Pedro Delgado, más conocido como Perico, ha sido el protagonista este miércoles de los desayunos informativos de la Asociación de Prensa Deportiva de Valladolid (APDV), donde el icónico ciclista segoviano ha hecho un repaso completo de su carrera desde sus inicios hasta su actual faceta de comentarista.
En una sala abarrotada en la Real Sociedad Hípica de Valladolid, con cerca de un centenar de personas, el ganador del Tour de Francia de 1988 ha viajado hasta el pasado para traer los recuerdos de sus inicios, dejando alguna que otra confesión.
Uno de los primeros recuerdos que ha dejado es el que tuvo con quien fuera su descubridor, Moncho Moliner, quien en sus inicios aventuraba que Perico Delgado se llevaría al menos un Tour de Francia. "Yo mismo dudaba de que pudiese ser un ganador", ha reconocido el exciclista.
El segoviano ha apuntado que él siempre fue un "escalador" y que por aquel entonces "veía a otros corredores mejor" que él. De esta manera, él dedicaba su carrera a hacer lo que le "gustaba, que era sobre todo viajar".
"Yo no me veía ganador del Tour porque encima veía gente con muchas cualidades que era mejor que yo", ha insistido.
Los años fueron pasando y Perico Delgado dio el salto de la categoría juvenil a profesional, pasando al equipo Reynolds de la mano de José María Echevarri.
"Cuando estaba en la mili en el 1981 me vinieron a fichar, durante los tres meses de permiso que tuve y empecé a correr con ellos", ha echado la vista atrás un Delgado que ha añadido que se encontró "a gusto" y por eso se quedó.
Fue una época en la que Delgado tenía sus "dudas", mientras que a su padre "ni se le pasaba por la cabeza" que pudiera vivir del deporte. Por eso, mientras tanto, continuó sus estudios de enfermería en Segovia durante su debut profesional.
1983, año de explosión
Fue en el 1983 cuando Delgado recuerda un "año sensacional", haciendo un buen papel en el Tour de Francia y como el año en el que "exploté". "Pase mi transición y en el 85 arranqué con ganas de ganar La Vuelta a España y salió muy bien", ha relatado.
Aquel año, La Vuelta finalizó en su Segovia natal, con un Robert Millar líder y a seis minutos en la general de Perico Delgado. "Para nada pensaba en ganar La Vuelta y mi objetivo era ganar la etapa", ha aclarado.
Sin embargo, una serie de "circunstancias muy difíciles de darse" acabaron por darse y la etapa transcurrió con una serie de ataques continuos, sin que ninguno lograra escaparse.
Ahora bien, el objetivo de Delgado parecía esfumarse cuando Pepe Recio logró escaparse de la cabeza de carrera mientras el ciclista segoviano estaba "obsesionado con la victoria de etapa".
"Estaba cabreado conmigo mismo, se me había ido la opción de victoria de etapa". Fue entonces cuando Perico Delgado recordó la frase de Ángel Arroyo en la que decía "si no se puede subiendo, habrá que aprovechar bajando".
En uno de esos puertos y en una climatología prácticamente a ciegas por culpa de la niebla, Perico arrancó "a 100 metros de empezar el descenso y me puse a tope".
Tuvo que guiarse por las rayas blancas del asfalto, sin "ser capaz de mirar hacia atrás por la niebla porque como hubiera cualquier cosa me la iba a comer".
Entonces, una vez la niebla desapareció se encontró a 50 metros a un Pepe Recio que kilómetros antes se había escapado, intentando hacerle varios ataques sin poder quitarle.
Mientras tanto, en esa batalla personal con Pepe Recio por la etapa, un ausente Robert Millán se iba quedando poco a poco. "Empezamos los dos (Recio y Perico) a relevar y de repente ves que la distancia va aumentando", ha explicado.
"Yo no entendía que estaba pasando atrás", ha admitido Delgado, ya que en aquella época no existían los pinganillos. Llegado a la meta, el ciclista segoviano todavía recuerda como la gente le decía que iba a ganar y tras cuatro minutos un grupo de corredores la cruzó también.
"Dije, ves cómo no hay que fiarse, pero vi que pasó el grupo y no estaba Robert", ha relatado. Años después, pudo conversar con el propio Millán, quien le reconoció que "nadie le dijo que tiempos llevábamos".
