“Me ayuda a ver otras perspectivas y a incorporar sus consejos en mi vida”: así de claro lo tiene Claudia, estudiante de 19 años, que una vez a la semana visita a su ‘abuela adoptiva’ en una residencia de ancianos de Valladolid.
El objetivo de sus visitas, además de pasar un rato con ella, es recoger información sobre sus vivencias para reflejarlas en ‘El libro de la vida’, un libro personalizado con fotografías sobre su vida que terminará regalándole.
Se trata de una iniciativa puesta en marcha bajo el título ‘Trazando historias’ para los alumnos del Ciclo Formativo de Grado Medio de Atención a Personas en Situación de Dependencia (TAPSD) del Centro Didáctico de Valladolid.
El objetivo de esta actividad, llevada a cabo por grupos de alumnos de entre 16 y 21 años, es generar un intercambio de convivencias de los más jóvenes del centro de formación con varias personas mayores de la residencia El Legado del Niño Jesús.
Parecido es el ejemplo de Mar, de 18 años, otras de las alumnas del centro que señala cómo observa que con esta actividad los ancianos se ponen “muy felices y sienten desahogo.”
Al igual que Claudia, Mar incide en la cantidad de consejos que recibe y todo lo que está aprendiendo.
Centro Didáctico de Formación Integral
Según informa una de las encargadas del proyecto y la profesora de varios módulos del centro de formación, Consuelo Guadián, se trata de un proyecto intergeneracional e intermodular cuyo objetivo es la elaboración del citado libro, que entregarán en febrero.
“Pensamos en cosas que podíamos hacer nuevas, apoyo a la comunicación, a nivel interpersonal, con personas reales… y este fue el proyecto que se nos ocurrió ya que siempre tenemos muy en cuenta las experiencias y trayectoria de vida”, indica.
No solo se trata de una actividad más, es que también han creado un “estrecho” vínculo entre alumnos y abuelos.
Carmen Hernando, encargada también y profesora del citado ciclo, asegura que el proyecto nace con la intención de agradecer y dar valor a las personas mayores. “Era darles algo y poner en valor su vida”, indica a este periódico.
Otro de los beneficios que destaca es la necesidad de trabajar la memoria histórica de los ancianos así como sus nociones cognitivas: “Hicimos este proyecto para demostrarles que aún tienen mucho que contar, y que el hecho de estar en una residencia no significa caer en el olvido”.
El objetivo del centro es poner a los alumnos en contexto y enseñarles las necesidades de los ancianos: “Queríamos que fueran más autónomos, y que los alumnos también les contaran cosas a ellos”.
La competencia general que deben adquirir los alumnos en el ciclo es aprender a atender a las personas en situación de dependencia para mantener y mejorar su calidad de vida. Para ello, realizan actividades educativas y asistenciales.