Valentina Araujo Borra, original de Caracas, y ahora, vecina de Laguna de Duero ha configurado toda una exposición que verá la luz este viernes 25 de octubre, en la sala de exposiciones de la Casa de las Artes de Laguna de Duero.
La inauguración será a las 18:00 horas y la muestra se podrá visitar hasta el próximo 19 de noviembre.
Una muestra que pretende sensibilizar, entrando en contacto con el mundo que nos rodea y que tienen como soporte gafas, ‘101 Gafas que contar, ¿y qué cuentan?’.
Las artes plásticas siempre llamaron su atención, tampoco era una novedad en su vida, “no me tuve que iniciar, sino que crecí con ellas”, señala.
Su padre era fotógrafo y pintor, Hernán Araujo, “allí lo llaman el Alí Araujo”. Así, según se iba haciendo mayor y le gustaba lo que veía fue realizando talleres.
“Me estimulaban desde pequeña, mi madre, por ejemplo, siempre me regalaba pinturas”. Se formó en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, donde pudo experimentar en diversas áreas.
Y, terminó en Laguna de Duero por el devenir de la vida, después de estar 15 años en Ginebra. Pensó, junto a su marido, un lugar para estar más cerca de sus hijos.
Pero, ese gran cambio, no ha limitado ni su vida, ni su arte, habla de Laguna como si hubiera estado viviendo allí toda su vida, con un cariño y una admiración inmensa.
“Como el artista plástico, o el músico, o cualquier persona que crea, pienso yo que no es el espacio el que te da, eres tú. Y lo haces según vas imaginándose, vas creando las cosas”.
Para ella Laguna “me inspira. Me gusta ir a caminar, pienso y voy creando cosas. Entonces voy caminando y el paisaje, los olores, esas cosas, me dan inspiración”.
Además, reconoce que Laguna es un pueblo muy activo, su oferta cultural y la gran variedad de actividades es “una cosa que me gusta de este pueblo, que tú no necesitas salir de Laguna para que haya vida”.
Ha intentado abarcar todas las artes plásticas, desde enmarques ornamentales a la escultura, pero, también, “me gusta mucho la pintura y trabajar con papel”.
De ese trabajo sobre el papel viene la idea de su exposición ‘101 Gafas que contar, ¿y qué cuentan?’. El reciclaje no es sólo un valor más en la vida de Valentina, es toda una pasión.
“Siempre pienso que algo se puede transformar. Puedes tener una historia y quererla mostrar con este arte plástico y vas buscando la manera para que vaya tomando forma”.
Justamente, “desde mi manía de reciclar, un día abrí un cajón para limpiarlo vi unas gafas que no me servían. Y dije, bueno, voy a guardarlo, y como que no estaba haciendo nada más me puse a pintarlas, esas fueron las primeras”.
Ahora, aquellas gafas que un día tuvieron dueño recobran otra vida, a modo de arte, en el que cada cristal pretende remover en aquel que para, observa y contempla, diversas sensaciones, “uno puede comenzar su camino en una mirada”.
¿Cómo surge la idea de esta exposición?
Esa gafa que encontré en mi casa fue la primera que pinté y la pinté como una cortina de teatro. Y la puse en una repisa de la casa y me dije que esto podría ser un problema si hago más.
Entonces, le comenté a Osvaldo, mi marido, ‘oye, me gustaría desarrollar una historia con las gafas, pero necesitaría muchos, ¿cómo lo puedo hacer? ´, y ahí él, como tiene una página donde habla de Laguna puso un anuncio.
Y, creíamos que por teléfono iba a ser complicado, y ya contactamos con dos personas del pueblo, una señora que tiene una zapatería y con una frutería, para ver si podían llevar ahí la gente las gafas.
Fueron muy amables, dijeron que sí. Y bueno, resulta que sí, la gente empezó a llevar gafas y que no solamente tengo cien, ya ni me acuerdo cuántas son.
La cosa se extendió muchísimo más. Eso fue justamente en octubre del año pasado.
El proyecto ha durado como un año. Pintaba todos los días. Y así se formó la historia. Pequeñas historias que algunas son muy comunes, como cuentos.
¿Qué es lo que más le ha gustado de este proceso?
Me encantó que la gente sea tan atenta, que uno le pida algo en este pueblo y te ayuden, realmente es muy bonito.
Lo bonito del proyecto es que está involucrado el pueblo, porque fueron los que donaron para la acción.
¿Qué quiere mostrar con las historias de las gafas?
Yo espero que la gente entienda un poco que estamos en un mundo donde todo el tiempo estamos estimulados por miles de cosas. Y que el mundo está allí para observarlo.
A veces lo pasamos por alto, y lo que quiero es llamar la atención es que mostrar un poco la sensibilidad a ver al otro también.
Porque al fin y al cabo todo lo que vemos se transforma en emociones. Y las emociones al final son interpretaciones que nosotros hacemos.
Y ahí va la parte individual, lo que espero es que la gente reflexione y que no pase tan rápido por todo.
¿Cómo es ese proceso creativo?
El proceso creativo depende, surge de diferentes formas.
A veces es planificado, o sea, es una idea que se me ocurre y la voy planificando. Y a veces, no sé, surge algo y se desarrolla libremente.
No necesariamente, es un solo camino, por ejemplo, con lo de las gafas, que son 101 gafas, un poco experimenté eso.
Porque hay algunas que son súper planificadas, de decir ‘voy a hacer esto’, pero hay otras que de repente estaba haciendo una y decía ‘¿y si hago otra cosa?’.
¿Por qué justo 101 gafas?
Primero, porque como es algo tan pequeño, pensé, para una sala de exposiciones no voy a hacer 4, 5, 10, porque aquello no se va a ver de lo minúsculo que es.
No iba a tener sentido, no iba a tener ese impacto.
Y después dije 101 porque, bueno, como dije, son historias, son cuentos. Un poco partí del cuento infantil de 101 dálmatas. Y suena bien porque 100 es así muy redondo, 101 pues suena... me gusta como suena. Una curiosidad.
¿Tiene algún proyecto próximo del que nos pueda adelantar algo?
Tengo un proyecto que se quedó como un poco no estancado, por las circunstancias, porque nosotros vivíamos antes en Suiza y nos mudamos de Suiza a aquí.
Yo había hecho un proyecto allí de figuras de papel y me gustaría retomarlo.