Tour de Francia
Una primera Vuelta a España para Perico Delgado que comenzó a forjar lo que es su figura de hoy. Ya asentado en el ciclismo profesional, con dos campeonatos nacionales en su sala de trofeos, llegó el Tour de Francia de 1987, donde quedó segundo.
"Mis apuestas no me salieron bien", ha subrayado, pero fue en 1988 cuando llegó el tan ansiado Tour de Francia que logró llevarse. Luego, en 1989 un retraso en la contrarreloj de Luxemburgo y una gastroenteritis en 1990 le apearon de ganar más.
Precisamente, incidiendo en Luxemburgo, Delgado todavía recuerda que aquel año "estaba eufórico físicamente", en las que el "motor mente-cuerpo funcionaba al 100%". "Mi gran talón de Aquiles eran las cronos. Y ese arranque de Luxemburgo quería hacerlo bien", ha matizado.
Sin embargo, ese día un despiste y una conversación con otro corredor francés hicieron que se plantase en la salida dos minutos y 40 segundos tarde. "Yo ya sabía que la iba a armar. Cuando volví estaba el lío montado", ha recordado.
Llegó a la salida, cuando uno de los mecánicos de su equipo le avisa de que tenía que haber salido ya, a lo que Perico le llamó "caga prisas". Al subir la rampa, se encontró con José Miguel Echevarri "un tanto desencajado".
"El puto retraso ese me hizo perder toda la concentración y la euforia, ese sentirme dios, me sentí un demonio mal querido y me enfadé conmigo mismo", ha lamentado.
A raíz de ahí, el Tour de Francia no fue como se esperaba y pasó noches en las que "no pude dormir" y empezó a "hacer todo mal". "Fui yo que no supe tener ese punto de serenidad", ha recalcado.
Miguel Induráin
Mientras tanto, un joven Miguel Induráin comenzaba a asomar la cabeza en el ciclismo, compartiendo equipo con Perico Delgado, por aquel entonces estrella.
Y llegó el Tour de Francia de 1991, algo que para Perico Delgado "fue una bendición". "Yo era la gran estrella del ciclismo y en el 91 iba mal, algo me sujetaba", ha reconocido.
Sentía que "necesitaba descansar más". Aquel año, Induráin y Perico "íbamos compartiendo liderazgo y recuerdo aún la etapa en la que se puso líder".
Aquel día, Perico se quedó atrás y todavía recuerda la primera pregunta que le hizo un periodista al terminar: "¿Estás contento?". "Qué le digo yo a este, pensaba. Tuve una gran contestación: ¿tú que crees?".
Entonces, el periodista le volvió a cuestionar si no se alegraba de que Induráin se había puesto líder. "Para mí fue una alegría porque si no mi fallo hubiera sido mucho mayor. Ese liderato de Miguel era una liberación. Fue una transición muy buena", ha señalado.
Finalmente, en 1994 Perico Delgado se bajaba de la bici y comenzó su faceta de comentarista. Convencido por TVE, firmó primeramente por dos años, que luego ha ido ampliando "año a año hasta perder la cuenta".
Y así hasta llegar al día de hoy. Precisamente, Perico ha vivido casi en primera persona toda la evolución de su deporte y ha reconocido que si fuera ahora ciclista "sería infeliz, como casi todos".
"El gran cambio en la actualidad es la alimentación, la nutrición. Está plagado de nutricionistas que te dicen que no comas esto. Creo yo ahora, sería un ciclista más", ha asegurado.
Una nueva era que para su "actitud", que es más "rebelde", haría que lo llevase "peor". "Como corredor llevaría mucho peor tantos consejeros que te dicen que eres muy bueno y en la carrera no eres ganador", ha subrayado.
Uno de los nombres actuales que han salido a la palestra es el de Tadej Pogačar. Un corredor que "es tan bueno" que su legado es casi una "dictadura".
Perico ha aventurado que su bajón llegará "más a nivel mental" porque "cuando uno gana tan fácil y la vida es tan maravillosa, el desapego se produce y prestas atención a otras cosas".
Mientras tanto, el aficionado español tiene que esperar para ver un corredor "como para poner una situación atractiva de este aficionado que busca esa referencia".