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Si hay una estampa típica del Paseo de Zorrilla, la principal arteria de Valladolid, son los quioscos. Especialmente en el tramo que va desde el Corte Inglés hasta la plaza de mismo nombre que el paseo. Uno de ellos, frente al Campo Grande, está regentado por José del Palacio Pérez (9-5-1961, León).

Este 'superviviente' en plena crisis de los quioscos roza ya la jubilación y atiende a EL ESPAÑOL - Noticias Castilla y León para contarnos su historia personal. Este leonés de nacimiento, aunque afincado en la ciudad del Pisuerga desde hace más de tres décadas, regenta uno de los templetes del Paseo Zorrilla desde hace 20 años.

Ligado a los quioscos por tradición familiar, José lleva dedicándose a las golosinas, la prensa y demás enseres típicos de estos negocios desde hace 34 años. Trabajó en la avenida de Segovia, también en otro antiguo quiosco del Paseo de Zorrilla con la calle Puente Colgante y, antes de llegar a su actual ubicación, en la calle Salud.

Tres de sus primos también fueron quiosqueros. "La mitad de mi familia eran quiosqueros, de los primeros", incide este leonés que lleva endulzando la infancia vallisoletana desde hace varias décadas.

A lo largo de su vida, lo que más valora de su profesión es el hecho de "hablar con la gente". Algo que a él, reconoce, le "gusta mucho", además de leer y "ver las revistas".

José del Palacio Pérez atiende a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León en su quiosco del Paseo de Zorrilla

"Tiene que gustar porque son muchas horas. Lo que pasa es que ha cambiado mucho. Antes se ganaba bien. Un quiosco de estos daba dos sueldos buenos y ahora da medio haciendo las mismas horas", lamenta.

Para José su sector en las últimas dos décadas ha sido una especie de "sol y sombra". Ha pasado de vender más de 200 periódicos al día, a menos de medio centenar. "Estamos en un 10% que hace 20 años", señala.

Una situación contra la que ha tenido que lidiar adaptando su modelo de negocio. "Tienes que darle la vuelta a la tortilla, acostumbrarte a ganar medio sueldo", subraya José del Palacio en palabras a este periódico.

Le queda un año y medio para lo jubilación, una circunstancia que le ha hecho autodecirse "pues ya aguanto". "Has sido una hormiguita, has ahorrado, tienes todo pagado y ahora sobrevives esperando que te llegue la jubilación", añade.

Mientras tanto, otros compañeros del sector no han sobrevivido a la embestida y han echado el cierre. Algo que a José le provoca "mucha tristeza" y le produzca "pena que ahora no puedan vivir una o dos familias como vivíamos antes". El quiosquero asegura que lo que "vendía en un día, ahora tardo una semana".

Echa la vista atrás a cuando tenía el coche al lado de su quiosco lleno de bolsas y juguetes, dado que agotaba todo lo que tenía y tenía que ir a reponer de su particular 'almacén móvil'. "Ahora se me caduca", lamenta.

"Mis hijos esto no quieren ni hablar de ello. Ven que estoy aquí todo el día, el sábado, el domingo, a todas horas. Vendo de noche y llego a casa de noche", apunta este carismático quiosquero.

"Pena" también le va a producir su jubilación, pero puntualiza que tiene "muchas ganas" porque "no he disfrutado de un fin de semana, de un puente, de nada". "He estado aquí 14 o 15 horas todos los días. Sábados y domingo incluidos. Lo único que hago son 12 días al año de vacaciones", recalca.

Por eso, está deseando que llegue el día de la ansiada jubilación porque tiene "muchas cosas para hacer y proyectos". "El pueblo, donde tengo huertas y la casa que no he disfrutado de ella nada. También poder disfrutar de un paseo, de la mujer, de todo, de ir a ver a unos y a otros", insiste.

Pero si hay algo de lo que José tiene ganas es de viajar. "Tengo muchas ganas de viajar, de hacer cosas que no he hecho. Empecé trabajando de camarero 15 o 16 horas, cuando los demás tenían fiesta, yo trabajaba más", explica.

Su idea llegado el momento es traspasar el negocio. Y es que de no lograr su traspaso, según la normativa municipal, pasado un plazo de cuatro años está obligado a retirar el quiosco de la vía pública y restaurar el suelo a su estado original.

Todo ello, por supuesto, acarreando él con los costes, estimados en unos 2.500 o 3.000 euros. "Hace 20 años me costó 14 millones de pesetas, unos 80.000 euros", señala. Sin embargo, avanza que va a pedir 6.000 euros "para ver si soy capaz de sacar 4.000".

"Si no a última hora lo tendré que dar regalado para no pagar yo", reconoce. Para José es "injustísimo y una pena que no haya nadie de relevo".

"Nadie ha pensado en nosotros. Con lo bonito que es esto porque después nosotros somos puntos de información. Solo por eso nos tenían que ayudar más", sentencia José del Palacio Pérez desde su pequeño quiosco del Paseo de Zorrilla.