
Entrevista entre Adolf Hitler y Francisco Franco en la localidad francesa de Hendaya, en octubre de 1940, e imagen del policía vallisoletano Pedro Urraca, en un montaje de EL ESPAÑOL
El cazador de republicanos vallisoletano que detuvo a Companys, incautó el palacete del PNV y colaboró con los nazis
El policía Pedro Urraca dirigió la persecución de las principales autoridades de la Segunda República en el exilio francés y mantuvo una estrecha relación con la Gestapo.
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La victoria del general Francisco Franco en la guerra civil española, en abril de 1939, forzó al exilio al sur de Francia a casi medio millón de republicanos españoles que confiaban en que el Gobierno democrático del país galo les garantizaría un futuro más halagüeño que el que les esperaba en su tierra. Pero la situación cambiaría pronto.
El inicio de la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de ese año, y la posterior invasión de la Alemania nazi a Francia, a partir de mayo de 1940, dejó a esos exiliados en una situación límite ya que la mayoría pasaron a estar gobernados por el régimen colaboracionista de Vichy dirigido por el mariscal Philippe Pétain.
Tras la ocupación nazi, y en virtud de las estrechas relaciones entre Pétain y Franco, miles de españoles quedaron a merced de la Gestapo −la policía secreta del régimen de Adolf Hitler− y el Gobierno franquista aprovechó esa situación para desplegar una amplia red de policías con el objetivo de capturar a esos republicanos exiliados.
Uno de los máximos dirigentes de esa red policial de 'cazadores de republicanos' fue el policía Pedro Urraca Rendueles, nacido en Valladolid el 22 de febrero de 1904, que llegó a ser el responsable de la persecución y detención de figuras de primer nivel del bando republicano que se habían exiliado en el país galo tras la guerra civil.
Infancia y juventud
Pedro Urraca Rendueles nació en la ciudad de Valladolid el 22 de febrero de 1904, hijo del médico Emilio Urraca, que le impuso una férrea disciplina que terminaría por marcar su vida y su animadversión a la capital vallisoletana.
Con tan solo seis años se marchó interno a San Sebastián y entre la capital donostiarra y Bilbao estudió Comercio y en 1922, con tan solo 18 años, finalizó los estudios de perito mercantil en Madrid.
Marcharía después a cumplir sus obligaciones militares en el Cuerpo de Infantería de Marina, estuvo destinado en Cuba hasta 1925 y al año siguiente, en 1926, fue enviado al Batallón de Radiotelegrafía de Campaña situado en las islas Canarias.
Urraca volvió a la ciudad del Pisuerga en el año 1928, habiendo viajado previamente por las colonias francesas, inglesas y españolas de la costa africana y solo un año después, en 1929, consigue ingresar en la Escuela de Policía en Madrid, donde se licenció ese mismo año, con 25 años de edad.
A finales de 1929 comenzó a trabajar en la sección de orden público del Cuerpo de Vigilancia y solo un año después, en 1930, se casó con Elena Cornette. En 1933, dos años después de la proclamación de la Segunda República Española, logró el ascenso a agente de segunda clase.
La guerra civil española
El golpe de Estado del 18 de julio de 1936 le sorprendió en la zona republicana y, en un inicio, permaneció fiel al bando lealista, logrando en 1937 un ascenso al incorporarse a la oficina de inspección de guardia de la Dirección General de Seguridad republicana. Pero la lealtad de Urraca pronto se mostró temporal.
Poco después de lograr el ascenso, el policía vallisoletano decidió pasarse al bando sublevado. En el mes de octubre de 1937 embarca en Valencia en dirección hacia la costa francesa y se marcha después a París. Regresaría después a la zona controlada por Franco para participar en combates contra las tropas republicanas.
Urraca superó un duro interrogatorio en Valladolid acerca de su pasado republicano y en diciembre de 1937 fue requerido por el Comité de Moneda Extranjera, en Burgos, y viajó por Londres y París. A finales de 1939, entraría en la historia tras ganar la plaza de agente agregado en la Embajada de España en la capital francesa.
Cazador de republicanos en Francia
Urraca mantenía una estrecha relación con el embajador germanófilo José Félix de Lequerica y era muy considerado por el ministro de Exteriores y 'cuñadísimo' de Franco, Ramón Serrano Súñer.
Una posición privilegiada que permitió al vallisoletano, tras la ocupación nazi de Francia, a partir del mes de mayo de 1940, impulsar, en colaboración con la Gestapo, una red de espionaje y contraespionaje en Francia.
