La madre de Paloma asegura que el asesino de su hija y de su nieta es un criminal “no reinsertable”
- Reconoce que el dolor y la pena son “igual que el primer día”.
- Más información: El tremendo dolor de María tras un terrible doble crimen: "Nada será suficiente porque India y Paloma no volverán"
Desde este miércoles, la Audiencia Provincial de Valladolid acoge el juicio por el asesinato de Paloma y la pequeña India a manos de David Maroto. La madre y abuela de las víctimas, Carmen Rodríguez, minutos antes de comenzar la cita judicial, ha asegurado que el acusado es un "peligro público y una persona no reinsertable".
Una persona que "debe estar entre rejas toda su vida", ha añadido en declaraciones recogidas por la agencia Ical, para apuntar seguidamente que "lo que hizo no tiene hombre".
Todo ocurrió el 23 de enero de 2023 en un domicilio del portal 66 del Paseo de Zorrilla. Por la mañana, la Subdelegación del Gobierno en Valladolid informaba de la muerte violenta de una mujer de 45 años y su hija de 8 a manos, presuntamente, de la pareja de la primera.
Mientras la acusación particular pide la prisión permanente revisable por el asesinato de India y 25 años de cárcel por el de Paloma, la defensa del presunto asesino asume 25 años por dos delitos de homicidio (13 años por el de la pequeña y 12 por el de la madre).
La familia espera ahora que el juicio pase cuanto antes y Carmen Rodríguez ha reconocido que "la pena y la tristeza van a continuar de la misma manera". Su deseo es que se "haga justicia" y tiene la esperanza de que la Sala decida aceptar las penas que pide la acusación particular.
Cabe recordar que el propio Maroto reconocía ante su cuñado el supuesto asesinato: "He hecho algo muy malo. He matado a Paloma". Señalaba entonces en su conversación telefónica, olvidándose de que también había acabado presuntamente con la vida de India.
"Para que no salga nunca jamás de la cárcel", ha matizado. Casi dos años después del crimen, Carmen ha reconocido que el dolor y la pena son "iguales que el primer día" y ha explicado que según se ha acercado el juicio han vuelto a "revivir escenas dolorosas y otras, como los informes de los forenses".
"Machista" y "mentiroso compulsivo"
Durante la celebración de la primera sesión del juicio, las acusaciones, representadas por los familiares de las víctimas y la asociación Clara Campoamor destacaron el ensañamiento que tuvo David Maroto en el crimen, a quien acusaron de actuar con un bajo un componente "machista" y le consideran un "mentiroso compulsivo".
Así, han recordado que a David Maroto le molestaba que Paloma hablase con otros hombres, no la dejaba utilizar un vehículo de alta gama ganado en un sorteo y siempre tenía localizada su ubicación en el móvil, según la información recopilada por la agencia Ical.
Un ensañamiento que achacaron a las 27 lesiones que Paloma presentaba por todo el cuerpo, incluidas cinco puñaladas potencialmente mortales, y las cinco que presentaba India, todas morales de necesidad.
Aunque ese día el acusado consumió alcohol y drogas, todas las acusaciones sostienen que David era plenamente consciente en el momento de los hechos. Algo que rechaza el abogado de la defensa, quien ha señalado que en ningún momento pudo controlar su voluntad.
El testimonio de las hermanas y el cuñado de David
Las dos hermanas de David Maroto y su cuñado coincidieron hoy en señalar que el acusado de asesinar a su pareja, Paloma Pinedo, y a la hija de ella el 23 de enero de 2023, estaba “muy nervioso” esos días, y que tenía un grave problema con el alcohol y las drogas, del que había intentado salir en varias ocasiones bajo tratamiento, pero que había abandonado “voluntariamente”. Mientras, su exmujer, Beatriz Bravo, le tachó de “celoso y agresivo”, principalmente cuando bebía, y recordó que ella misma tuvo “varios episodios violentos” durante su relación, e incluso uno de ellos acabó en denuncia, concretamente en 2017, lo que causó una separación de aproximadamente un año, aunque volvieron a unirse más tarde. El día de los hechos recibió un mensaje de su exmarido a las 1.30 horas: “La culpa es tuya, esta es la consecuencia”. El juicio se reanuda mañana con la testificación de la familia de Paloma e India.
