Delgado de la Cámara.
Está por hacer este novillero, que debutó con caballos el pasado año, se le notó ante el lote más fuerte y más parado del encierro, al que toreó sin excesivo ceñimiento. Es alto, robusto y tiene maneras en el manejo de las telas, pero desde luego con la espada tiene que mejorar muy mucho. Su actuación fue silenciada en ambos novillos.