El objetivo de la misma no era otro que el de perseguir y detener a los exiliados republicanos que residían en Francia desde el final de la guerra civil española, logrando la detención de cientos de ellos.
Urraca impulsó el registro de las sedes de la Generalitat y del Gobierno Vasco en Francia y de las organizaciones de ayuda a los exiliados republicanos y siguió los pasos de algunos de los más destacados dirigentes de la Segunda República que se encontraban exiliados en la Francia de Vichy.
Entre ellos, el exministro de la Gobernación con Juan Negrín, Julián Zugazagoitia, que fue detenido en París, entregado y fusilado en Madrid o al expresidente del Consejo de Ministros entre 1935 y 1936, Manuel Portela.
También del exconsejero primero del Gobierno de Cataluña Josep Tarradellas, al subsecretario de Gobernación Juan Morata, el exministro de Justicia Mariano Ansó, a los dirigentes de Esquerra Republicana de Catalunya Antonio María Sbert y Joan Puig i Ferrater y a la exministra de Sanidad republicana Federica Montseny.
El palacete del PNV
Urraca jugó un papel fundamental en un episodio que tuvo lugar en París en 1940 y que ha cobrado especial relevancia durante las últimas semanas, en mitad del debate por el decreto ómnibus en el Congreso de los Diputados: la incautación del palacete del Partido Nacionalista Vasco (PNV) en la ciudad por parte de la Gestapo.
El edificio, situado en la Avenida Marceau de París, había sido adquirido por la formación jeltzale en septiembre de 1936, dos meses después del inicio de la guerra civil española, y entre 1937 y 1940, el Gobierno Vasco en el exilio, dirigido por el lehendakari José Antonio Aguirre, se instaló en el palacete.
Después de la invasión nazi de Francia, la Gestapo incautó el edificio con la inestimable ayuda de los servicios secretos españoles y del propio Urraca, que por aquel entonces ya trabajaba en la embajada de España en París y había desplegado su red de espías dirigida a reprimir a los republicanos en el exilio francés.
Unos sucesos que han cobrado especial relevancia durante las últimas semanas después de que la inclusión en el decreto ómnibus del Gobierno de la devolución del palacete al PNV haya sido uno de los puntos más polémicos y que utilizaron PP y Vox para justificar su rechazo a la medida, aunque los populares hayan rectificado.
Detención de Lluís Companys
El mayor logro en la labor represiva de este policía vallisoletano en Francia llegaría el 13 de agosto de 1940. En aquella fecha, Urraca dirigió la detención del expresidente de la Generalitat de Cataluña Lluís Companys en su residencia en la localidad de Ar Baol, en la Bretaña francesa.

El expresident Lluís Companys, fotografiado por el policía Pedro Urraca en la frontera con Francia el 29 de agosto de 1940
El espía vallisoletano acudió acompañado de varios soldados alemanes y lo llevó a la prisión de La Santé, donde lo interrogó. Poco más de una semana después, el 26 de agosto de 1940 lo entregó a las autoridades franquistas en Madrid, donde fue recluido en los calabozos de la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol.
A su paso por el municipio francés de Hendaya, antes de atravesar la frontera hacia España, realizó una fotografía de Companys con su cámara que ha quedado para la historia. El 15 de octubre de 1940, finalmente, el expresidente de la Generalitat de Cataluña fue fusilado en el foso del Castillo de Montjuic, en Barcelona.
Últimos años
En 1942, Urraca consiguió un ascenso y se encargó de controlar los visados de los pasaportes de las personas que pedían entrar en España, dedicándose a engañar y extorsionar a judíos que huían de la Francia ocupada.
El vallisoletano les facilitaba los trámites y les ofrecía enviarles sus bienes tras entrar en España pero, como casi nunca llegaban, se enriqueció notablemente.
Después del final de la Segunda Guerra Mundial fue condenado a muerte en 1948 en Francia por su colaboración con el régimen de Vichy y con la Gestapo, pero en aquel momento ya había vuelto a España y se benefició de las amnistías de 1953 y 1974.
De regreso en España, empezó a trabajar en el Cuerpo General de Policía y llegó a ser comisario principal, participando en la lucha policial contra la banda terrorista Euskadi ta Askatasuna (ETA) durante sus últimos años en activo. Falleció tras una larga enfermedad en Madrid el 14 de septiembre de 1989, a los 85 años de edad.