En la sesión de tarde de la primera jornada del juicio contra Maroto por el asesinado de su pareja y la hija de ésta, declararon sus dos hermanas, Ana y Carolina, así como el marido de la primera de ellas, Emiliano Rodríguez, la persona que realizó la llamada al 1-1-2 cuando éste les relató lo que había hecho, la cual fue escuchada en la sala para el conocimiento del jurado.
Ana Maroto, visiblemente nerviosa, admitió estar “bloqueada totalmente” y con dificultades para recordar. Señaló que el domingo 23 fue “a casa a hablar” con ellos “porque estaba muy nervioso y él decía que era porque le había llegado la demanda de divorcio de su mujer” el viernes anterior. “Después, ya no le vi y me llamó a las 2 de la madrugada, cuando ya estaba en la cama y mi esposo en el salón. Me llamó y me dijo que estaba en la calle para comprar tabaco. Yo lo dije que viniera a casa, a Tudela de Duero. Me dijo que estaba devolviendo mucho y de repente, como al final, me empezó a decir ‘Ay lo que he hecho, he matado a Paloma y a la niña’”, relató la hermana, entre balbuceos, llorando y muy emocionada. “Yo no me creía lo que me estaba diciendo. Y le pasé el teléfono a mi marido, que estaba en el salón”, señaló, quien tras hablar breves minutos con él llamó al 1-1-2.
Ana Maroto explicó que su hermano, antes de confesar lo que había hecho, “desvariaba” durante la llamada. Entendió que “él solo quería compañía, estaba inseguro y le decía que me dejara en paz a esas horas, pero él me pedía que no le colgara, no quería sentirse solo”. “Me dio la impresión de que estaba bebido o drogado”, incidió.
A su juicio, la relación entre David y Paloma era “buenísima”. “Ella era una bellísima persona e India también”, apuntó, para añadir que en su presencia “nunca había tenido problemas con Paloma ni habían reñido”. Su marido, Emiliano, aseguró que la relación era “normal, y con la niña también”. A la otra hermana, Carolina Maroto, tampoco le consta que discutieran en su presencia.
“El problema de David con las drogas era de hace mucho tiempo. Lleva muchos años intentando dejarlas y le hemos acompañado a diferentes programas y todos los dejó voluntariamente. Siempre le pedíamos que abandonara las drogas y el alcohol, que no le llevaba a ningún sitio”, reflexionó, segundos antes de abandonar la sala, apoyada en la barandilla y visiblemente afectada.
“Nosotros no convivimos con esto”
Emiliano Rodríguez comenzó su declaración con una frase: “No recuerdo bien esa noche. Han pasado dos años y fue todo un shock”. Corrobora que su mujer bajó con el teléfono y se lo pasó a él por lo que le estaba contando David. “Yo en ese momento oigo una voz muy vaga. Balbuceaba, no le entendía, decía que no sabía qué había hecho. Mi obsesión era saber dónde estaba. Al final me dijo que en el Paseo Zorrilla, creo que en el 66, 5ºA. Colgué y llamé al 1-1-2. Solo recuerdo que me dijo una barbaridad, no sé con qué palabras, porque mi mujer se desmayó y mis hijos también estaban allí”, manifestó.
Reconoce que cuando David le contó lo que había hecho, “lo último que pensaba era en lo que había sucedido”. “Ni se me había pasado por la cabeza”, trasladó, para reiterar que no recordaba lo que dijo al 1-1-2. “De esa fecha he querido desconectar, ni saber, ni buscar, absolutamente nada. No tuve una conversación fluida con él. Le pregunté muchísimas veces. No sé en qué estado estaba David, pero no hablábamos normalmente, como usted y yo ahora mismo”, le transmitió el fiscal.
Debido al vago recuerdo de Emiliano, se autorizó poder escuchar la conversación con el operador del 1-1-2, en la que se percibe al cuñado de Maroto con nerviosismo y que traslada hasta en tres ocasiones que le ha llamado “diciendo que ha cometido un homicidio”. También reconoce a la telefonista que Maroto “está borracho”, aunque en la sesión de esta tarde matizó que “es difícil saberlo con una llamada”. “Seguro que él no estaba en condiciones”, aclaró Rodríguez, quien concluyó: “Nosotros no convivimos con esto; no te crees que esto pueda pasar”.
