Este 2024 ha sido el año en el que los agricultores de todos los puntos de España en general y de Castilla y León en particular han dicho basta. Lo han hecho con razón y en busca de que las administraciones atiendan a unas reivindicaciones lógicas, para evitar la ruina en el sector.
El campo ha alzado la voz y se ha manifestado estos meses en pie de lucha “por necesidad” ante unos “precios ruinosos” unos “costes disparados” y “unas políticas alejadas de la sociedad”.
“Competimos con productos importados que no cumplen nuestras mismas exigencias sanitarias, sociales y medioambientales. Queremos igualdad de condiciones en un sector en el que se da el abandono rural y sin relevo generacional”, aseguraba, a través de sus redes sociales, Antonio Torres Blanco.
Él es un agricultor vallisoletano, de solo 39 años, que suma once como agricultor tras coger el relevo de su padre y comenzar a gestionar las explotaciones con las que cuenta, tanto en Renedo como en Villarmentero de Esgueva, dos localidades de la provincia pucelana.
Ama lo que hace y pide soluciones y el respaldo de las administraciones para poder sobrevivir, para que los agricultores puedan respirar en un momento en el que se encuentran asfixiados como manifestaron el pasado lunes, 16 de diciembre en Madrid.
Once años en el campo recogiendo el testigo de su padre
“Soy un aparejador que dejó los planos para dedicarse al mundo de la agricultura. Hoy por hoy tengo toda la ilusión del mundo, aunque, a veces, la política nos despista”, asegura Antonio, en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.
Nace un Valladolid y vive en Renedo de Esgueva. Gracias a la agricultura se mudó al pueblo tras vivir una infancia feliz en la que “quería ser futbolista”, afirma en tono de broma. Sin embargo, todo cambió con el paso del tiempo.
“Me meto de lleno en el mundo del campo hace once años. Decido cambiar las obras y mi trabajo por la explotación familiar que tenía mi padre, tanto en Renedo como en Villarmentero de Esgueva”, nos explica.
Un total de 200 hectáreas en el que cultivan cereales, trigo, también colza, además de lentejas y algún garbanzo.
Una forma de vivir y el precio del cereal
“La agricultura no es un negocio sino una forma de vivir. Arriesgamos muchísimo para ganar un sueldo y, al final, no merece la pena. Lo que pasa es que yo estoy enamorado de este mundo. Me encanta y apasiona. Por eso cogí el testigo de mi padre y por eso sigo adelante”, afirma el agricultor.
Antonio denuncia que el cereal está “a un precio irrisorio” para “los gastos” con los que cuentan al estar, los diferentes inputs a costes “desorbitados”. Antes, apunta, “había una correlación”. Si los fitosanitarios estaban caros, el cereal, también. Por poner un ejemplo. Ahora, pierde el precio del cereal.
“Este año se está vendiendo la tonelada de cereal a 200 euros. En época de pandemia se llegó a vender a 390, aunque era un precio por encima de lo que se podía pensar. Yo creo que, en la actualidad, el precio debería llegar a los 300 euros. La maquinaria, el abono, los fitosanitarios, el gasoil… todo ha subido y baja el precio del cereal”, nos explica enojado. Con razón.
Nuestro protagonista asegura que los agricultores “son monedas de cambio” lo que se va a “acrecentar” con el criticado Tratado de Mercosur. Él, solo pide que “jugar con las mismas reglas”.
“No podemos ser tan verdes y traer cereal de cereal de zonas deforestadas que no cuentan con el mismo control sanitario tan estricto que tenemos en España”, afirma nuestro protagonista en una de las principales reivindicaciones que realizan miles de profesionales de la agricultura en nuestro país.
Arruinarse trabajando
Antonio apunta que, con toto lo que se invierte en campaña “no es difícil arruinarse trabajando”, en algo que no está dentro de la lógica. Trabajar, a veces a pleno sol en el campo, para que las cuentas no den para comer. Algo ilógico y sumamente triste.
“De momento no me planteo abandonar el mundo de la agricultura. Sí que se empeñan en quitarnos la ilusión a los que aún la tenemos. Las instituciones no son conscientes de la realidad que vive el campo en la actualidad”, apunta Antonio.
El agricultor vallisoletano ve el futuro “con preocupación y pena” y asegura que “con que nos escucharan” y “fuéramos responsables” la difícil situación que vive el campo y miles de agricultores “la situación se solucionaría”.