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Era el pasado lunes, 23 de septiembre, cuando el Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) arrancaba con la comercialización de sus viajes para esta temporada 2024-2025 en un total de ocho comunidades autónomas, incluida Castilla y León.

Un total de 886.269 plazas que se ofertaban para esta temporada repartidas en tres lotes. El primero de Turismo en la Costa Peninsular con 443.887 plazas con destinos como la Costa del Sol, Costa Brava y otras zonas de playa dentro del territorio español.

Y otros dos lotes más, uno con 230.039 plazas de Turismo en la Costa Insular, enfocadas en las Islas Baleares y Canarias y otro de Turismo de Escapada y Turismo Europeo con 213.343 plazas para que los mayores disfruten de circuitos culturales, escapadas urbanas y otras actividades turísticas.

En cuanto a los requisitos, el primero y el más conocido, dado que el programa está dirigido exclusivamente para estos ciudadanos, pasa por ser pensionista jubilado del sistema de Seguridad Social español.

También pueden acceder los pensionistas de viudedad con 55 o más años de edad del sistema de Seguridad Social o las personas beneficiarias del Sistema de la Seguridad Social español, con 75 años cumplidos o más años de edad.

Felicísimo García Fernández y María Ángeles Alonso Cerezo es un matrimonio afincado en Valladolid que lleva años disfrutando de estos viajes del Imserso. Sueñan, como confiesan en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León, con viajar algún día a Ibiza.

Casados desde 1968

Felicísimo García Fernández nació en Pozancos y se crió en Aguilar de Campoo (Palencia), allá por el año 1942. María Ángeles Alonso Cerezo lo hizo en Zumarraga, en Guipúzcoa, en 1949 y se crió en Barruelo de Santullán.

Se conocieron en el año 1965, concretamente en las fiestas de Barruelo de Santullán (Palencia) y, desde entonces, no se han separado.

Se casaron en el año 1968 después de aquel flechazo en los festejos de la localidad palentina y llegaron a Valladolid, para instalarse en la ciudad del Pisuerga, en el año 1969, hace ya 55 años, no ha llovido casi.

“En la actualidad estamos jubilados, pero somos un matrimonio al que le gusta viajar, relacionarnos con otra gente y descubrir nuevas culturas para aprender, cada día, un poco de otros sitios”, confiesa, en declaraciones a este periódico, María Ángeles.

Gran parte de este gusto por el turismo, por detenerse a aprender de diferentes culturas, se lo han dado los viajes del Imserso.

La pareja disfrutando de uno de los viajes del Imserso Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Unos viajeros

Nuestra tierna y emotiva pareja que, aunque no de nacimiento, es ya vallisoletana de adopción, descubrió los viajes del Imserso hace ya 10 años y, desde entonces, han podido conocer diferentes enclaves de la geografía española.

“Somos dos personas muy viajeras y nos pareció una buena alternativa, a nuestros ya habituales viajes por todo el mundo, acceder a estos del Imserso. Para acceder, enviamos una solicitud y si resultamos agraciados en el sorteo decidimos si vamos o no”, añade nuestra protagonista.

Así han viajado ya hasta en cuatro ocasiones para conocer Cataluña y también lugares que triunfan por sus playas como pueden ser Benidorm o Peñíscola y otra, como Málaga, que quita el sentido.

“Hemos disfrutado mucho de todos estos destinos y estamos encantados”, asegura la mujer.

Ibiza

El precio resulta interesante dependiendo de donde nos toque y el hotel que nos asignen. Este año hemos solicitado dos destinos y nos ha tocado uno, pero no vamos a ir porque ni las fechas son las adecuadas ni el hotel está bien situado”, se queja María Ángeles.

Nuestra entrevistada señala que “ve bien” el programa de los Viajes del Imserso, pero señala que “cada año lo que ofertan es menos y peor” y eso “siempre que te toque” que “no está asegurado”, señala en forma de queja.

“Nos gustaría saber cuál es el criterio que se sigue para la adjudicación de plazas”, añade nuestra protagonista.

María Ángeles, eso sí, tiene muy clara una cosa: “nos gustaría conocer Ibiza”. Un lugar privilegiado con playas y calas que quitan el sentido y que hay que visitar, al menos, una vez en la vida.