Muy similar fue la declaración de la segunda hermana, Carolina Maroto, quien recuerda “muy poco de ese día”, si bien explicó que David estuvo ese domingo por la mañana “en casa, nervioso”, y que por la tarde, a las 19 horas, habló con él y “estaba con el niño”. “Me dijo que se iba a quedar a dormir en un hotel; no me pareció lógico. Le dije que vinieran los dos a dormir a casa”. Detalló que en estos dos últimos años “ha sufrido problemas de memoria”. “No me acuerdo, de verdad, se lo juro. No es que quiera mentir”. Incluso aseguró estar en tratamiento médico.
Carolina admitió que en el chat familiar de Whatsapp, su hermano escribió tras los hechos una frase similar a ‘Perdóname, no era yo’, y recordó que en la tarde anterior habló con Paloma, con la que se “llevaba muy bien”, pero no rememoró si le dijo que “fuera a dejar” a su hermano, aunque sí le trasladó su malestar porque a ella “no le apetecía haber ido a ver el fútbol del niño porque hacía frío”.
“Por desgracia, los problemas de mi hermano con las drogas y el alcohol me han marcado la vida. Lo hemos sufrido mucho. ¿Cuántas veces te dije que no bebieras?”, señalaba llorando y entre sollozos.
“Celoso y agresivo”
Concluyó la prueba testifical de esta tarde Beatriz Bravo, exmujer del acusado, que lo hizo con biombo para evitar contacto visual con él. Actualmente ya existe sentencia de divorcio, proceso que se iniciaba cuando sucedieron los hechos. “Estábamos ya separados. Esos días habíamos tenido problemas y a él le llegó el viernes anterior la demanda de divorcio, aunque no se lo había comunicado previamente, porque no me hacía caso. Consideré que era la única forma de que se lo tomara en serio”, apuntó Beatriz, quien acusó a Maroto de “incumplir sus obligaciones como padre” y cuestionó “por qué se ponía nervioso, cuando ya había empezado una relación con Paloma y se trataba solo de formalizar el acuerdo de divorcio”.
Su relación concluyó en enero de 2021, dos años antes de los hechos. Ella tenía la custodia del hijo en común, pero “él lo recogía habitualmente”. De hecho, ese fin de semana le correspondía al hijo pasarlo con su padre, pero tanto el sábado como el domingo “lo trajo a casa”, según él, “porque el niño quería dormir con su madre”.
El domingo de los hechos el acusado fue a buscar a su hijo sobre las 14 horas para ir a un partido a Medina del Campo y sobre las 19.15 horas lo llevó de nuevo al domicilio, donde lo recogieron sus abuelos.
La sorpresa para Beatriz fue cuando se despertó el lunes para llevar a su hijo al colegio y vio un mensaje que Maroto le había enviado a las 1.30 horas: “La culpa es tuya, esta es la consecuencia”. Al leerlo, lo primero que ella pensó es que “habrá salido” y le contesté que “no entendía lo que me quería decir”.
Su mujer conocía los problemas del acusado con la bebida y con la cocaína. “No sé si en esa fecha seguía con ellos, porque él me había comentado que ya estaba bien y que no bebía absolutamente nada”, explicó, si bien reconoció que era “mentiroso compulsivo, independientemente de si bebía o no”, más allá de tacharle de “celoso y muy controlador” durante los 12 años en que duró la relación, desde 2009 (se casaron en 2011) hasta 2021. “En varias ocasiones me cogía el teléfono para ver mis conversaciones, dónde había estado durante el día... No le gustaba que hablara con chicos”, apuntó.
Bravo reconoció que con ella tuvo episodios “violentos” durante el matrimonio, aunque solo uno derivó en denuncia, en 2017, motivo por el que estuvieron separados durante un año. “Había veces que me cogía el móvil para ver si tenía alguna relación con alguien, cuando yo era la que estaba siempre en casa con el niño”, recordó, para añadir que “era habitual que la culpara de casi todo”.
También aportó que una vez separados, “él no cumplía con el régimen de visitas”, otro de los motivos por el que ella decidió divorciarse, “porque no cumplía sus obligaciones como padre” e incluso les “dejaba tirados a ambos muchas veces”.
A preguntas de la Defensa, sostuvo que cuando le conoció “consumía alcohol”, pero no se percató de los “cambios de comportamiento, que iban a más”. “Antes de casarme ya tuve un episodio de celos, que era habitual. Él me pidió muchas veces que le ayudara para dejarlo y le acompañé a muchos sitios, pero abandonaba voluntariamente. A mi me mentía, porque me decía muchas veces que no bebía y no era verdad. Y los tratamientos no los seguía”, recalcó.