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Aires nuevos y que huelen a éxito. En el local que ocupaba un reconocido establecimiento hostelero como es La Cacatúa, durante más de 6 años, se ha establecido Flamma, un lugar que pese a llevar apenas 10 meses de vida, triunfa en la ciudad y ya se ha llevado algún reconocimiento.

Allí se puede disfrutar de un local acogedor, que se basa en la estructura del anterior restaurante, pero con la novedad de que cuentan con una parrilla en la zona de arriba que da la bienvenida a un local en el que la brasa es la protagonista.

Cuenta con una gran terraza en la que se puede ver toda la grandeza de la catedral de Valladolid. Un sitio perfecto para disfrutar con uno de los ricos vinos que se elaboran en la provincia y para degustar el mejor pincho de lechazo de la ciudad.

EL ESPAÑOL de Castilla y León charla con Ariel Munguía, el jefe de cocina de este joven restaurante que está haciendo ya las delicias de los vallisoletanos y también de los forasteros.

Ariel y Flamma

“Me considero un joven entusiasta y apasionado por lo que hago cada día que es cocinar y darle vida a esos platos que pasan por ser un simple pensamiento”, asegura Ariel Munguía Martínez, el jefe de cocina del Restaurante Flamma, desde hace apenas 10 meses, los que tiene de vida el local.

Tiene 24 años y llegó a la ciudad del Pisuerga hace nada. Procedente de La Ceiba (Honduras). Pese a su corta edad, ha invertido mucho tiempo en formación de cocina, libros, reportajes, series y todo lo que está relacionado con la gastronomía.

Ariel Munguía Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Pese a llevar poco tiempo en Valladolid, él llegó a España hace ya 6 años. Lo hizo con la intención de “trabajar de lo que surgiera”, ya fuera fregando platos y demás. Contaba con una Escuela de Hostelería cerca de casa, se sacó un título y se enamoró de la profesión.

“Abrimos en marzo del 2024 por lo que no hemos cumplido ni un año. Nuestro restaurante ocupa el local que teníamos antes llamado La Cacatúa. Con la llegada de Gemma García y su vinculación con el lechazo por el Restaurante Mannix (Campaspero), decidimos dar un cambio de aire al local y que las estrellas fueran las chuletillas y el lechazo”, apunta.

El buen comer

En el Restaurante Flamma, que se sitúa en la calle Cascajares, justo delante de la catedral de Valladolid, se ofrece una cocina de mercado que mezcla lo clásico con lo contemporáneo.

“Nos gusta que los platos sean reconocibles por el público general, pero también que les sorprendan en lo que tiene que ver a la presentación y al sabor”, añade nuestro entrevistado.

Un establecimiento hostelero que, en estos 9 meses de trabajo, apuesta por conectar su carta con la parrilla, buscando algo referente al fugo y a la brasa, de ahí el nombre en un lugar que cuenta con 100 metros cuadrados.

Allí trabajan un total de 12 empleados que ofrecen esa “carta divertida” en la que pueden probar platos para compartir y terminar con las carnes al sarmiento con el pincho de lechazo, el de pollo afrodisiaco, las mollejas o las chuletillas de Mannix y de ternera como estrellas.

Imagen del interior del restaurante Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Lo que más piden nuestros clientes es el pincho de lechazo y, también, nuestros fueras de carta, de producto y de temporada. Ahora mismo, esto pueden ser las setas y la caza. Nuestra especialidad es el ajo blanco con tartar de tomate, la niketa de pato y las alcachofas en escabeche de piñones”, añade Ariel.

Como no puede ser de otra manera, también se deja hueco para el postre. Cuentan con dulces elaboraciones de Gemma que quitan el sentido y que aúnan técnica y creatividad.

Una patata que ha triunfado

“Se trata de una brava que se sale un poco de lo normal. Es un buñuelo aéreo que rellenamos de patata, una patata que cocemos y trituramos con un poco de mantequilla negra, sal y pimienta”, confiesa nuestro protagonista hablando de la patata brava del Flamma.

La espectacular patata brava del Flamma Fotografía cedida a EL ESPAÑOL de Castilla y León

Una elaboración que ha quedado en el segundo lugar del Concurso Palencia Brava. Fueron días duros de preparación para elaborar una receta que sorprendiera al jurado y lo consiguieron, finalmente, con un brillante galardón.

“El secreto de nuestra patata brava está en la salsa. Hacemos una salsa brava a base de chiles, como el chipotle y ancho, tostamos todas las verduras a la brasa hasta que están prácticamente quemadas y emulsionamos con un fondo reducido de jamón”, añade nuestro protagonista.

El futuro

El chef asegura que ven el futuro “con la misma ilusión y ganas que el presente” con el fin de “seguir creciendo como grupo” y “deseando que todos nuestros restaurantes funcionen” para que “la gente pueda venir a pasárselo bien y disfrutar”.

Busca, además, que los clientes les sigan viendo “como uno de los mejores restaurantes de la ciudad” al que “acudir y repetir”, gracias a los mejores platos y al mejor trato que dispensa el personal.

 

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