Corría el año 1920 cuando Valladolid vio levantar la persiana por primera vez a un negocio exclusivo y singular que 104 años después, no solo sigue abierto, sino que, además, es considerado uno de los más emblemáticos de la ciudad del Pisuerga. 

Por él han pasado miles de personas de diferentes puntos de España, gente de todas las edades y condiciones, anónimos e incluso reconocidas artistas entre las que destacan Lina Morgan y Lola Herrera. 

Hablamos de Tremiño Joyeros, una empresa familiar mítica en Valladolid, dedicada a la joyería y relojería desde hace más de un siglo, que actualmente cuenta con tres tiendas y dos ópticas, siendo este otro de los sectores en los que también se ha ido especializando con el paso de los años. 

Las joyerías de Tremiño nacieron del interés y la afición de Luis Tremiño Valenciano por la relojería. Tras formarse en Madrid, este regresó a la capital vallisoletana dispuesto a emprender con una marca personal y diferenciada que, muy seguramente, jamás pensó que acabaría convirtiéndose en algo así como un pequeño imperio empresarial. Pero así ha sido. 

Joyería Tremiño de la plaza Mayor de Valladolid

A base de esfuerzo, trabajo y mucho tesón, consiguió abrir diferentes tiendas a lo largo de toda su trayectoria profesional. Empezó con una en la calle Teresa Gil de Valladolid, que posteriormente trasladó a Cánovas del Castillo. Al mismo tiempo, abrió otra tienda en Medina del Campo, que con los años también cambió de ubicación, y posteriormente se lanzó con una en la calle Santiago y dos en la misma plaza Mayor. 

A todo ello se suman dos ópticas en León y otras dos en Valladolid. Si bien, las que actualmente siguen en pie son las joyerías de la plaza Mayor y la de calle Santiago, así como las dos ópticas ubicadas en esta misma vía comercial de la ciudad. 

Las otras han ido cerrando, como también lo ha hecho la tienda de muebles que la familia llegó a poseer en la calle María de Molina. Se llamaba Tremiño Decoración y surgió a raíz de lo tanto que le empezó a gustar una firma de muebles a una de las hijas de Luis Tremiño, que por aquel entonces trabajaba en la sección de regalos de una de las tiendas, otro campo que la familia de empresarios también llegó a explorar. 

Así lo han revelado Paula y Cristina, hija y nieta del fundador de Tremiño Joyeros, y actuales propietarias del negocio, junto con el hermano de Cristina, Jose Manuel, en una sincera entrevista con EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León. 

Paula y Cristina en la joyería Tremiño de la calle Santiago

Estas han explicado que Luis nunca se llegó a jubilar, sino que fue con su fallecimiento en 1992 cuando las diferentes tiendas pasaron a manos de sus hijas, Paula y Carmen, quienes llevaban gran parte de su vida dedicadas por completo a la empresa familiar. 

Así, cuando Carmen murió, su parte fue adquirida en 2020 por sus hijos, Paula y Juan Manuel, quienes actualmente trabajan cada día y de manera incansable con su tía Paula por mantener vivo un negocio, que probablemente acabe pasando a los hijos de Cristina, ya que esta es la única que tiene descendencia. Además, tal y como ha confesado, sus vástagos sí estarían interesados en seguir escribiendo esta bonita historia familiar.

"La verdad es que es un orgullo y también una tranquilidad saber que va a haber alguien que se va a encargar del negocio cuando nosotros no estemos", ha expresado Cristina. 

Eso sí, según ha afirmado Paula, "nosotros no nos vamos a jubilar, vamos a estar aquí hasta el último día como estuvo mi padre". 

Y es que, aunque Cristina y Juan Manuel también llevan muchos años de su vida trabajando en Tremiño y han vivido la esencia del negocio desde muy pequeños, lo cierto es que ellos, a diferencia de Paula, sí exploraron otros sectores y empresas antes de estudiar gemología, una vez tomada la decisión de que lo que realmente querían era centrarse en la empresa de la familia. En el caso de Cristina, hasta llegó a ejercer como abogada durante una década. 

Escaparate de una de las joyerías Tremiño de Valladolid

Por su parte, Paula supo desde el primer momento que su futuro profesional estaba ligado a Tremiño. "A mí mi padre me dijo que tenía que hacer Comercio porque el día de mañana el negocio necesitaría una persona que supiese contabilidad, y entonces yo lo hice. Además, cuando dijeron que las ópticas iban a necesitar profesionales cualificados, hice un curso de óptica", ha explicado. 

Hoy, gracias a todo ello, los tres forman un equipo estupendo con el que están consiguiendo mantener Tremiño Joyeros en lo más alto del comercio vallisoletano. 

El día a día de todos ellos se centra en las ventas, aunque Juan Manuel también "se encarga de todo lo relacionado con la oficina" y Cristina "se ocupa de buscar nuevos escaparates, por ejemplo, en redes sociales". 

Además, los tres supervisan sus dos ópticas y controlan todo lo que sucede en su taller. Porque sí, Tremiño también cuenta con un taller propio en el que elaboran, arreglan y retocan piezas de sus tiendas e incluso ajenas a estas. 

Interior de la joyería Tremiño de la calle Santiago

"En Tremiño vendemos ilusión, ilusiones tangibles que pasan de generación en generación, porque las joyas son recuerdos de los mejores recuerdos". Y eso, según Cristina y Paula, es una de las cosas "más gratificantes de este trabajo". 

Tanto ellas, como Juan Manuel y todos los trabajadores que forman parte de la familia de Tremiño intentan cada día "que el cliente esté contento", ofreciéndole la verdadera esencia del negocio y las que dicen ser sus verdaderas señas de identidad, "un trato muy cercano, mucha profesionalidad, una experiencia y una historia que nos avala y una gran variedad de piezas bonitas y muy buenas". 

Esto, sumado "a la pasión que ponemos a todo", es precisamente lo que consideran que les hace seguir teniendo la persiana levantada después de tantos años y que Tremiño siga siendo "un referente" para la sociedad vallisoletana. 

Escaparate de la joyería Tremiño de calle Santiago

Cristina y Paula coinciden en que el suyo es un trabajo "sacrificado", pero aseguran que a ellas, personalmente, "las compensa totalmente". "Porque no hay nada más bonito que ver cómo los clientes se van de nuestras tiendas llenos de ilusión y como regresan y acercan a sus hijos e incluso nietos. Tenemos clientes de toda la vida y eso es precioso", han añadido. 

Hoy celebran que el negocio "mantiene el tipo", siendo joyería y relojería lo que más venden, y, en cuanto a planes y objetivos de futuro, revelan que estos van dirigidos a "abrir otra tienda y a potenciar las redes sociales, dado que es un escaparate que tenemos que tener tan bien cuidado o incluso más que el físico". En cualquier caso, no hay duda de que el éxito de Tremiño sigue estando asegurado y que, a juzgar por los datos, le quedan muchos aniversarios que celebrar. Y quién sabe, quizá incluso logre llegar al segundo centenario.